domingo, 31 de agosto de 2014

Locke

de Steven Knight. Reino Unido, 2013. 85’.
31 de agosto de 2014. Cines Los Prados, Oviedo.

Ivan Locke sale tarde de su trabajo. Su familia le espera para ver el partido, pero esa noche no irá a casa. Desde su coche llama a su ayudante para decirle que tampoco estará en el hormigonado previsto para la mañana siguiente. Será el mayor que se haya hecho en Europa y él es el responsable, pero ha decidido ir a Londres. Allí está a punto de dar a luz una mujer a la que apenas conoce.

Hora y media de viaje nocturno en esta extraordinaria película. El referente obligado es Buried de Rodrigo Cortés. Pero aquí no hay tanto suspense. La lógica no es la de un thriller. Hay también un único personaje en un espacio mínimo, pero Locke es más que virtuosismo cinematográfico en tiempo real. Vamos siempre con él en el coche. Entendiendo lo que siente e intuyendo las vidas del otro lado del teléfono. Vidas con las que comparte afanes profesionales en esas llamadas que hace para no desentenderse del hormigón. Vidas de dos mujeres (la que casi no le conoce y la que ya no le reconoce) para las que ese viaje a Londres resultará definitivo. También las vidas de los dos hijos que le esperan, la del otro hijo que él espera y la de ese padre que le abandonó y al que, con la decisión que está tomando, quisiera dar una lección.  Y ahí en medio está Ivan Locke, en un momento crucial de su vida en el que quiere hacer bien las cosas. Todas las cosas. Lo dice él mismo intentando convencerse de que a la mañana siguiente todo habrá salido bien. Steven Knight es un guionista soberbio capaz de acercanos a unos personajes invisibles que, al otro lado del teléfono, se hacen querer tanto como el contenido protagonista que interpreta Tom Hardy. Y un gran director que ha sabido construir una encrucijada perfecta (en algún momento simbolizada por la propia carretera) en la que el manejo del hormigón es también metáfora del fluir de esos instantes que a veces determinan la solidez de una vida.

viernes, 29 de agosto de 2014

En un patio de París

de Pierre Salvadori. Francia, 2014. 97’.
29 de agosto de 2014. Cines Los Prados, Oviedo.

Un músico decide una noche que no tocará más.  Es Antoine, un hombre que quiere simplificar su vida haciéndose portero. Su pusilánime bondad le convierte en imán para los vecinos del edificio. Especialmente para Mathilde, una mujer madura a la que una grieta en su casa la lleva de la obsesión a la depresión.

"Está hablando con un experto en abatimiento". Se lo dice Antoine a Mathilde en un momento de esta historia sobre dos naúfragos existenciales magníficamente interpretados por Catherine Deneuve y Gustave de Kervern. Aunque ese patio de vecinos aporta momentos (desiguales) de comedia coral, lo mejor de la película está en la relación entre el buen portero y la mujer dulcemente desquiciada que interpreta la Deneuve.

jueves, 28 de agosto de 2014

Lucy

de Luc Besson. Francia, 2014. 90.
28 de agosto de 2014. Parqueastur, Corvera.

Una droga azul que unos traficantes han metido en su vientre hace que Lucy no use solo una parte de su cerebro. Sus capacidades se van haciendo casi infinitas a medida que su rendimiento se acerca al cien por cien.

De la Eva primitiva a una mesías de la omnisciencia y la omnipotencia. Ese es el camino que recorre Scarlett Johansson con esta Lucy que pasa de ser una estudiante petarda en Taipei a una heroína con superpoderes y semblante muy serio. Ella está estupenda. Aunque no tanto una historia en la que los malos y poderosos son orientales y Morgan Freeman es un sabio muy bueno. Por lo demás, Luc Besson pretende aprovechar las querencias metafísicas de la cultura general del espectador medio. Pongamos que francés.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Gabrielle

de Louise Archambault. Canadá, 2013. 104’.
20 de agosto de 2014. Cines Los Prados, Oviedo.

Con veintidós años Gabrielle no tiene más autonomía que una niña. En el coro de discapacitados psíquicos del que forma parte tiene una relación especial con Martin, un joven que también está despertando al amor y al sexo. Pero la madre de Martin no lo entiende de la misma manera que la hermana de Gabrielle.

