sábado, 30 de enero de 2016

Spotlight

de Thomas McCarthy. EE.UU., 2015. 121.
30 de enero de 2016. Cines Parqueastur, Corvera.

Spotlight es el nombre del equipo de periodistas de investigación que en 2002 desvelaron desde The Boston Globe el sistema que protegía a casi noventa curas pederastas de la archidiócesis de Boston. Durante décadas las instituciones no quisieron ver (u ocultaron deliberadamente) lo que estaba pasando. El concienzudo trabajo de investigación de esos periodistas tenaces desveló aquella trama y la naturaleza sistémica de un problema que ha afectado seriamente a la Iglesia católica. Y no solo en Boston.

Spotlight de Thomas McCarthy y El club de Pablo Larraín. Dos magníficas películas sobre las causas y los efectos de un mal que el precepto del celibato y el secretismo de la Iglesia han hecho impune durante demasiado tiempo. La de Thomas McCarthy es, además, una esplendida reivindicación del periodismo de investigación y de la honestidad en cualquier trabajo. En sus dos horas (que pasan en un instante) se pone de manifiesto otra vez que es la banalidad del mal lo que lo hace más temible. Dejar pasar, no querer ver, aceptar lo que nadie objeta... Son las actitudes con las que gente ordinaria acaba siendo corresponsable de males extraordinarios. Las que no aceptó el director de aquel periódico, un hombre que venía de otra ciudad y no veía las cosas como los de allí de toda la vida. Y las que tampoco aceptaron unos periodistas valientes que se sentían responsables ante sus lectores y no ante la Iglesia. Justo lo contrario que ese periódico asturiano en el que en julio pasado quise publicar un artículo sobre el contencioso de la asignatura de religión (está en mi blog de educación). Una de las lecciones de Spotlight (de aquellos héroes y de esta película) es que no debemos dar por sentado que las cosas son como algunos quieren que parezcan. Con esa actitud quizá podamos contribuir a que algunos errores no se repitan. Como el de la última decisión del Rey, sobre la que esta semana he escrito en el otro blog algo que nadie dice.

miércoles, 27 de enero de 2016

Lilting

de Hong Khaou. Reino Unido, 2014. 91’.
27 de enero de 2016. Centro Cultural Valey, Piedras Blancas. V.O.S.


Una anciana china-camboyana que vive en una residencia de Londres acaba de perder a su único hijo. Ella lleva casi treinta años en el país pero no habla inglés. Sus encuentros con el joven que tenía una relación sentimental con él y ahora quiere ayudarla serán difíciles para ella. Y no solo por la lengua.

Una historia delicada sobre el duelo, la culpa y las distintas formas de vivir el amor. Encuentros interiores en los espacios y en los afectos. Las brechas culturales, generacionales y lingüísticas se hacen muy patentes en esta hermosa historia que se va contando desde distintos tiempos. Acertadamente no todo se subtitula. Así podemos compartir con los personajes la intuición sobre lo que mucho que se pierde en la traducción. No solo de las palabras. También de los afectos.

martes, 26 de enero de 2016

La gran apuesta

de Adam McKay. EE.UU., 2015. 123.
26 de enero de 2016. Cines Parqueastur, Corvera.

La burbuja financiera desde el punto de vista de quienes apostaron por su estallido. De aquellos que desde dentro del sistema lo vieron venir y sacaron provecho de apostar contra los bancos. Era un tiempo en el que la mayoría consideraba siempre seguro y siempre creciente el mercado hipotecario. Ellos no. Y el tiempo les dio la razón.

Margin Call de J. C. Chandor, Inside Job de Charles Ferguson y El capital de Constantin Costa-Gavras. Tres títulos imprescindibles para entender lo que pasó y lo que nos sigue pasando. La gran apuesta sería el cuarto. El más fresco en su forma de contarlo, el que desvela s detalles cnicos y el que muestra las actitudes de quienes desde dentro apostaron a que todo se derrumbaría. La película nos muestra el sistema financiero como un gran casino en el que quizá no sea verdad que la banca siempre gana, pero en el que sí lo es que siempre pierden los de siempre. Antes de firmar una hipoteca o suscribir un fondo de inversión debería ser obligatorio ver esas cuatro películas. O al menos esta.

lunes, 25 de enero de 2016

Corazón silencioso

de Bille August. Dinamarca, 2014. 97’.
25 de enero de 2016. Teatro Filarmónica, Oviedo. V.O.S.

