martes, 31 de diciembre de 2013

Guadalquivir

de Joaquín Gutiérrez Acha. España, 2013. 90’. 
30 de diciembre de 2013. Cines Centro, Gijón.

Desde Cazorla a Sanlúcar seguimos el ritmo de la vida en ese río maravilloso: águilas imperiales (y reales), cigüeñas negras (y blancas), buitres leonados (y negros), garzas reales (e imperiales), linces, moritos, ginetas, somormujos, ciervos, grullas, muflones, abejarucos, anguilas, camaleones... Y también flamencos. Y un zorro que nos acompaña en este periplo por un río que vincula a Europa con América, que une lo romano con lo musulmán y lo cristiano. Y que hace posible que millones de aves de tres continentes se encuentren en Doñana. Ese río tan bello está en Europa. En España. En Andalucía. Y se llama Guadalquivir.

Por si fuera poca la belleza de las imágenes, este documental poético está acompañado por la voz perfecta de Estrella Morente que nos va guiando con palabras oportunamente líricas hasta desembocar en ese ¡Oh Guadalquivir! de Antonio Machado que canta al final (¡qué ganas de volver a escucharla en el Teatro Jovellanos en el recital del próximo 22 de febrero!). Este país es maravilloso por muchos motivos. Y no es el menor su alucinante diversidad biológica. Quienes disfrutamos tanto con unos prismáticos (¡cuánto debemos a Félix Rodríguez de la Fuente!) en los observatorios de Monfragüe, del Delta del Ebro, de Doñana y también de Zeluán (¡cuánto debemos a la gente de Mavea y a los amigos ornitólogos de la adolescencia!) somos conscientes de la suerte que tenemos de vivir en un país que es envidiado (con motivo) por los naturalistas de toda Europa. Joaquín Gutiérrez Acha hace patria al crear este bellísimo documental que captura (en alta velocidad y en time lapse) el latido de la vida de esa espléndida naturaleza mediterránea que llega al Atlántico. Una gozada para despedir un año de cine. Han sido casi doscientas películas, entre las cuales he visto mucho bueno en el cine. Lo malo es la propia situación de los cines (en Avilés seguimos llorando la pérdida de los queridos cines Marta). Esos que algunos dicen que son caros sin poner ninguna objeción a burbujas económicas y mediáticas tan dañinas como la inmobiliaria o la del fútbol. Algunos pensarán que me gasto mucho en cine. No lo sé. Me gasto en los cines una cantidad similar a la que dono cada año a las ONGs de las que soy socio. Y esos dos gastos (junto con los de los viajes y el resto de mi consumo cultural) son los que considero mejor invertidos. Porque son los que me producen la satisfacción de poder imaginar otros mundos mejores. Y de ayudar a que otros puedan crearlos.

domingo, 29 de diciembre de 2013

The act of killing

de Joshua Oppenheimer. Dinamarca, 2012. 115’. 
28 de diciembre de 2013. Centro Municipal Integrado Pumarín, Gijón. V.O.S.

En 1965 un millón de personas fueron asesinadas en Indonesia. La obsesión anticomunista de la época y un golpe de estado militar explican un genocidio del que siguen mostrándose orgullosos quienes lo perpetraron. E impunes. Tanto que son capaces de aparecer conscientemente en este documental mientras van rodando una estrafalaria película en la que recrean y reivindican aquellos crímenes.

Por la fecha en que lo hemos visto, este documental podría parecer una inocentada macabra. Pero no. No es la parodia de un snuff ficticio. Es la recreación por los propios asesinos de crímenes que (ellos mismos lo dicen) compiten en sadismo (o en crueldad, de eso también discuten) con los de los nazis. Estos autodenominados gángsteres y paramilitares recrean torturas y asesinatos, los comentan jocosamente en un plató de televisión y son agasajados por miembros del actual gobierno de su país. Una obscenidad que da vergüenza ver en el cine sin que haya pasado nada tras el estreno de esta película. Es un documental deliberatamente tosco y feo cuando sigue a los criminales y entre estrafalario y onírico (véase el cartel) cuando muestra momentos de la película que ellos están preparando. Oppenheimer es muy honesto al hacer de su cámara un arma neutra que apunta y señala a los canallas. Tanto que desvela que el propio cine americano inspiró los métodos y escenografías de aquellas torturas y asesinatos. Tanto que consigue que el verdugo interprete el papel de la víctima, haciéndole atisbar por un instante la monstruosidad de unos actos por los que quizá no reciba más castigo que el asco que él mismo siente en la última escena. Pero, más allá de consideraciones cinematográficas, sorprende que esta película no haya removido conciencias y acciones judiciales. Von Trotta consiguió que todo el mundo supiera quién fue Hannah Arendt y debatiera sobre la banalidad del mal. Oppenheimer nos muestra que poco después del juicio de Eichmann hubo otro genocidio del que aún hoy se jactan unos tipos que nos lo dicen a la cara (y a cara descubierta) desde la pantalla. Insisto, parece una inocentada macabra. Un mundo al revés en el que la memoria histórica que se recupera es la de los verdugos para mayor escarnio de las víctimas. Los espectadores asistimos incrédulos a la banalidad de ese mal del que ahora son responsables quienes, pudiendo, no hacen nada contra estos criminales confesos que se saben causantes no banales de un genocidio impune.

sábado, 28 de diciembre de 2013

Nymphomaniac. Parte 1

de Lars von Trier. Dinamarca, 2013. 117’. 
27 de diciembre de 2013. Cines los Prados, Oviedo.

Una mujer herida yace en un callejón. La encuentra un hombre maduro que la lleva a su casa. Ella le cuenta diversos episodios de su vida. Y de su ninfomanía.

La película duraría más de cinco horas pero, con permiso de von Trier (se dice al inicio), se exhibe en dos partes de dos horas cada una. Las historias que la ninfómana relata a su inesperado confesor se organizan en varios capítulos. La pescadora de caña, Jerome, La señora H., Delirio y La escuela del pequeño órgano, son los de esta primera parte. Tras una hermosa escena preambular con la cámara fascinada por la lluvia en el callejón invernal (que en cierto modo recuerda el sorprendente arranque del Anticristo), las glosas empáticas del escuchante se van intercalando en el desarrollo de esos episodios relativamente independientes pero con nexos relevantes. El pecado, la religión, la música o la literatura marcan más el tono de la película que las escenas de sexo explícito (que las hay). También parece haber pequeños guiños autorreferenciales como el de los incumplimientos del código de las pequeñas ninfómanas (¿una ironía sobre lo que ha quedado de la disciplina Dogma?) o la diferencia entre el antisionismo que defendería el protagonista y el antisemitismo que, según él, le adjudican algunos. La historia casi a dos voces de la iniciación en el tren en La pescadora de caña, la muerte del padre en Delirio o la polivisión sobre la polifonía de La escuela del pequeño órgano son algunos de los momentos que me han parecido más logrados de una película extraña pero atrayente. Antes del fundido en negro (simétrico al que la abre), esta primera parte termina con la protagonista diciendo "no siento nada", algo sorprendente tratándose de una ninfómana. En la segunda parte sabremos qué le pasa.

martes, 24 de diciembre de 2013

12 años de esclavitud

de Steve McQueen. EE.UU., 2013. 133’. 
23 de diciembre de 2013. Cines los Prados, Oviedo.