En noviembre pasado Gabrielle estuvo en la sección oficial del Festival de Gijón pero no llegué a verla. Aunque Alexandre Landry obtuvo el premio al mejor actor, la verdadera estrella es Gabrielle Marion-Rivard, la canadiense que parece interpretarse a si misma en esta película. Su estructura es la de una historia de ficción, pero la forma en que está filmada (cámara en mano) y la naturalidad de la protagonista (también su dulzura) le dan cierto aire de documental destinado a promover un debate sobre los límites de la dependencia de las personas no independientes. Un debate bien planteado en una película que a la vez muestra cuánto puede condicionar ese dilema la vida de sus familiares. En todo caso, da gusto ver un contexto social que las atiende e integra tan bien que sus problemas son solo los que deben ser: cómo conseguir ser más libres y más felices. Por lo demás, el coro de discapacitados y los estupendos profesionales que trabajan con ellos le dan mil vueltas a esa estrella del pop con la que el coro canta en la última escena.

sábado, 16 de agosto de 2014

Guardianes de la galaxia

de James Gunn. EE.UU., 2014. 122’.
16 de agosto de 2014. Multicines Béjar, Béjar.

En un futuro no muy remoto Peter Quill roba una extraña esfera para venderla.  Sus extraordinarios poderes pueden resultar peligrosos según en qué manos caigan. Así que, sin pretenderlo, este aventurero acaba formando un extraño equipo con un mapache muy hábil para componer artilugios, un humanoide vegetal que solo dice su nombre, un forzudo tatuado que no entiende de metáforas y una bella guerrera de color verde. Los cinco serán los guardianes de la galaxia. Y la salvarán.

Debo advertir que no es el tipo de cine que me fascinó en la adolescencia. De Marvel tengo referencias, pero no soy devoto. La guerra de las galaxias la vi en la fila uno del cine Almirante tras una larga cola el día del estreno, pero no recuerdo si fui a ver al cine los capítulos siguientes. Pero aunque las apopeyas de los superhéroes no me impresionan, el cine más espectacular siempre me ha atraido. Desde el más cutre de aviones que se van a estrellar y al final son salvados por pardillos como yo hasta las inquietantes imágenes con que Spielberg imaginó La Guerra de los Mundos o la manera en que Blomkamp creó un Distrito 9 para pobres alienígenas y un satélite llamado Elysium para ricos terrícolas (por no hablar de la magnífica ingravidez de Cuarón). Pero más que un gusto deliberadamente cultivado tomo esta querencia como cierta parafilia cinematográfica. Así que si digo que esta película me ha encantado debe tenerse en cuenta que soy un profano en el cine de superhéroes y aventuras galácticas. Pero sí. He disfrutado de principio a fin con estos Guardianes de la galaxia. Los personajes no parecen remedar a los de ninguna película anterior. Los artefactos que usan y las cosas que hacen me fascinan tanto como supongo que le sucedería a un tipo del siglo XVIII que entrara hoy en una tienda de Apple. Nada me parece previsible. La música setentera que escucha nuestro majísimo héroe en una cassette hace un maridaje perfecto con la naturalidad con que vemos carnes y metales mezclados en este mundo de seres de colores en el que la tecnobiodiversidad parece haber llegado al paroxismo. Así que lo tengo muy claro. Estos Guardianes de la galaxia ya me tienen abducido. Sin esperar a las críticas ya sé que iré al estreno de su secuela. Aunque tenga que verla en la fila uno.

viernes, 15 de agosto de 2014

Bajo la misma estrella

de Josh Boone. EE.UU., 2014. 125’.
15 de agosto de 2014. Cines Van Dyck, Salamanca.

Hazel tiene diecisiete años. Y un cáncer en los pulmones contra el que lucha desde niña. En el grupo de terapia al que su madre la obliga a ir conoce a Gus, un chico de dieciocho años al que le falta una pierna. La perdió por otro cáncer del que aparentemente se ha recuperado. La sintonía entre los dos es también literaria. Así que hacen un viaje a Amsterdam para conocer al autor de la novela que les fascina. El escritor les defrauda pero allí descubren que la felicidad puede ser infinita aunque los días estén contados.

