lunes, 18 de julio de 2016

La Once

de Maite Alberdi. Chile, 2014. 70’.
18 de julio de 2016. Centro Municipal Integrado La Arena, Gijón.

Unas amigas chilenas se reúnen una vez al mes para la once, esa agradable merienda en la que charlan, se ríen y se ponen al día de cómo les va la vida. Lo llevan haciendo desde que salieron del instituto. Ya hace más de sesenta años.

Primeros planos de las viandas y de los rostros. Elegancia en los encuadres e ironía en el montaje. Así es este delicado homenaje a unas viejecitas que llevan décadas manteniendo viva una amistad con la que ni siquiera puede la muerte. Maite Alberdi filmó con delicadeza durante varios años las conversaciones de estas agradables niñas bien chilenas que se han hecho ancianas sin perderse el cariño. Aunque cada año son menos, siguen manteniendo la gracia que hace tan agradable asistir a sus meriendas. La idea me ha recordado al encuentro de las amigas de Colita que Ventura Pons filmó en Cola, Colita, Colassa (Oda a Barcelona). Aunque aquella merienda barcelonesa tenía más ironía y más enjundia que la once de estas veteranas chilenas, la forma en que Maite Alberdi pone la cámara y arma su relato es tan oportuna que uno se siente asistiendo divertido a uno de esos encuentros femeninos seniles y coloristas que hacen tan curiosos algunos cafés de nuestros centros urbanos. Lástima que un acento tan dulce y fascinante como el chileno se vea acompañado en esta película por esa costumbre que están adoptando algunos directores jóvenes de poner en inglés los títulos de crédito. De hecho, en el programa de mano el estupendo título de esta chilenísima película va entre paréntesis debajo de un patético Tea Time. Y es que algunos deben pensar que llenando el cine (y la vida) de palabras en inglés nos volveremos más internacionales. En Asturias sabemos que no "ye mundial" quien usa mucho el inglés, sino quien carece de complejos.

sábado, 16 de julio de 2016

Viva

de Paddy Breathnach. Irlanda, 2015. 100. 
16 de julio de 2016. Cines Van Dyck, Salamanca.

Un joven dulce encuentra su pasión cantando en un club de travestis en el que el dueño del local lo protege como una madre. Hasta que regresa a su vida su padre, un boxeador que lo abandonó cuando era un niño.

Por volver a La Habana y escuchar sus acentos en una pantalla de los queridos Van Dyck salmantinos ya merecía la pena ver esta película. Pero la sorpresa es aún más grata al comprobar que Viva es una historia emocionante de dulzuras y asperezas, de padres ausentes e hijos desvalidos, de garitos de músicas afeminadas y antros broncos de boxeo. Un melodrama con simetrías humanas que quizá no sorprenden mucho, pero que están filmadas con una fotografía muy hermosa, con un montaje ágil y con la belleza que aportan los paisajes decrépitos de La Habana, quizá las ruinas urbanas más hermosas del mundo. Pero es que Viva es, además, una película de interpretaciones sobresalientes. La de Héctor Medina que borda la dulzura de ese delicado homosexual que protagoniza la historia. La de Jorge Perugorría que está que se sale en el papel de ese padre bronco y noqueado. La de Luis Alberto García con presencia perfecta y rotunda cantando como una diva en el escenario y siendo fuera de él la/el mejor madre/padre para ese joven que también (y tan bien) canta. Así que ha sido una más que grata sorpresa la incursión de este director irlandés en el mundo travestido y familiar de La Habana, esa ciudad en la que caben todos los mundos.

jueves, 14 de julio de 2016

Il divo

de Paolo Sorrentino. Italia, 2008. 110’.
14 de julio de 2016. Centro de Interpretación del Cine en Asturias, Gijón. V.O.S.

Giulio Andreotti. El animal político por excelencia de la democracia cristiana. Siete veces primer ministro de Italia. Sospechoso de alianzas con la mafia. Y de asesinatos políticos que le habrían permitido perseverar en el ser.