Solomon Northup vive feliz con su familia en Nueva York. Hasta que unos tipos le emborrachan en una cena y a la mañana siguiente despierta encadenado. Lo han secuestrado para venderlo en las plantaciones del sur. Allí pasará doce años trabajando como esclavo.

A comienzos de este año Spielberg nos mostraba un momento crucial de la historia americana. Ahora que el año acaba, McQueen nos pone ante la intrahistoria de aquel tiempo recreando lo que Solomon Northup contó en su libro en 1853. Lincoln y 12 años de esclavitud son dos películas sobrias que no nos ahorran la crudeza de los dramas humanos que se vivían en el sur ni la suciedad de las maniobras políticas en el norte para conseguir que la ley acabara con ellos. Dos películas distintas pero bien centradas en el tema de la esclavitud. La tercera que lo ha abordado este año es Django desencadenado. Pero la mirada excentrica de Tarantino convierte el tema en coartada para que el público pueda disfrutar sin remordimiento con su habitual truculencia efectista. McQueen no obvia el sadismo y la inmoralidad de lo que muestra, pero a diferencia de Tarantino no pretende que el espectador disfrute con ello. Su distanciamiento es total. El mal no se presenta como espectáculo. Si acaso como motivo de reflexión desde el pasado (el diálogo entre Brad Pitt y Michael Fassbender casi recuerda al siglo V ateniense) o hacia el presente (este personaje extrañado me hace pensar en lo que sentiría hoy un europeo que de repente amaneciera sin papeles en el medio de África). 12 años de esclavitud es una película dura pero elegante. Cine oscarizable, pero bien hecho y con pretensiones edificantes.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Sobran las palabras

de Nicole Holofcener. EE.UU., 2013. 92’. 
22 de diciembre de 2013. Cines los Prados, Oviedo.

Dos divorciados maduros se conocen en una fiesta. Y se entienden. Ella es masajista y tiene entre sus clientas (y confidentes) a la anterior esposa de él. Al principio ignora esa relación entre ellos. Pero cuando la descubre se calla. Y pone en peligro un romance que parecía empezar bien.

Sobran las palabras estuvo el mes pasado en la sección oficial del festival de Gijón pero no llegué a verla. Tiene un puntito indie que podría justificar su presencia allí, pero también otro puntito comercial que la acerca a las historias para la televisión. El síndrome del nido vacío (las hijas de los dos amantes abandonan el hogar para irse a la universidad) y cierta adolescencia sentimental en el carácter de estos maduros son la base de esta historia sobre la influencia de las percepciones ajenas en los sentimientos propios. La bonhomía del personaje que interpreta el fallecido James Gandolfini (las advertencias sobre su obesidad parecen premonitorias) y las escenas con varias parejas son lo mejor de una película mejorable.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Mi primera boda

de Ariel Winograd. Argentina, 2011. 102. 
15 de diciembre de 2013. Centro Niemeyer, Avilés.

Adrián y Leonora se casan. Ella lo controla todo, excepto los errores de él. Como perder los anillos el día de la boda.

Comedia de enredos que no ofrece más (ni menos) de lo que promete el cartel. Presencias  estimables como la de Imanol Arias o las de los Luthiers Marcos Mundstock y Daniel Rabinovich (el cura y el rabino que deberían oficiar la ceremonia) hacen grata una historia que solo pretende entretener y hacer sonreír. 

domingo, 15 de diciembre de 2013

Puppylove

de Delphine Lehericey. Bélgica, 2013. 85. 
14 de diciembre de 2013. Teatro Filarmónica, Oviedo. V.O.S.

Diane es una adolescente que explora nuevos territorios. Los del sexo, los de la noche, los que la alejan de su intensa relación infantil con su padre. Julia es su nueva vecina, una chica que le lleva cierta ventaja en ese camino iniciático.

Contada con parsimonia y sin interés, no está claro si quiere ser un retrato de los peligros de la adolescencia, un periplo (cámara en nuca) por la iniciación sexual femenina o una nueva mirada sobre el lolitismo. Escandalizará a los muy ingenuos. A los demás más bien nos aburre. Es la segunda película que vemos de las ocho que componen esta muestra de cine contemporáneo que organiza la Universidad de Oviedo desde el jueves hasta el domingo. Por desgracia, los problemas técnicos la han deslucido (esta Puppylove la hemos visto con una larga interrupción y nos han dicho que ayer las dos películas se vieron borrosas). Por suerte, la interesante película de Cavestany no ha tenido problemas. Ojalá que tampoco los tenga La gran belleza. Se proyecta el último día y no dejamos de recomendársela a los amigos.

Gente en sitios

de Juan Cavestany. España, 2013. 83. 
14 de diciembre de 2013. Teatro Filarmónica, Oviedo.

Una pareja pide la cena, el camarero toma nota y no deja de escribir. Otra pareja recorre un piso con el vendedor de una agencia, él desaparece y llegan los dueños. Un hombre no sabe andar, otro le enseña. A una mujer le molesta el felpudo de su vecino. Un hombre no sabe beber, otro le enseña. Unos amigos quieren gastarle una broma a una compañera que va hacia su coche. Un hombre llega a una estación equivocada donde otro no le espera. Un hombre no sabe dormir, alguien le enseña.

Decenas de micrometrajes como esos se encadenan sin solución de continuidad en esta película sobre los actos fallidos, sobre los absurdos cotidianos, sobre gente a la que le pasan cosas extrañas en sitios corrientes. Retales filmados como sugerentes esbozos de cortometrajes posibles. Hiperrealismo onírico que recuerda a los sketches hilarantes de José Mota, pero también a la poderosa mirada del primer Buñuel. Una propuesta con momentos inquietantes hecha con nanorrelatos que parecen dispersos, pero también hilvanados con esa extraña lógica que encadena los sueños.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Killer Joe

de William Friedkin. EE.UU., 2011. 103. 
12 de diciembre de 2013. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.

Chris tiene los días contados si no paga una deuda. Así que convence a su padre para contratar a un asesino que mate a su madre y cobrar su seguro de vida. Killer Joe acepta ese encargo recibiendo como anticipo a la dulce hermana de Chris. Sin embargo, las cosas no son como ellos creían. El seguro está a nombre del nuevo novio de su madre que mantiene una relación con la nueva mujer del padre.

Los personajes son arquetípicos. El desquiciamiento de Chris, la dulzura de su hermana, el morbo de su madrastra, el pasmo de su padre. Y, sobre todo, la elegancia de ese asesino enamoradizo que interpreta Matthew McConaughey (el magnífico protagonista de Mud) con maneras de forajido tejano. La historia tiene algo de tragedia clásica, de lección moral sobre el engañador engañado. Hay violencia. Hay delicadeza. Y también hay ironía.  Por momentos Friedkin podría recordar a Tarantino, pero su historia no busca tanto cultivar el efectismo de la sangre como trabar bien las relaciones entre unos personajes muy singulares.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Looper

de Rian Johnson. EE.UU., 2012. 118. 
8 de diciembre de 2013. Filmoteca de Cataluña, Barcelona. V.O.S.

Joe es un looper, un asesino a sueldo del futuro. En 2042 se dedica a matar por encargo a quienes le envían desde 2072. Entre los condenados empiezan a llegar algunos loopers. Uno de ellos es el propio Joe.