La enfermedad siempre ha tenido mucho atractivo para los romanticismos juveniles. Y cuando es terminal aún subraya más la intensidad de un amor que se sabe efímero. La historia es transparente (como las lágrimas que incluye y quiere provocar). Los personajes son (todos) buena gente. Y aunque la película parece cultivar cierto narcisismo adolescente (a los dos lados de la pantalla), el espectador adulto piensa la buena pareja americana que podrían llegar a ser estos chicos si sus enfermedades no fueran incurables.

martes, 12 de agosto de 2014

Shirley: Visiones de una realidad

de Gustav Deutsch. Austria, 2013. 92’.
12 de agosto de 2014. Cines Van Dyck, Salamanca. V.O.S.

Trece escenas breves inspiradas en trece cuadros que Edward Hopper pintó entre 1931 y 1963. Entre cada una de ellas un parte de radio sobre un fondo negro con noticias del mundo. En todas aparece la misma mujer. A veces también un hombre. Él podría ser fotógrafo. Ella actriz de cine y teatro. Podrían ser una pareja. Pero nunca hablan. Solo oímos sus pensamientos. Los de Shirley.

Los cuadros de Hopper captan un instante del que quisiéramos saber más. ¿Qué miran esos personajes? ¿Qué les une (o les separa)? ¿Qué (no) se dicen? Ponerlos en movimiento e imaginar unos minutos de la escena detenida en cada pintura es una tentación para quien la contempla. Y es lo que hace Gustav Deutsch en esta bellísima película. Esos minutos del director austriaco son tan hopperianos que casi no se reconoce el momento preciso que reflejó en el lienzo el pintor americano. Cualquier instante de esos minutos podría haberle servido para captar esa atmósfera a la vez calma y desasosegante que caracteriza su pintura. Los movimientos son parsimoniosos, manteniendo siempre el enigma que reúne o distancia a esos personajes iluminados por la luz intensa de una ventana o la luz mortecina de un interior. Deutsch imagina cierta continuidad entre las escenas. La que aporta una Shirley reflexiva de la que, en todo caso, no sabremos mucho. Por eso la película se hace exigente. Tanto, que seguramente reduce su público potencial a quienes disfrutan con la obra del pintor. Y para serle fiel no es menos elusiva que los cuadros. La hermosísima y sorprendente fotografía consigue que, como en las pinturas de Hopper, la luz sea protagonista. Pero también el sonido. Y ambos parecen proceder de lugares que están fuera de nuestra vista. Como para los prisioneros del mito de Platón que esa pareja lee en silencio en una de las escenas. No todos aceptaron la propuesta. Algunos se fueron de la sala antes del final. No lo hizo un veterano (y venerable) director salmantino que esta tarde estaba entre el público de los Van Dyck.

sábado, 9 de agosto de 2014

Viajo sola

de Maria Sole Tognazzi. Italia, 2012. 86’.
9 de agosto de 2014. Cines Alkazar, Plasencia.

Irene evalúa hoteles de lujo. Entre viaje y viaje comparte momentos con su hermana y sus sobrinas. También con un amigo que antes fue su amante y ahora es su confidente. Algunos encuentros incidentales le hacen pensar que su independencia quizá pueda convertirse en soledad.

La vida en femenino singular. La película va más de eso que de los hoteles. Bien interpretada por Margherita Buy, tiene buenos momentos como la discusión entre las hermanas, la defensa de la pareja joven o la reflexión de la antropóloga sobre el lujo en los hoteles. Pero también le sobran ciertos énfasis en la banda sonora y alguna voz en off. No dejará gran recuerdo pero se ve con interés.

jueves, 7 de agosto de 2014

Ärtico

de Gabriel Velázquez. España, 2014. 78.
7 de agosto de 2014. Teatro Cervantes, Béjar. XVIII Semana de Cine Español.

Periferias salmantinas. En los paisajes invernales y en las vidas desangeladas de unos adolescentes sin futuro.