Desde L'uomo in più, su opera prima que vimos en el festival de Valladolid, Paolo Sorrentino ha sentido siempre debilidad por los personajes maduros en masculino muy singular. En el ciclo que el CICA le dedica esta semana, además del rockero decrépito de Un lugar donde quedarse que vimos ayer, habrán pasado por aquí el escritor irónico y hedonista de La gran belleza, el director de orquesta y el director de cine que comparten las cuitas de la edad tardía en el balneario de La juventud, el hombre silente que espera en el vestíbulo de un hotel suizo en Las consecuencias del amor y este político maquiavélico y encorvado de Il divo. Personajes interpretados por actores tan extraordinarios como Michael Caine, Harvey Keitel, Sean Penn y, sobre todo, Toni Servillo, ese genio del gesto y de la voz que solo por La gran belleza ya merece estar en el olimpo de los más grandes del cine. En Il divo está tan magnífico que su interpretación de ese político taimado y jorobado sería igualmente memorable si el tal Giulio Andreotti hubiera sido solo un personaje de ficción. Así de grandes son Servillo y Sorrentino.

miércoles, 13 de julio de 2016

Un lugar donde quedarse

de Paolo Sorrentino. Italia, 2011. 118’.
13 de julio de 2016. Centro de Interpretación del Cine en Asturias, Gijón.

Cheyenne viaja a Nueva York y luego al Oeste para cumplir un deber que siente como necesario. Tiene que ver con su padre. Y con un pasado relacionado con el Holocausto.

He dudado sobre si debía reseñar aquí esta película. Y es que lo elusivo de la historia lo ha sido aún más para mi que me he perdido su comienzo (en la web del CICA estaba anunciada para las cinco y media, pero incomprensiblemente la proyección comenzó media hora antes). La parsimonia gestual de Sean Penn en este extraño personaje se ve notablemente perjudicada en la versión doblada que (también incomprensiblemente) se ha proyectado hoy. Así que lo único que puedo rescatar de esta penosa experiencia cinematográfica son algunos detalles que caracterizan al cine de Sorrentino: la elegancia de los encuadres,  las perspectivas cambiantes de algunos planos o la forma en que cuida la banda sonora. Una lástima, porque Sorrentino merece que sus películas se vean en las mejores condiciones. Al menos completas y en versión original.

domingo, 10 de julio de 2016

Todos queremos algo

de Richard Linklater. EE.UU., 2016. 116’.
10 de julio de 2016. Cines Verdi, Madrid. V.O.S.

Jake llega al campus universitario por primera vez. Solo faltan tres días para que comiencen las clases. El tiempo justo para conocer a los compañeros del equipo de béisbol, asistir a fiestas diversas e iniciarse en la vida que le espera. Y para conocer a una chica especial.

Linklater vuelve a capturar magníficamente la intensidad infinita del presente. Esta vez en solo tres días. Los que necesita para mostrarnos cómo se integra un joven en la vida universitaria al final del verano de 1980 (justo cuando lo hice yo). Esta historia podría ser la suya, la mía o la de cualquiera que en aquel tiempo (más luminoso en Texas que en Asturias) se supiera comenzando una etapa crucial de su vida. Y eso es lo que nos muestra esta película alegre que, bajo la apariencia de descripción ingenua de una serie de locuras juveniles, contiene un magistral regreso en presente continuo a esos momentos que marcan una vida y que Linklater sabe captar como nadie. El guión es tan desbordante como siempre en su cine y está tan trufado de destellos brillantes que, más allá de ese retrato desenfadado de personalidades y situaciones, la película es una reivindicación deliciosa de esos instantes en los que todo es posible, en los que nada está vedado y en los que el azar y la libertad son todavía completos. "Siempre es ahora mismo". Lo decía el protagonista de Boyhood al final de aquella extraordinaria película. "Las fronteras están donde uno las encuentra". Lo escribe un profesor en la pizarra antes de comenzar esa primera clase que no llegaremos a ver. Son mensajes cristalinos sobre las intenciones de Linklater. Y sobre la invitación a la vida que siempre se hace presente en su cine.

sábado, 9 de julio de 2016

Las mil y una noches: Vol. 2, El desolado

de Miguel Gomes. Portugal, 2015. 131’.
9 de julio de 2016. Cines Golem, Madrid. V.O.S.