Joseph Gordon-Levitt es el looper joven. Bruce Willis el mismo Joe llegando desde el futuro. Los dos bordan a este personaje doble que deberá afrontar dilemas del presente y el futuro. El Joe viejo quiere eliminar la raíz de lo que le aleja de su felicidad madura. El Joe joven no quiere que su vida esté determinada por ese otro yo posterior. Mundos paralelos con posibilidades abiertas que se cruzan en un presente futuro. Una historia bien contada que ironiza sobre las perplejidades lógicas que suponen los viajes en el tiempo, pero que no hace trampas al construir un relato coherente sobre distintos mundos posibles. Es un thriller que trata cinematográficamente bien al futuro, porque no lo aleja del todo del presente ni proyecta en él imaginarios actuales. Los actores están impecables. También ese niño dulce y terrorífico que puede ser el fundador de un futuro amable en el que sean imposibles los asesinatos o de un mundo horrible en el que el crimen se extienda también al pasado. Así que no ha estado nada mal esta última película de este fin de semana largo en Barcelona. La hemos visto en la sala Chomón de la Filmoteca dentro del ciclo que le dedican a las mejores del año pasado.  Volveremos.

domingo, 8 de diciembre de 2013

La gran belleza

de Paolo Sorrentino. Italia, 2013. 142. 
7 de diciembre de 2013. Cines Renoir Floridablanca, Barcelona. V.O.S.
18 de marzo de 2014. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.

La vida según Jep Gambardella, un escritor de éxito con una sola novela de hace cuarenta años. Ahora cumple sesenta y cinco disfrutando como nadie de la vida en Roma. De las fiestas nocturnas. De los paseos al amanecer. De los irónicos diálogos en la terraza de su casa frente al Coliseo. De los encargos para la revista de su amiga enana. Y de los encuentros con esa sorprendente fauna humana que lo adora.

El aparato humano. Ese era el título de la novela que hizo famoso a Jep Gambardella. Y podría ser también el de esta película memorable. Dos horas y media de intensa belleza que pasan en un instante. Como la vida de su protagonista, con un momento de plenitud en el encuentro amoroso evocado en la insularidad juvenil y con años de delicioso vacío viviendo plenamente la vida romana. Todo es más que sobresaliente en esta película. Los bellísimos espacios. La apabullante puesta en escena. La intensa y ecléctica música. La fina ironía que casi coquetea con lo hilarante. Las reflexiones estéticas sobre la dolce vita de este cautivador maduro. Porque Jep Gambardella es el mejor anfitrión para presentarnos el sorprendente aparato humano que habita esta Roma decadente (es decir, intemporal). Da gusto seguirlo mientras nos descubre la sublime belleza de la ciudad en la noche y al amanecer. Acompañarlo en el interior de los palacios y en las terrazas con vistas. Disfrutar con él de la impostura de las performances sociales y del surrealismo de magos que llevan jirafas a las termas de Caracalla o de santas centenarias que hacen volar flamencos frente al Coliseo. Roma ya tiene su película de este siglo. Y el título se queda corto. Eso es lo que uno piensa cuando llegan los títulos de crédito y seguimos disfrutando de la belleza mientras navegamos por el Tíber al amanecer. 

¿Quién mató a Mariano Ferreyra?

de Alejandro Rath y Julián Morcillo. Argentina, 2013. 94. 
7 de diciembre de 2013. CCCB (Auditorio), Barcelona. DH Festival.

El 20 de octubre de 2010 un joven fue asesinado en Buenos Aires. Participaba en una manifestación apoyando a los trabajadores del ferrocarril que sufrían las consecuencias de la tercerización empresarial. Un periodista investiga sobre el tema. Y acaba escribiendo un libro que desvela las conexiones entre el aparato corrupto de los sindicatos gremiales, la tercerización económica y también la tercerización de una represión que ya no está a cargo de la policia sino de ese lumpenproletariado mafioso que allí se llama la patota de la burocracia sindical.

Una espléndida película sobre periodismo de investigación en el que un intérprete magnífico (Martín Caparrós) encarna a un periodista heroico (Andrés Oviedo). Un documental revelador con testimonios de los familiares y amigos del joven asesinado. Y una reconstrucción de lo que pasó en la calle entre los manifestantes y esa patota brutal en las horas previas al crimen. Tres espléndidas películas se unen en este magnífico documental (¿documental?) que por momentos me hace pensar en El estudiante de Santiago Mitre. Los hechos que se narran son impresionantes. La investigación de Oviedo está a la altura de las mejores historias de periodistas. Las intenciones son más que compartibles. Así que ha sido una suerte que esta tarde  nos hayamos encontrado en el CCCB (veníamos a ver la exposición de World Press Photo 2013) con la última jornada de este festival de cine sobre derechos humanos que incluye películas tan espléndidas como ésta y como A world not ours, la que vimos el domingo pasado en el Niemeyer.

La por (el miedo)

de Jordi Cadena. España, 2013. 73’. 
7 de diciembre de 2013. Cines Icaria, Barcelona. V.O.S.

Un día en una familia con miedo. El que sienten la mujer, el adolescente y la niña cuando el padre está en casa.  

Abundancia de planos muy cortos. Profundidad de campo mínima en los demás. Encuadres singulares. Sonido perfecto. Esos son los elementos que hacen meritoria a esta película cuando los personajes no hablan. Pero el guión la destroza. Sobre todo por la falta de verosimilitud de los diálogos. La historia requeriría bastante más que una revisión. También en ese final dramático de un tema que no necesita esos subrayados.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Juego de espías (Canfranc-Zaragoza-San Sebastián)

de Ramón J. Campo, Germán Roda. España, 2013. 65. 
6 de diciembre de 2013. Cines Alexandra, Barcelona.

Por la estación de Canfranc pasaba el oro que los nazis llevaron a Sudamérica a través España y Portugal. Y también informaciones que serían muy útiles para su derrota. Un grupo de aragoneses, vascos y franceses arriesgaron sus vidas para que esos informes llegaran a los aliados.

Sentí no poder ver este documental en el festival de Gijón. Así que me ha alegrado encontrármelo ahora en Barcelona. Su valor cinematográfico es limitado (solo los dibujos de algunos personajes y situaciones lo distinguen de un documental televisivo), aunque su propósito es más bien ser testimonio y reivindicación de las gestas de unas personas que vivieron en el anónimato durante décadas. La aparición en 2001 en la estación de Canfranc de algunos documentos reveladores sobre la importancia histórica de este paso fronterizo fue el detonante de una investigación que permitió dar con los hijos y los nietos de aquellos héroes (y con ellas mismas, en el caso de las niñas que también participaron). Eran personas corrientes que se arriesgaron a acabar en campos de concentración por colaborar en la lucha contra el nazismo. Pero mientras los franceses tuvieron el reconocimiento que merecían al terminar la guerra, aquellos españoles fueron encarcelados por unas actividades que durante demasiado tiempo han permanecido en el olvido. Como la propia estación de Canfranc, un lugar bellísimo y también olvidado. Como nuestra memoria histórica, un territorio propicio para este cine comprometido.

lunes, 2 de diciembre de 2013

A world not ours

de Mahdi Fleifel. Reino Unido-Líbano-Dinamarca, 2012. 93. 
1 de diciembre de 2013. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.