Último fin de semana para Esther. Con el acuerdo de su marido y de sus hijas ha decidido poner fin a su vida antes de que sean mayores los estragos de la enfermedad que padece. Serán dos días para estar juntos y afrontar con serenidad el final. Pero no será fácil.

Un triángulo en la edad tardía. Dos hermanas con vidas (y parejas) muy distintas. Y un nieto adolescente. Ocho personajes que asisten a un último encuentro familiar con forma de Navidad. Aunque la relación entre los ancianos es sólida y convincente, son las dos hermanas y sus maneras variables de afrontar la situación lo que hace tan interesante esta película sobre una eutanasia programada que deberá sortear las leyes danesas. El ambiente triste e invernal del paisaje contrasta con la calidez de los interiores familiares. Lástima que la penosa calidad de la proyección del Filarmónica haga aún más oscura de lo que debería esta historia sobre una muerte anunciada que, como en los tradicionales velatorios españoles, tiene bastante tristeza pero también  momentos en los que es inevitable la sonrisa. 

viernes, 22 de enero de 2016

La juventud

de Paolo Sorrentino. Italia, 2015. 118’.
22 de enero de 2016. Cines Los Prados, Oviedo.
19 de mayo de 2016. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.

Fred acaba de rechazar una invitación de la reina de Inglaterra para volver a dirigir una famosa obra que compuso para su mujer. Él es un director de orquesta retirado que pasa una temporada con su hija en un lujoso hotel de los Alpes. Allí se ve a diario con Mick, su amigo y consuegro, que está intentando pergeñar su última película. Los dos comparten ironías, melancolías y confidencias propias de la edad tardía mientras contemplan, de cerca o de lejos, lo que hacen otros huéspedes del hotel: el actor americano reflexivo (¿trasunto de Johnny Depp?), el exfutbolista obeso (trasunto de Maradona), la pareja que nunca se habla, el tibetano que levita, la masajista joven y delicada o la Miss Universo de belleza perfecta. 

La gran belleza le debía mucho a Toni Servillo, pero también a Roma y sobre todo a la extraordinaria forma de mostrarla de un director tan singular como Paolo Sorrentino. Ahora se va a los Alpes para retratar La juventud desde la mirada de unos personajes (¿solo de los personajes?) interpretados por un Michael Caine y un Harvey Keitel que encajan de maravilla en el derroche de hedonismo visual, libertad narrativa y capacidad reflexiva que caracterizan el cine de este gran director. Comprendo que empachará a quien no se sienta fascinado por la belleza casi surrealista de una forma de encadenar imágenes y músicas que solo puede generar entusiasmo o estupefacción. Yo soy de los entregados a la estética de Sorrentino, así que (lamentando verla -la primera vez- en versión doblada) al contemplar La juventud he vuelto a disfrutar con esa mirada reflexiva y a la vez voluptuosa sobre las edades de la vida que hacía tan extraordinaria a La gran belleza. Una simple canción (la que tiene precisamente ese título e interpreta la orquesta que Fred dirige al final de la película) contiene una síntesis perfecta de la pasión propia de la juventud y de la nítidez con que puede ser contemplada desde la edad tardía. Un cierre inmejorable para una película que no nos deja navegando por el Tíber al amanecer, pero que termina con una música tan deliciosa que hace muy difícil irse del cine antes de que acaben los títulos de crédito. La juventud no es La gran belleza pero contiene una belleza muy grande.

jueves, 21 de enero de 2016

Slow West

de John Maclean. Reino Unido, 2015. 84.
21 de enero de 2016. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.