La voz en off de Sherezade sigue contándole al rey historias portuguesas. La de un fugitivo solitario al que la gente aclama cuando es capturado. La de una juez que analiza la complejidad de los casos que tiene que juzgar ante una audiencia pública al aire libre. La de un perro bondadoso y desmemoriado que entrega todo su amor a sus sucesivos dueños en un barrio periférico.

Más cruces toscos entre realidad y ficción. Más historias surrealistas que hablan confusamente de cosas inciertas o ironizan tristemente sobre avatares concretos de gentes portuguesas. Y más historias con animales para entender a los humanos. Así es este segundo volumen de Las mil y una noches de Miguel Gomes. La parte del perrito es la más llevadera de esta larga película que me deja con pocas ganas de terminar de ver esta tarde su trilogía (mejor iremos a La Pensión de las Pulgas a disfrutar con una propuesta de teatro íntimo). Así que sigo sin comprender a esa crítica que encontró una joya en Tabú y una mina en estas pesadas seis horas y pico de Las mil y una noches. Al lado de trabajos tan extraordinarios sobre la realidad portuguesa como el de Joaquim Pinto en E agora? lembra-me, no entiendo qué tiene este director para que en el último palmarés del festival de Sevilla esta película triple pudiera quedar cerca de La academia de las musas de José Luis Guerín, ese verdadero maestro en el arte de tejer con una cámara los hilos que unen a la realidad con la ficción.

viernes, 8 de julio de 2016

Las mil y una noches: Vol. 1, El inquieto

de Miguel Gomes. Portugal, 2015. 125’.
8 de julio de 2016. Cines Golem, Madrid. V.O.S.

Conflictos laborales en los astilleros de Figueira da Foz. Una plaga de insectos que amenaza a las abejas. Un director de cine que se plantea filmar una ficción enmarcada en la crisis portuguesa y echa a correr. Una reunión entre políticos portugueses y la troika europea. Unas vírgenes en un cuento de Sherezade.  Un gallo que canta en la noche y que cuenta, a quien es capaz de entenderlo, una historia de amores infantiles. Una ballena y una sirena varadas en una playa. Y cientos de personas que corren hacia el mar en el primer día del año. Son los primeros cuentos portugueses de Las mil y una noches.

Tras una intensa y grata semana en Aveiro (Seminario Iberomericano CTS y reunión del grupo de educación de la Cátedra Ibérica CTS+I) ayer estuve disfrutando con algunos amigos de una preciosa tarde de verano cerca del farol da barra, en la playa de Costa Nova. Hoy vuelvo al mismo lugar en una pantalla de la calle Martín de los Heros que me muestra imágenes grises de una ballena en la arena y de portugueses que corren hacia el mar como queriendo huir de la crisis invernal que asoló su país hace bien poco. Esas escenas y algunas otras (las del cuento del gallo, las de la reunión de los políticos, las de la incineración de los nidos de insectos...) me parecen poderosas en una película que, en general, me resulta más áspera y confusa que cautivadora. Así que le daré otra oportunidad al director de Tabú y mañana volveré a los Golem para ver el segundo volumen de esta aclamada trilogía.

viernes, 1 de julio de 2016

Un amor de verano

de Catherine Corsini. Francia, 2015. 105’.
1 de julio de 2016. Cines Los Prados, Oviedo.

Delphine es una lesbiana discreta que vive en el campo. Carole una feminista extravertida de París. Cuando Dalphine va a la ciudad queda impresionada con el activismo de Carole. En poco tiempo las dos se enamoran, pero la repentina enfermedad de su padre hace que Delphine vuelva a la granja. Luego llegará Carole y pasarán juntas un verano bucólico. Pero su amor no será fácil allí.

Una historia sobre lesbianismo rural y feminismo urbano en la Francia de los setenta. Oportunamente estrenada en España en la semana del orgullo LGTB, pretende ser una reivindicación liberal de unos derechos que las jóvenes no tenían hace cuarenta años. Pero el retrato casi histérico de las activistas parisinas y las escenas bastante ñoñas de las faenas campesinas hacen que esta película se diferencie poco de las pánfilas historias familiares que ponen en televisión en las sobremesas de los domingos.