Mahdi Fleifel regresa cada verano a Ein el-Hilweh, el campo de refugiados del sur del Líbano en el que nació. Su padre grababa en video instantes de la vida cotidiana de esta familia de palestinos que emigraron a Dinamarca. Mahdi lo ha seguido haciendo y con las imágenes de cada verano muestra las vidas de familiares y amigos que siguen  allí.

Cine fragmentario y autobiográfico. Retales de grabaciones de video para construir una historia personal que es también la de una causa triste. Pero no es cine militante. No pretende otra reivindicación que la del sufrimiento de unas gentes sin futuro. Ein el-Hilwed es un campo de refugiados, pero no de los de tiendas blancas que levanta ACNUR para los dramas transitorios. Es una ciudad ruinosa en la que se hacinan miles de palestinos desde hace sesenta años. Algo de esas vidas es lo que nos muestran las cámaras de Mahdi y de su padre. Imágenes viejas de cuando los familiares y amigos eran más jóvenes. Imágenes nuevas en las que se ve con nitidez la ausencia de futuro ni esperanza. Sobre la vida en las ciudades palestinas es también interesante la edificante ficción que construyó Thierry Binisti con Una botella en el mar de Gaza. Pero la mirada cinematográfica de Mahdi Fliefel bebe de otras fuentes (¿quizá Ross McElwee?) y me recuerda a ese magnífico cine autobiográfico que, con motivos menos dramáticos, están haciendo algunos jóvenes directores aquí (León Siminiani, Daniel Castro...) El español de los subtítulos evidencia que esta interesante película (como tantas otras que vemos en esta sala) nos llega desde Buenos Aires. Es estupendo que el Centro Niemeyer parezca estar tan cerca de la calle Corrientes.

sábado, 30 de noviembre de 2013

El consejero

de Ridley Scott. EE.UU., 2013. 113’.
30 de noviembre de 2013. Parqueastur, Corvera.

Un abogado cae en la tentación de trabajar para los grandes traficantes de drogas en la frontera con México. El pago de una fianza para que salga de la cárcel el hijo de una mujer a la que defendía le hace parecer responsable del robo de un camión con droga. Un pecado involuntario con terribles consecuencias para su novia y para quienes le contrataron.

Ridley Scott y Cormac McCarthy. Palabras mayores del cine y la literatura. Y no es una adaptación. El autor de La Carretera ha escrito directamente el guión de esta historia. Los actores tampoco se quedan atrás: Michael Fassbender, Brad Pitt, Javier Bardem, Cameron Diaz, Penélope Cruz y Bruno Ganz. Las mejores expectativas para una película que realmente son tres. Una literaria en la que los personajes dicen cosas que dan mucho que pensar (los consejos de los mafiosos, la venta del diamante, la conversación femenina sobre el catolicismo y el pecado, las consideracianes machadianas...) Otra de ambientes que da gusto mirar (Bardem y sus guepardos, la relación amorosa entre Michael Fassbender y Penélope Cruz, el orgasmo silúrico de Cámeron Díaz en el coche...) Y otra sobre los depredadores que dirigen el gran tráfico de drogas. Sin embargo, la tercera falla. El thriller no es tan poderoso para albergar la fuerza de esa literatura con pretensiones metafísicas y de esas inquietantes atmósteras de frontera.  Todo queda en una historia interesante que no llega a ser la gran película que uno espera.

viernes, 29 de noviembre de 2013

El gran simulador

de Néstor Frenkel. Argentina, 2013. 73. 
28 de noviembre de 2013. Centro Niemeyer, Avilés.

René Lavand tiene mano para las cartas. Mano izquierda, solo mano izquierda. Es un ilusionista manco tan diestro manejando la baraja como cautivador hablando de lo que hace. Imágenes antiguas de sus espectáculos en todo el mundo se combinan con las de la vida cotidiana de este anciano al que da gusto ver y escuchar.

Es clavado a Óscar Niemeyer. Y como a él le encanta la belleza de la simplicidad. La que crea ante nosotros con su mano izquierda y con sus palabras. "No se puede hacer más lento". Nos lo repite una y otra vez para que reparemos en la sintaxis de sus dedos y en la semántica de sus cartas. Pero nos engaña al hacernos creer que sus palabras son solo el acompañamiento de su mano. Es al revés, es su mano la que ilustra sus palabras. El mérito de este hermoso documental está, en gran medida, en el fascinante personaje que lo motiva. Pero también en la habilidad de Néstor Frenkel para hacer con él una historia cautivadora. Una historia en la que la mano derecha (perdida en la infancia, colgada en la puerta como picaporte y esperada en ese envío que nunca llega) está siempre presente como explicación de las habilidades mágicas de este artista. Y la magia del cine hace posible el último truco de René Lavand: que su mano izquierda pugne con esa mano derecha inexistente.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Come, duerme, muere

de Gabriela Pichler. Suecia, 2012. 103’. 
27 de noviembre de 2013. Centro Cultural Valey, Piedras Blancas. V.O.S.

Raša pierde su empleo en la empresa de envasado de verduras en la que trabaja. Su padre es un emigrante montenegrino que no puede trabajar por sus dolores de espalda. A pesar de su tenacidad, a Raša no le es fácil encontrar un nuevo trabajo. 

En el norte también sufren la crisis. Sobre todo los más débiles, los de fuera, los que no tienen formación. De eso va una película que podría tener algo que ver con Los lunes al sol. Pero la cámara que sigue permanentemente a Raša tiene una frialdad nórdica bien distante de la emotividad con que León de Aranoa reivindicaba la dignidad de aquellos perdedores maduros.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Una familia de Tokio

de Yôji Yamada. Japón, 2013. 146’. 
26 de noviembre de 2013. Cines los Prados, Oviedo.

Una pareja de ancianos viajan a Tokio para pasar unos días con sus hijos. El contacto con ellos será también una despedida porque cuando van a regresar a su isla la madre muere.

Han pasado sesenta años entre los Cuentos de Tokio de Yasujiro Ozu y esta historia que pretende recrearla hoy. Y la diferencia es abismal. El guión es en gran medida el mismo con pequeños cambios en algunos personajes (el hijo que vivía en otra ciudad en la historia de Ozú vive en Tokio en la de Yamada, su novia viene a ser aquella inolvidable nuera viuda y los nietos radicalmente rebeldes hace sesenta años son ahora mucho más moderados). Pero el resultado es muy diferente. Cuentos de Tokio perfilaba mucho más y mucho mejor el carácter de todos los personajes y hacía importantes todos los momentos y todas las conversaciones, mientras que Una familia en Tokio convierte en impostadas (incluso ñoñas) las partes en que pretende ser más fiel al original. Vana empresa la de intentar actualizar un relato que se ha hecho intemporal. Pero es que además Una familia en Tokio se olvida de que el original de Ozú no solo es mayúsculo por la historia que cuenta, sino también por la belleza formal con que lo hace. Cada plano y cada secuencia de Cuentos de Tokio es una lección de inspiración en la composición de los encuadres, en la geometría con que se colocan y se mueven los personajes, en la cadencia con que se suceden las imágenes. Nada hay de eso en Una familia en Tokio. Así que no se entiende el motivo de un sucedáneo que lo único que aporta es el posibe interés que pueda despertar por ver el original. Quizá sea a Ozu al que ha querido premiar de forma transitiva (e innecesaria) el festival de Valladolid concediendo una Espiga de Oro a esta copia que realmente no la merece.

martes, 26 de noviembre de 2013

Blue Jasmine

de Woody Allen. EE.UU., 2013. 98’.
25 de noviembre de 2013. Parqueastur, Corvera.