Jay busca a Ross. Él es un joven aristócrata escocés y ella vive con su padre en el duro Oeste americano de 1870. En su peligroso camino le acompaña Silas, un exforajido que cuida de que no le pase nada. Algo difícil porque se ha puesto precio a las vidas de Ross y de su padre y los cazarrecompensas también quieren dar con ellos.

En un mes he visto a Michael Fassbender interpretando estupendamente a Macbeth, a Steve Jobs y ahora a este demonio en redención que acompaña a ese ángel romántico por el lejano Oeste. Slow West es un magnífico western poético que le da mil vueltas al último Tarantino. Hay imágenes muy hermosas, ironías muy sorprendentes y una historia muy bien trabada a partir de diversos encuentros que parecen cuentos morales. John Maclean da un tono luminoso a esta singular película en la que el Oeste es salvaje y violento, pero también bello y esperanzador.

martes, 19 de enero de 2016

Los odiosos ocho

de Quentin Tarantino. EE.UU., 2015. 167.
19 de enero de 2016. Cines Parqueastur, Corvera.

Unos cazarrecompensas comparten diligencia en paisajes invernales de Wyoming. La tormenta de nieve les obliga a buscar refugio en un establecimiento al que también han llegado otros viajeros. En realidad son los miembros de una banda que pretenden liberar a la mujer que uno de aquellos lleva a la horca.  

"La 8ª película de Quentin Tarantino". La frase aparece en los títulos de crédito del comienzo y también en el cartel, justo encima de Los odiosos ocho.  Un título tan extraño que deja la duda de si está aludiendo solo a los personajes de esta película o también al conjunto de la obra tarantiniana. En ella el sádico tiene garantizada la completa atención de su víctima. Así puede permitirse ironías bobas, circunloquios retóricos y lecciones demoradas que se le antojarán muy brillantes ante la mirada cautiva y expectante de quien teme con horror que deje de hablar y empiece a actuar. Y eso no describe solo la relación entre sus personajes, sino también la que Tarantino establece con un público que, en ese estado de alarma, acaba sobrevalorando las referencias históricas, la fotografía efectista, la ambientación teatral y hasta los quiasmos de algunos diálogos pretendidamente felices. Todo eso sirve de coartada para las explosiones de sangre y violencia que caracterizan su manera de entender el cine. En Django desencadenado contaba con la excusa políticamente correcta del abolicionismo. Aquí parece darse la réplica a si mismo en clave casi racista. Algo manifiesto en momentos como la lectura final de esa carta ensangrentada en la que Abraham Lincoln sería amigo de un negro sanguinario o en rótulos tan explícitos como el del título del último capítulo de la película: "Hombre negro, infierno blanco". Cada vez tengo más claro que la burla, la violencia y el encanallamiento del público son las únicas pretensiones de este director. "Nadie viene hasta aquí sin una maldita razón". La frase preside el cartel de la película. Y uno no sabe si solo pretende hacer despreciables a los personajes de esta historia o si está ironizando sobre los motivos del público que le es fiel. Con razón dudé tanto sobre si debía venir.

lunes, 18 de enero de 2016

Testamento de juventud

de James Kent. Reino Unido, 2014. 129’.
18 de enero de 2016. Centro de Interpretación del Cine en Asturias, Gijón. V.O.S.

Vera Brittain es una joven con carácter que quiere entrar en Oxford y llegar a ser escritora. El amor se cruza en su vida justo antes de la Gran Guerra. En ella perderá a su novio, a su hermano y a un buen amigo.

Las memorias de Vera Brittain sobre la Primera Guerra Mundial. Una mirada femenina y singular sobre la guerra, la escritura y el amor que James Kent sabe llevar a la pantalla en esta hermosa película de elegancia muy inglesa y muy clásica. Un buen guión, unas buenas interpretaciones (especialmente la de Alicia Vikander en el papel protagonista) y unas imágenes de delicada sencillez y encuadres oportunos hacen de Testamento de juventud una interesante película que es a la vez una historia romántica y un alegato antibelicista. 

miércoles, 13 de enero de 2016

Grecia: Reinventarse para sobrevivir

de Elena Zervopoulou. Grecia, 2014. 78’.
13 de enero de 2016. Teatro Filarmónica, Oviedo. V.O.S.