La estética de Los santos inocentes y la ética de Deprisa, deprisa. La atmósfera del invierno en el campo, los planos fijos de los rostros y sus nombres, las escopetas y las palomas, los sonidos de unas manos golpeando una mesa. Todo eso me ha recordado a la película de Camus. Los disparos, los coches, el trapicheo, la violencia macho, la adolescencia bronca. Eso me ha hecho pensar en la de Saura. Pero la síntesis de Gabriel Velázquez es muy singular. Como su manera de mostrar los límites de un territorio arquetípico. La vecindad entre la belleza rural del campo charro y los no-lugares periféricos de una ciudad como Salamanca. Los encuadres están muy cuidados. La crudeza de esas historias juveniles sin palabras contrastan grandemente con la elegancia con que se muestran esos paisajes rurales y urbanos. En la presentación de la película Gabriel Velázquez destacó la intención poética de ese contraste. Y lo ha conseguido. La película sorprende. Me apetece ver su anterior Iceberg, de la que este Ärtico parece ser una nueva visita a las vidas de esos adolescentes. Pero por más que sea intencional lo desdibujado de esos personajes en unos entornos tan bien filmados, me parece que en ese contraste hay cierto desequilibrio. De este frío Ärtico la estética me dice más que su ética. Me quedo más con el paisaje que con las figuras.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Barbacoa de amigos

de Éric Lavaine. Francia, 2014. 98’.
6 de agosto de 2014. Cines Van Dyck, Salamanca. V.O.S.

Antoine es un tipo saludable que no aparenta los cincuenta años que está a punto de cumplir. Un ataque al corazón le sirve de aviso. Para dejar de ser saludable y para dejar de ser políticamente correcto. Sobre todo con sus amigos.

En pocos cines se come y se habla tanto en torno a la mesa como en el cine francés (quizá con la excepción de las películas de Hong Sang-soo, que es bastante francés en eso). Grupos de amigos de edad (y clase) media suelen ser los que comparten planos y platos en este tipo de películas. Sobre todo en verano. Y la verdad es que suele ser muy grato sentarse con ellos. Especialmente cuando esa encantadora delicadeza francesa se va diluyendo al poner alguien sobre la mesa algo tan ácido como la sinceridad. Este grupo de amigos (Antoine solo es el punto de vista que nos da una buena perspectiva para mirar a los demás) componen una deliciosa historia coral en la que no es difícil reconocer los afectos (sinceros) y los reproches (silenciados) de los que están hechas muchas relaciones duraderas. Barbacoa de amigos es, por tanto, una película muy francesa y muy agradable. Fresca, grata y nada indigesta.

Al nacer el día

de Goran Paskaljevic. Serbia, 2012. 90’.
6 de agosto de 2014. Cines Van Dyck, Salamanca. V.O.S.

Un viejo profesor de música que acaba de jubilarse recibe una carta del museo judío de Belgrado. Han encontrado una caja enterrada en lo que fue el campo de la Feria en los años treinta y un campo de concentración en los cuarenta. La caja contiene una partitura inconclusa compuesta por otro músico. Su padre.

Una fotografía cálida y una gestualidad parsimoniosa. Esa podría ser la síntesis de esta película. No cabe dudar de la capacidad de Mustafá Nadarevic para aguantar primeros planos que subrayan la venerable bonhomía de ese viejo profesor. Tampoco de las buenas intenciones de Paskaljevic al rendir homenaje a judíos y gitanos denunciando el olvido que su sufrimiento quizá haya tenido en su país. Pero las mejores intenciones y las causas justas no hacen buena a una película. Al contrario. Obligan a más.

martes, 5 de agosto de 2014

Grand Piano

de Eugenio Mira. España, 2013. 90.
5 de agosto de 2014. Teatro Cervantes, Béjar. XVIII Semana de Cine Español.

Un famoso pianista vuelve a tocar. Lo hace con el valioso piano de un amigo fallecido. Unas anotaciones amenazantes en la partitura y una voz en un auricular le conminan a interpretar una pieza que hace tiempo que no toca. Su vida y la de su mujer dependen de que no falle ni una nota.

Las imágenes que acompañan a los créditos iniciales son muy sugerentes. También lo es la idea de un thriller en el tiempo real de un concierto. Pero conforme la historia avanza se va haciendo convencional. Como concierto resultaría sorprendente. Como película no.

lunes, 4 de agosto de 2014

Piratas y libélulas

de Isabel de Ocampo. España, 2013. 70.
4 de agosto de 2014. Teatro Cervantes, Béjar. XVIII Semana de Cine Español.