Jasmine está arruinada. No le queda otro remedio que irse a San Francisco a vivir con su hermana Ginger. Las dos son muy distintas. Jasmine era la mujer de un poderoso especulador financiero que se ha suicidado en la cárcel. Ginger trabaja en un supermercado y lleva una vida humilde con sus dos hijos y su nuevo novio. Es una convivencia obligada en la que esta inestable Jasmine intenta rehacer su vida. Y complica bastante la de los demás.

Woody Allen ha vuelto a América. Esta vez a la Costa Oeste (Nueva York solo aparece en los flash back). La estupenda interpretación de Cate Blanchet de ese personaje poliédrico (un regalo para cualquier actriz) ya hace que merezca la pena ver esta película. Pero hay mucho más. Es una historia bien contada en la que Woody Allen vuelve a contraponer a quienes se mueven como peces en el agua en una vida regalada y a los torpes que hacen siempre el ridículo en esos entornos. Mira Sorbino en Poderosa Afrodita creo que fue la primera que me encantó en ese registro. Luego han sido muchos (entre ellos Javier Bardem y Penélope Cruz) los que han dado vida a esos seres toscos y sin hipocresía. Reconozco que el doblaje de esos personajes cutres me resulta incómodo al principio. Pero luego me olvido y disfruto del contraste entre esa aparente gentuza que en realidad es buena gente y esa gente bien que en realidad es bien mala. De Blue Jasmine me gusta el ritmo de la historia. Me gusta la organización de un relato que combina dos tiempos y dos espacios. Y también me gusta la intención de regodeo en la humillación de esos burbujeros (Alec Baldwin como trasunto de Madoff) que tanto mal (nos) han hecho. No soy de los insatisfechos que cada año comparan la última película de Allen con alguna supuesta obra maestra anterior (¿cuál sería? ¿no lo es el conjunto de su obra?). Soy de los que se alegran de poder disfrutar de un regalo suyo cada año y de encontrar en él sorpresas y momentos de encantamiento. Me sucede cuando sus películas me parecen perfectas. Pero también cuando las encuentro deliciosamente imperfectas. Jasmine es muy imperfecta, pero Blue Jasmine es deliciosa.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Ida

de Pawel Pawlikowski. Polonia, 2013. 80’. B/N
24 de noviembre de 2013. Teatro Jovellanos, 51º Festival de Cine de Gijón (sección oficial). V.O.S. 

Ida es una novicia huérfana que está a punto de tomar los votos. Antes de hacerlo la superiora del convento le recomienda ir a conocer a su tía, su única familia. Con ella indaga sobre lo que les sucedió a sus padres. Y descubre que eran judios y que fueron asesinados y enterrados en un bosque al final de la guerra. El encuentro será iniciático para Ida y catártico para su tía, que ajusta cuentas pendientes con su pasado y un día salta desde una ventana. Tras su muerte la futura monja experimenta las cosas con las que disfrutaba su tía y a las que renunciará para siempre cuando regrese al convento.

No es extraño que Patrice Leconte, el presidente del jurado, declarara su pasión por esta película que se ha llevado cuatro premios (mejor película, mejor actriz, mejor guión y mejor dirección artística). Es una sucesión de planos fijos, casi cuadrados, en un blanco y negro bellísimo y con una composición tan hermosa que el ojo queda cautivado por su equilibrio y por su capacidad para sugerir atmósferas. La Polonia de los primeros sesenta es el contexto desde el que las protagonistas de esta triste y bella historia bucean en un pasado oscuro que condicionó sus vidas dos décadas atrás. La película parece que hubiera nacido de una serie de fotografías que evocan situaciones y sentimientos más perfilados que subrayados. A cada una de esas impresionantes estampas Pawlikowski le da el tiempo necesario para que la historia avance a un ritmo perfecto. Pero también el que necesita el espectador para poder disfrutar de la belleza de cada plano y cada escena. Tan fascinantes son las imágenes que incluso los subtítulos en inglés se niegan a estar siempre abajo y buscan a veces otro lugar en el que hagan menos daño al encuadre. Y así hasta la última escena, la que contiene el único plano en el que la cámara deja de ser fija y se vuelve subjetiva para acompañar a esta Ida que regresa a ese tiempo detenido que le espera en el convento. Como un Erice polaco me ha parecido este director que ha vuelto a ser galardonado con todo merecimiento en el festival de Gijón. Por lo demás, me alegro de que el premio de la crítica haya ido para Henri, la magnífica historia que vi la segunda mañana del festival y también me alegro de que el premio especial del jurado se lo lleve la emotiva y arriesgada historia de Los insólitos peces gato. Solo lamento que Le passé se vaya sin premio (podría haberse llevado, al menos, el de mejor guión). Aunque reconozco que las premiadas encajan mejor en el tono indie (pero no ridículo, como el año pasado) al que quiere seguir siendo fiel un festival que tanto me hace disfrutar cada año.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Our Sunhi

de Hong Sang-soo. Corea del Sur, 2013. 88’. 
23 de noviembre de 2013. Cines Centro, 51º Festival de Cine de Gijón (sección: Hong Sang-soo). V.O.S.

Sunhi se ha graduado en dirección de cine y quiere ir a Estados Unidos para estudiar un postgrado. Por eso le pide una carta de recomendación a un profesor de su universidad. Esa visita le deparará encuentros con un antiguo novio, con ese profesor y también con otro, al que ambos le cuentan sus conversaciones con ella y que acabará interesado por Sunhi.

Esta es la última película que ha hecho Sang-soo, la que cerrará el festival en la gala de clausura. Es una lástima que el director coreano finalmente no haya podido venir a Gijón. Habría estado bien escucharle hablar de su cine. Y del cine. He visto Our Sunhi en el pase de prensa de la mañana y me ha gustado. Me ha devuelto las sensaciones de En otro país. Allí había tres historias sucesivas que eran realmente tres guiones posibles con los mismos personajes. Aquí hay tres personajes masculinos que comparten parte de un guión basado en la descripción que de Sunhi podría hacerse en esa carta de recomendación. Hay reflexión sobre el cine, sobre la diferencia entre hacerlo y enseñarlo. Hay también muchas mesas con conversaciones bi o trilaterales. Hay encuentros en bancos y paseos por parques. Hay reiteraciones, azares y no poca ironía. Hay botellas verdes de Soju que parecen competir con las de cerveza para saciar a unos personajes que viven cuando beben. Hay diálogos largos con planos fijos solo corregidos por leves acercamientos o barridos. Hay encuadres aparentemente casuales pero bastante cuidados. En las posiciones de los personajes. En lo que pasa entre ellos. Y en la vida cotidiana que casi siempre se ve más allá. Es un cine perfectamente identificable que gana cuando coloca al personaje femenino en un papel central. Eso me recuerda a Rohmer. Y eso me gusta.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Nobody’s Daughter Haewon

de Hong Sang-soo. Corea del Sur, 2013. 90’. 
22 de noviembre de 2013. Cines Centro, 51º Festival de Cine de Gijón (sección: Hong Sang-soo). V.O.S.