En lo peor de la crisis griega seguimos a tres hombres que buscan nuevas formas de salir adelante. Giorgios llegó a vivir en la calle, pero ahora trabaja con una organización solidaria y ayuda a otros sin techo a dejar de serlo. Grigoris abandonó Atenas para volver con su familia al campo e intenta sobrevivir allí. Ilias es un activista que lidera iniciativas solidarias para conseguir que la gente pueda comprar alimentos sin intermediarios. Son tres ejemplos de la forma en que los griegos intentan buscarse la vida en estos tiempos terribles.

En Boy eating the bird's food Ektoras Lygizos nos mostró los extremos devastadores a los que ha podido llegar la crisis griega. Hoy El Documental del Mes nos presenta tres historias más esperanzadoras. Especialmente la de Ilias que nos muestra lo que puede llegar a hacer un hombre con tenacidad y espíritu solidario. Al lado de esa, las otras dos historias quedan bastante desdibujadas. Así que el conjunto, aunque bienintencionado, resulta algo deslucido.

domingo, 10 de enero de 2016

El incendio

de Juan Schnitman. Argentina, 2015. 95.
10 de enero de 2016. Centro Niemeyer, Avilés.

Lucía y Marcelo viven en Buenos Aires en una casa alquilada. Hoy van a firmar la escritura de la que comprarán juntos. Pero a última hora el propietario no puede asistir y tendrán que volver mañana. Con la desazón de ese contratiempo vuelven a casa llevando el dinero. Será una jornada muy tensa en la que descubrirán lo mucho que les separa.

Tiempo de carencia. Tras firmar la escritura, algunas hipotecas trampa empezaban así, sin amortizar capital y pagando solo intereses. A esta pareja porteña el azar le concede un día de carencia sentimental antes de que el notario los una para siempre. Y durante esas horas comprobarán que su amor está amortizado y que seguir viviendo juntos quizá ya no tenga interés. La cámara está donde debe, siempre muy cerca. Metiéndonos en la intimidad asfixiante de una relación casi tóxica que Juan Schnitman retrata con un equilibrio impresionante. Porque consigue que entendamos a los dos. Que nos sea muy fácil comprender lo que le pasa a Lucía y también a Marcelo. Esta relación que agoniza en El incendio me ha recordado a la de 10.000 km. Las dos son muy buenas películas que retratan con intensidad y realismo la intimidad del desamor. La de Juan Schnitman manejando las distancias muy cortas y un plazo que se comprime para esta pareja argentina. La de Carlos Marques-Marcet poniendo a prueba la resistencia de aquella pareja española a la que el trabajo distanciaba. Si el comienzo y el final de 10.000 km. resultaban inolvidables, en El incendio son memorables escenas como la de la escalera ante la que los dos sienten el vértigo de la ruptura, la de la relación sexual en el garaje, tan violenta y equilibrada, o ese recorrido final por la nueva casa cuya vacío se hace tan opresivo. Así que recién comenzada la programación de este año del Centro Niemeyer hemos podido disfrutar con otra magnífica película argentina. Un país del que el cine que nos llega pocas veces me defrauda.

viernes, 8 de enero de 2016

Pasaporte a Pimlico

de Henry Cornelius. Reino Unido, 1949. 84’.
8 de enero de 2016. Centro Galego de Artes da Imaxe, La Coruña. V.O.S.

Durante un caluroso verano de posguerra el hallazgo de una bomba sin explotar en el centro de Londres hace que se descubra en el subsuelo de una plaza una estancia con un valioso tesoro que contiene un documento sorprendente. El que declara el lugar como perteneciente a Borgoña. Lo que significa que Pimlico es un estado independiente. Las peripecias de los ciudadanos del nuevo país y sus relaciones con Inglaterra son la base de esta divertida historia en la que tomarse en serio las patrias acaba dando bastante risa.