En el barrio de las Tres Mil Viviendas unos adolescentes preparan una obra de teatro. Los Capuleto y los Montesco son aquí gitanos y payos. Con la ayuda de Shakespeare, su profesora de lengua hace que tengan oportunidad de vivir otras vidas. No solo en el teatro.

Con Sevilla pura y pura nos emocionamos viendo como un teatro (el Lope de Vega de Sevilla) servía para reparar por una noche la injusticia cometida con los gitanos de Triana. Algunos de estos Piratas y libélulas quizá pudieran ser los nietos de aquellos desheredados a los que la especulación sacó de sus hogares y condenó al ostracismo en ese barrio maldito. Pero otra vez el teatro y la bendición de contar con educadores que merecen ese nombre (Mati es la heroína visible, pero con ella hay muchos más) nos muestran el milagro de que otra vida sea posible para quienes, teniendo más futuro que pasado, parecen irremediablemente condenados por su origen. Isabel de Ocampo hace cine comprometido y bello. Su matizada cámara está atenta a los gestos de unos chicos a los que uno no se cansa de mirar.  Y con ese material tan sensible ha sabido construir una historia llena de verdad (y a la vez mostrarnos una verdad llena de historia). Sus Piratas y libélulas son el opuesto de La clase de Laurent Cantet. Como la del francés su cámara sabe enamorarnos de los adolescentes. Pero la de ella no hace trampas. Sus niños no son actores. La Mati está a años luz de ese estúpido profesor parisino. Y su discurso no es resonante y reaccionario como el del francés. Isabel de Ocampo juega con la ventaja de que el Instituto "Romero Murube" de Sevilla le da una lección de saber hacer pedagógico en contextos socialmente extremos a ese adocenado liceo parisino entre cuyos muros campea la burocracia (como en tantos institutos españoles para cuyos claustros debería ser obligatorio ver esta película). Pero señalar que la mirada de Isabel de Ocampo es mucho más limpia y oportuna que la de Cantet no es decir mucho. Lo que ella hace debe compararse con referentes mejores. Quizá con los Taviani que con Cesar debe morir también nos mostraron hace poco lo que Shakespeare y el teatro pueden hacer por los reclusos. O lo que ellos pueden hacer por Shakespeare y el teatro. Justamente eso que también hacen en Asturias los queridos amigos de la UTE del centro penitenciario de Villabona (en la revista Escuela y en mi blog de educación les dediqué un artículo -Cárceles, pueblos y héroes- sobre el acoso que están sufriendo por parte de un gobierno que parece tener igual inquina por la cultura, por la educación pública y por quienes trabajan en favor de la integración social). Tenía razón Isabel de Ocampo cuando en el interesante coloquio que siguió a la proyección señalaba que el cine social tiene una obligación aún mayor de tener calidad (lo he dicho al reseñar otras películas que casi dañan las causas que reivindican). Su película la tiene y mucha. Es honesta, tiene intención y tiene verdad. Así que ha sido muy grato que estos días de descanso en el pueblo coincidan, un año más, con esta deliciosa Semana de Cine Español en Béjar en cuya primera jornada hemos podido encontrarnos con esta joya.

domingo, 3 de agosto de 2014

Begin again

de John Carney. EE.UU., 2013. 104.
3 de agosto de 2014. Parqueastur, Corvera.

Una canción les une y les salva. Ella la interpreta con su guitarra en un garito de Manhattan. Él la escucha embobado y la imagina con una instrumentación perfecta. Son dos devotos de la música que viven malos momentos. A ella la acaba de dejar el novio de la adolescencia que se ha convertido en una estrella. Él es un productor musical independiente que ha perdido su trabajo. Tras esa noche crucial los dos grabarán un álbum en las calles de Nueva York.

El arranque parece devolvernos al lugar en el que los hermanos Coen abrían y cerraban la magnífica historia de Llewyn Davis. Así sabemos que la música no será solo la banda sonora de esta historia. Será el gran tema de la película. Y hasta el metatema en esa estupenda escena en que los personajes de Keira Knightley y Mark Ruffalo comparten la revelación de que la vida, como el cine, deja de ser banal cuando se la sabe mirar con la armonía de la música. Es una historia blanca con final feliz. Un homenaje a la música independiente, a la ilusión de crear y a la belleza de los sonidos de Nueva York.