La madre de Haewon se va a vivir a Canadá y han quedado para verse en un restaurante. Haewon registra en su diario ese encuentro, el paseo posterior con ella, las conversaciones con un profesor casado con el que tiene una relación que quisiera terminar y las que tiene con una amiga que también tiene como amante a un hombre casado. Pero se queda dormida esperando a su madre. Mucho de lo que vemos quizá solo sean sus sueños.

Las primeras escenas son femeninas. Y me gustan mucho. El delicioso encuentro soñado con Jane Birkin parece confirmar mi hipótesis de lo bien que le sienta al cine de Sang-soo algún contrapunto occidental. Luego, los diálogos con la madre también me resultan interesantes. Así que los encuentros con los personajes masculinos llegan cuando ya estoy dentro del mundo Sang-soo. O fuera porque, según uno de los personajes, pasear es tan bueno como comer y esta película tiene bastantes diálogos en bancos, parques y senderos alejados de las mesas con comida y alcohol. Enmarcados estos encuentros en ese posible diario soñado, la historia gana en posibilidades interpretativas sin generar por ello perplejidad. Y eso me gusta.

Floating Skyscripers

de Tomasz Wasilewski. Polonia, 2013. 93’. 
22 de noviembre de 2013. Cines Centro, 51º Festival de Cine de Gijón (sección oficial). V.O.S.

Kuba es un nadador con futuro. Su relación con su novia es buena, pero cuando aparece Michal descubre pulsiones amorosas que no conocía.

La fría homosexualidad polaca. Este podría ser también el título de una película que quizá pretenda romper algún tabú (allá donde lo haya) y que quizá por eso se protege con encuadres pretenciosos y demoras esteticistas. La historia parece centrarse en el drama bisexual de este silencioso Kuba, pero también presta alguna atención a la salida del armario de Michal, lo que desequilibra un relato que acaba por no ser ni una historia sobre Kuba, ni tampoco sobre los dos. La terrible agresión homófoba a Michal y su abandono por un Kuba pusilánime cierra de manera pesimista una película que aparenta más de lo que ofrece.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Le tableau

de Jean-François Laguionie. Francia, 2011. 76’. 
21 de noviembre de 2013. Casa de la Cultura, Avilés. 51º Festival de Cine de Gijón (sección: Jean-François Laguionie). V.O.S.

El pintor ha dejado el cuadro inacabado. Por eso hay personajes de tres clases: los yalistos, los amedias y los bosquejos. Los yalistos viven felices en el castillo despreciando a los otros. Pero un yalisto se enamora de una amedias y así comienza la aventura de tres personajes que deciden salir del cuadro en busca del pintor. Quieren pedirle que los acabe. Que termine con la desigualdad. En su periplo descubrirán que fuera hay otros mundos en otros cuadros. Y que todos están conectados. Al final encuentran al pintor, pero ya no lo necesitan para liberarse.

El cine de animación no me atrae demasiado, pero debo decir que esta película me ha encantado. Por sus bellas imágenes, por sus evocaciones pictóricas (Modigliani, Picasso, Escher, Renoir...) y hasta por sus intenciones sociopolíticas. Es una historia sencilla, apta para todos los públicos (también para los niños), que propone un delicioso repaso a la relación entre el artista y su obra, planteando bonitos interrogantes sobre las diversas dimensiones de la realidad. Cine bello y edificante el de esta tarde en Avilés. Estas extensiones del festival de Gijón han traído a mi ciudad películas bien diversas: tras la sorprendente El triste olor de la carne del lunes, el martes hubo sesión de cortometrajes (de los que me han hablado muy bien mis alumnos) y mañana se proyectará Història de la meva mort, de Albert Serra. Estas proyecciones de la tarde se suman a las cuatro películas proyectadas en el Niemeyer de la sección Enfants terribles el lunes y el martes (esta semana no hemos dejado de hablar en clase de Baby Blues, tras el impacto que causó la película en la mayoría de los alumnos). Esta apertura del festival a Avilés ha sido un acierto. Gijón no pierde por ello espectadores como yo, pero el festival gana al hacerse más tentador para otros públicos.

El verano de los peces voladores

de Marcela Said. Chile, 2013. 87’.
21 de noviembre de 2013. Cines Centro, 51º Festival de Cine de Gijón (sección: rellumes).

El propietario de las tierras pone vallas en el bosque y provoca explosiones en el lago para matar carpas. La vida cotidiana de su privilegiada familia se enmarca en unos bellísimos paisajes del sur. Allí es donde más contrasta ese Chile reaccionario con los pueblos originarios.

Hasta ahora Marcela Said solo había hecho documentales. Y se nota (para bien) en esta perturbadora película. Su mirada no está preocupada por contar una historia que comience y termine, sino por hacernos asistir a instantes  casi casuales (y por ello reveladores) de está familia con un padre seguro de su poder y una hija capaz de percibir el conflicto soterrado. La película muestra un fragmento de una historia que no empezó con la independencia de Chile ni ha terminado con la dictadura. Gregory Cohen, el actor que interpreta a ese padre reaccionario, recordó en el coloquio que al pueblo mapuche se le considera heroico por su resistencia frente a los conquistadores, pero se le menosprecia cuando el conflicto es con los (¿demás?) chilenos. Esta tensión histórica enmarca una película que evoca mucho más de lo que muestra. Con escenas poderosas Marcela Said consigue que esos paisajes inquietantes confronten con unos personajes que entienden la vida con el sarcasmo de los arrogantes. Esos cuyo desprecio al otro les hace tan peligrosos.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Los insólitos peces gato

de Claudia Sainte-Luce. México, 2013. 95’. 
20 de noviembre de 2013. Teatro Jovellanos, 51º Festival de Cine de Gijón (sección oficial).

Claudia tiene una vida triste. Vive en un cuarto destartalado y trabaja promocionando productos en un supermercado. Una apendicitis la hace coincidir en el hospital con Martha, una mujer con sida y muchos hijos. Las dos salen el mismo día del hospital y Martha invita a Claudia a su casa. Primero a comer, luego a ir compartiendo la vida con esta familia entrañable.

La felicidad está en los cuidados cotidianos. Eso siente Claudia cuando entra en ese mundo familiar lleno de vida. Cuidar de Martha e integrarse en esa familia (como una hermana más o como una madre que la sustituirá cuando falte) le hace sentir que su vida tiene sentido, que puede salir del naufragio. Es una historia sencilla y parsimoniosa pero que consigue lo que nos dijo su joven directora en la presentación: transmitir sentimientos. La coincidencia en el nombre no debe ser la única clave autobiográfica de esta historia modesta que fue premiada en el festival de Toronto y que habla de lo que ganan los seres humanos cuando aprenden a cuidar de los demás.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Hahaha

de Hong Sang-soo. Corea del Sur, 2010. 116’.
19 de noviembre de 2013. Cines Centro, 51º Festival de Cine de Gijón (sección: Hong Sang-soo). V.O.S.


Antes de irse a Canadá un director de cine queda con un amigo para charlar y beber. Las fotos en blanco y negro de ese encuentro y las voces en off de sus brindis se intercalan con los relatos, que cada uno cuenta sucesivamente, de los momentos agradables de una estancia reciente en una ciudad costera. Los dos estuvieron en los mismos lugares, con las mismas personas y en el mismo tiempo. Pero (casi) no coincidieron.