La extraordinaria exposición sobre la obra de Juan Genovés que hemos visto esta mañana en ese magnífico espacio para el arte contemporáneo que es el MAC (el Museo de Arte Contemporáneo de la Fundación Gas Natural Fenosa) ya ha justificado esta escapada de ida y vuelta en el día a La Coruña. Por la tarde nos apetecía conocer el CGAI, el Centro Galego de Artes da Imaxe, que desarrolla en su sala de cine una interesante programación mensual con dos pases diarios de martes a sábados (y al sorprendente precio de 1,20 euros). Hoy se proyecta esta estupenda película de Cornelius dentro del ciclo que le dedican a las comedias de los estudios Ealing. Y el momento para verla no ha podido ser más pertinente, con las tensiones independentistas haciendo tan difícil la formación de nuevos gobiernos tanto en Cataluña como en España. Es una película en la que la independencia de Pimlico es estival y alegre, en la que hay acuerdo sobre los hechos históricos que la motivan, en la que las cuestiones económicas parecen importar más que las sentimentales, en la que los ciudadanos independentistas se llevan de maravilla con sus vecinos (y sus vecinos con ellos) y en la que al final todo se resuelve de buena manera con un aguacero que acaba con esa sofocante crisis. Ya podrían ser nuestras tensiones tan estivales como las de Pimlico. Y sus protagonistas (por ambos lados) tan flemáticos como aquellos londinenses. Entonces un buen chaparrón lo resolvería todo. Ojalá llueva pronto. Aunque sea café. Y a cántaros.

jueves, 7 de enero de 2016

O futebol

de Sergio Oksman. España, 2015. 68.
7 de enero de 2016. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.

Tras veinte años sin encontrarse, Simao y Sergio Oksman verán juntos en Sao Paulo los partidos del mundial. Los dos comparten fracasos, silencios y también olvidos.

El fútbol queda fuera de campo en esta película sobre un padre y un hijo que parecen estar de fuera de juego. La cámara, siempre fija, muestra interiores tristes en los exteriores de un mundial. En un coche que recorre la ciudad bajo la lluvia. En un taller electrónico lleno de crucigramas. En planos lejanos que muestran juntas la euforia por un gol en un bar y la llegada de una ambulancia a un hospital. O también un entierro que nos hace dudar si lo que estamos viendo es la vida o solo una ficción. Igual que el fútbol. Esa cosa que llena tantas vidas a costa de quitarle vida a todo lo demás.

lunes, 4 de enero de 2016

Steve Jobs

de Danny Boyle. EE.UU., 2015. 121.
4 de enero de 2016. Cines Parqueastur, Corvera.

Jobs y su entorno. Siempre en momentos previos de grandes presentaciones. La del Macintosh en 1984. La del NeXTcube en 1988 y la del iMac en 1998. Lo vemos con Joanna Hoffman, su fiel asistente y amiga. Con sus (ex)colaboradores. Y también con Lisa, la hija a la que no quiso reconocer.

Empezamos otro año de cine con este nuevo retrato de aquel visionario sobre el que Joshua Michael Stern hizo hace dos años otro bastante entretenido, pero más convencional. Y es que viendo la de Danny Boyle me he acordado de la primera película que vi el año pasado. Me refiero a Birdman, esa obra maestra de Alejandro González Iñárritu en la que también seguimos a un artista entre las bambalinas de un teatro enfrentándose sin red a retos profesionales cuyos motivos solo él entiende, confrontando con otros colegas a los que quiere superar y también hablando con una hija con la que tiene una relación culpable. El artista loco de Iñárritu sueña en Broadway con hacer algo efímero pero sublime. El de Boyle en la Costa Oeste está obsesionado con hacer tangible la perfección. Los dos son retratados en las periferas de los escenarios en los días o en los minutos previos a sus grandes actuaciones. Que este Steve Jobs, tan bien interpretado por Michael Fassbender (al que acabamos de ver haciendo un estupendo Macbeth) en compañía de Kate Winslet, me haya hecho pensar en aquel extraordinario Birdman me parece suficiente para considerar que no ha empezado nada mal este nuevo año en el cine.