Mesas con comida y alcohol como escenario y motivo. Conversaciones fluidas o truncadas. Irrupciones de lo banal y lo metadiscursivo en el relato. Escenas aparentemente descuidadas unas veces y con segundos planos relevantes otras (la chica tras el cristal del restaurante, el mendigo en el puerto...) Un zoom que de pronto nos acerca a los personajes. Música amable de piano al final de algunas escenas. Recurrencias de objetos (gorras rojas, paraguas iguales...) sin aparente significado.   Momentos surrealistas (el mendigo con el cuchillo, la ruptura a caballito...) u oníricos (el almirante medieval que recomienda tener una mirada propia). La reflexión filosófica y la estupidez en la misma mesa. Hasta aquí algunas de las cosas que he visto en una película que me ha parecido más inteligible y mejor estructurada que Woman is the future of man pero que no me ha interesado tanto como En otro país. Esos elementos, y seguramente muchos otros, permitirían elaborar un discurso teórico bastante solvente sobre esta película (y sobre el cine de Hong Sang-soo). Con sus guiños y extrañezas hasta podría relacionarse con el de Buñuel. Pero solo si se diseccionan las imágenes, si se deconstruye el relato (¿realmente hay relato?). Disfruté bastante viendo En otro país sin necesidad de analizar lo que estaba viendo. El fluir de la historia (¿había historia?)  me interesaba, me sorprendía y me agradaba. Pero con estas nuevas películas de Hong Sang-soo (anteriores en su filmografía) debo esforzarme para buscar (y en gran medida no encontrar) el interés. Tengo curiosidad por ver las dos últimas películas (las que ha hecho después de En otro país) de este director canonizado por tantos críticos. Y por comprobar si me gusta más el Hong Sang-soo más reciente que el que encumbraron los festivales. Si al final solo me quedo con la primera de las que he visto, ya tengo una hipótesis sobre los motivos de aquella excepción: la presencia de la francesa En otro país me metía en un tipo de historia que me resulta bastante ajeno.

Le passé

de Asghar Farhadi. Francia-Irán, 2013. 130’.
19 de noviembre de 2013. Cines Centro, 51º Festival de Cine de Gijón (sección oficial). V.O.S.


Ahmad vuelve a París desde Irán para divorciarse de Marie. Llevan cuatro años separados y ella está iniciando ahora una nueva relación con Samir. La llegada de Ahmad desvela los motivos por los que Lucie, la hija mayor de Marie, se lleva tan mal con su madre. Y las razones por las que la mujer de Samir intentó suicidarse.

Una historia cautivadora sobre los hilos que tejen las relaciones familiares. Los que están a la vista y los que permanecen ocultos. La llegada de alguien del pasado revela la trama del presente. Siempre que haya una buena urdimbre y un buen bastidor para tejerla. Y eso lo pone como nadie Asghar Farhadi en este tapiz familiar de colores cálidos y atmósferas invernales. La película avanza delicadamente. Contando poco al principio. Dejando intuir solamente la temperatura de las relaciones y el sentido de los recelos. Para ir componiendo después una historia en la que nada falta y nada sobra. A media hora del final (cuando el amigo de Ahmad le dice que corte su relación con Marie, que la vida sigue adelante sin nosotros) ya hemos visto una película magnífica. Pero Asghar Farhadi la continúa y nos muestra nuevos hilos que llevan al drama de Samir, cerrando de manera impecable una historia de sentimientos contenidos llena de encrucijadas. Como las que viven unos personajes, que en varias escenas parecen irse, pero luego dudan y finalmente vuelven. Como las de la propia historia, que tiene sus claves en un pasado del que Farhadi nos va desvelando información al ritmo perfecto para que podamos sentir en presente continuo lo mucho que estamos disfrutando con esta magnífica película. Quiero más pasado. Quiero saber más de lo qué ha hecho antes este gran director del que ya tengo claro que Nadir y Simin, una separación no fue flor de un día. Ya está tardando una retrospectiva del cine de Farhadi.

martes, 19 de noviembre de 2013

El triste olor de la carne

de Cristóbal Arteaga Rozas. España, 2013. 87’.
18 de noviembre de 2013. Casa de la Cultura, Avilés. 51º Festival de Cine de Gijón (sección: límites).


Hora y media siguiendo a Arturo Barrera por Vigo. Es una mañana especial para este hombre trajeado que recorre la ciudad haciendo gestiones para conseguir efectivo. Aunque sabe que no podrá evitar el embargo de su casa, del que su mujer no sabe nada.

Hiperrealismo cinematográfico. Una película filmada en un único plano secuencia que dura hora y media con una factura sorprendente e impecable. Le seguimos en su coche, en el autobús, caminando por la ciudad, en el taxi, con su hija. El discurso de Rajoy en el debate del estado de la nación que se oye en las radios es el contrapunto perfecto para un drama actual que tiene bien merecido el premio "Resistencias" que le ha concedido este fin de semana el festival de Sevilla. El agónico periplo por Vigo de este hombre sin futuro me ha recordado al que filmó hace veinte años Amir Naderi en aquel Manhattan by numbers que también nos hablaba de otra crisis desahuciadora y que  me cautivó el año pasado en este mismo festival. Un festival que se abre a la región y que, además de las de Enfants terribles, trae cada tarde a Avilés una película de otras secciones. La de hoy ha sido más que recomendable.

Blockbuster

de Tirso Calero. España, 2013. 103’.
18 de noviembre de 2013. Cines Centro, 51º Festival de Cine de Gijón (sección oficial)



Un actor veterano va a protagonizar el primer cortometraje de un joven director. Es el fin de su carrera para uno y el comienzo para el otro.

Mala con avaricia. Eso habría dicho de esta película si me tropezara con ella en la tele (justo antes de saltar a otro canal). Pero me la encuentro en la sección oficial del festival de Gijón. Recuperar a actores veteranos para hacer una película en la que varios actores veteranos son recuperados para una película parecía una buena idea. Pero la obviedad y los lugares comunes del guión son tan extremos que uno llega a dudar si pretenderá ser una autoparodia. Hace apenas diez días en el comentario de La ilusión relacionaba la película de Daniel Castro con otras tres recientes sobre gente que hace cine en España: Mapa, de León Siminiani, Los ilusos, de Jonás Trueba, y El tiempo de Plácido Meana, de Kike Narcea. Cualquiera de esas cuatro magníficas películas prestigiaría al festival que la premiara. Pero que este patético Blockbuster se haya colado en su sección oficial le hace daño al festival de Gijón y solo sirve para despistar a algún espectador desprevenido. Como yo.

Baby blues

de Katarzyna Roslaniec. Polonia, 2012. 100’.
18 de noviembre de 2013. Centro Niemeyer (Auditorio), Avilés. 51º Festival de Cine de Gijón (sección: Enfants terribles). V.O.S.


Natalia tiene un bebé.  Su madre se va de la ciudad y a partir de ahora ella deberá cuidarlo con Kuba, el padre del niño. Son dos adolescentes a los que esa responsabilidad les queda grande. Peligrosamente grande.

Ética versus estética. La película parece plantear ese conflicto, pero esta pareja de adolescentes apenas lo sienten. El monopatín (para él) y las pintas (para ella) son lo más importante. Pretende ser cine edificante que lleva al límite el problema de la responsabilidad, pero en esta historia el bebé tiene más interés por su contraste estético con estos jóvenes alocados que por las dificultades morales que les plantea. La directora quizá quiera emular al cine de Ken Loach pero le ha salido algo más parecido a (lo mejor de) Almodovar: vida y color. La proyección fue bastante especial. Por primera vez la sección Enfants terribles del Festival de Gijón viene a Avilés. Las casi mil butacas del auditorio del Niemeyer se han  llenado hoy (y seguramente se llenarán mañana) con alumnos de los institutos de la comarca. Ver una película poco convencional, escucharla en polaco mientras se leen los subtítulos en castellano (o en inglés), asistir al coloquio con la actriz tras la proyección y participar en la decisión de los premios dando una puntuación a la película a la salida, es aprender a vivir la experiencia de un festival internacional de cine. Y creo que les ha encantado. Algunos nos hemos empeñado en que esto sea posible también en Avilés. Y que lo de este año sea solo un precedente.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Like father, like son

de Hirokazu Kore-Eda. Japón, 2013. 120’.
16 de noviembre de 2013. Cines Centro, 51º Festival de Cine de Gijón (sección: gran angular). V.O.S.


Un arquitecto tenaz y ambicioso intenta educar así a su hijo. Hasta que el hospital les comunica que hubo un error entre dos niños que nacieron el mismo día. Las pruebas confirman que otros padres también tienen un hijo equivocado. Las dos familias son muy distintas. Sobre todo en la forma de afrontar el dilema y de entender la convivencia con los hijos.

Kore-Eda vuelve a la familia. A los hijos. A la separación. Pero ahora con una historia que podría parecer de sobremesa dominical televisiva, pero que él convierte en otra cosa. Like father, like son es un interesante juego de espejos entre dos maneras de ver las prioridades de la vida. Es fácil encontrar en esta película elementos que recuerdan a otras: la visita al abuelo, como en Still walking, los viajes y las huidas, como en Milagro, aunque sin la dureza y la desazón de la inolvidable Nadie sabe. Like father, like son es un relato bien construido que, como en el resto de su cine, da mucho que pensar y bastante que sentir. A diferencia de otros, Koré-Eda no hace trampa con las imágenes de niños. Solo las usa para contar buenas historias.

Pelo malo

de Mariana Rondón. Venezuela, 2013. 93’.
16 de noviembre de 2013. Cines Centro, 51º Festival de Cine de Gijón (sección: gran angular)


Junior está empeñado en alisar su pelo malo para ser como los cantantes. Pero su madre no le deja. Ni le toca. Ni parece quererle. Al contrario que al bebé. Quizá los dos hermanos no sean del mismo padre. Quizá por eso la abuela se ofrece a quedarse con Junior. Para hacerle cantante. Para que no le maten.

Hay algo oculto que debería explicar los temores de esa madre. Los motivos por los que perdió su trabajo de vigilante que ahora quiere recuperar. Las razones por las que trata de forma tan diferente a sus dos hijos. Las circunstancias de la muerte del padre de Junior. Pero ese misterio queda en un tiempo anterior que no se desvela. Eso añade cierto enigma a una historia que es deliciosa cuando sigue a Junior y a su pequeña amiga, que es turbadora cuando muestra la relación con su madre y que es casi un documental cuando enmarca la vida de esta familia en el tiempo de la enfermedad de Chávez y en el espacio de las colmenas caraqueñas (precioso el cartel de la película y preciosa la escena en que Junior y su amiga juegan casi a La ventana indiscreta desde su balcón). Pelo malo es, por tanto, una interesante mirada a una parte de la intrahistoria reciente de Latinoamérica. Una película grande sobre cosas aparentemente pequeñas.

Henri

de Yolande Moreau. Francia-Bélgica, 2013. 107’.
16 de noviembre de 2013. Cines Centro, 51º Festival de Cine de Gijón (sección oficial). V.O.S.


Henri se ha quedado viudo. Con su mujer llevaba un humilde restaurante, pero solo no sabe cómo hacerlo. Su hija le anima a contratar a una "mariposa blanca", una de las jóvenes que vive en una residencia para discapacitados psíquicos próxima al restaurante. El alcohol y la afición a las palomas llenan la triste vida de Henri, hasta que la relación con Rosette, la joven que le ayuda en el restaurante, le hace huir con ella de su duelo y de su vida anterior. 

"Quiero amar, quiero vivir, a pesar del vacío de todo el tiempo pasado, de todo el tiempo vivido, de todo el tiempo perdido". Lo dice Petula Clark en La nuit n'en finit plus, la canción que, en clave optimista, cierra esta hermosa película. Una historia que es mucho más que la superación del duelo de este hombre maduro. La suya era una vida triste desde antes de quedarse solo. Y será la tierna ingenuidad de Rosetta el espejo en que el podrá ver su propio pasmo vital y le dará el valor para fugarse de él con ella. Los dos quieren ser felices queriendo. Aunque ninguno parece saber cómo hacerlo. Hasta que llegan a ese apartamento enfrente de una playa de Middlekerke que me recuerda el inolvidable ambiente invernal del balneario de Punta del Este en el que también buscaban la felicidad los protagonistas de Whisky (aquella estupenda película de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll). La de Henri es, por tanto, una historia sencilla que parece contar poco, pero que sugiere muchísimo gracias a unos actores magníficos y a la capacidad de Yolande Moreau para crear atmósferas llenas de significado en tantas escenas perfectas (la noche sobre la montaña de vidrios, la suelta de las palomas, la cena de los discapacitados, los dos en la playa, la mesa con el gran oso de peluche de Rosetta, el regreso de Henri al restaurante, la composición de El angelus de Jean-François Millet...) Es la primera película que veo de la sección oficial a concurso pero si ganara algún premio el festival no perdería.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Woman is the future of man

de Hong Sang-soo. Corea del sur, 2004. 88’.
15 de noviembre de 2013. Cines Centro, 51º Festival de Cine de Gijón (sección: Hong Sang-soo). V.O.S.


Dos amigos se reencuentran en un día de invierno. Uno vuelve de estudiar cine en Estados Unidos, el otro es profesor de arte en la universidad. Los dos comen juntos en un restaurante y recuerdan la relación que mantuvieron con una misma joven. Tras la comida deciden ir a verla. Finalmente pasarán la noche en su casa.

Este verano había visto en Madrid En otro país. Aquella película me dejó la mejor impresión del cine de Hong Sang-soo. Así que he recibido con mucho agrado el ciclo que le dedica estos días el festival de Gijón. Sin embargo, esta película no me ha interesado tanto. El desaliño que no me resultaba molesto en la anterior me confunde en esta historia triangular. Los saltos temporales me parecen abruptos y extraños. No entiendo la tensión con que se rompen algunas conversaciones, ni me resulta próximo el carácter de los personajes. Supongo que de eso se trata, de mostrar lo depredador (y patético) de cierta masculinidad poco recomendable. Pero no me parece suficiente para que la película me agrade. De momento me quedo con escenas como la del restaurante en que vemos perpendicularmente una conversación interrumpida por las propuestas simétricas de los dos amigos a la camarera, o esas mesas llenas de comida en las que el exceso (también de alcohol) parece ser el motor de algunas acciones. Singularidades de un director que hace hablar (mucho) a sus (pocos) personajes pero que hoy no me ha recordado a Rohmer. Confío en que las próximas películas me devuelvan las sensaciones que tuve con En otro país y me despejen la perplejidad con que he visto esta película tan aclamada.