sábado, 30 de noviembre de 2013

El consejero

de Ridley Scott. EE.UU., 2013. 113’.
30 de noviembre de 2013. Parqueastur, Corvera.

Un abogado cae en la tentación de trabajar para los grandes traficantes de drogas en la frontera con México. El pago de una fianza para que salga de la cárcel el hijo de una mujer a la que defendía le hace parecer responsable del robo de un camión con droga. Un pecado involuntario con terribles consecuencias para su novia y para quienes le contrataron.

Ridley Scott y Cormac McCarthy. Palabras mayores del cine y la literatura. Y no es una adaptación. El autor de La Carretera ha escrito directamente el guión de esta historia. Los actores tampoco se quedan atrás: Michael Fassbender, Brad Pitt, Javier Bardem, Cameron Diaz, Penélope Cruz y Bruno Ganz. Las mejores expectativas para una película que realmente son tres. Una literaria en la que los personajes dicen cosas que dan mucho que pensar (los consejos de los mafiosos, la venta del diamante, la conversación femenina sobre el catolicismo y el pecado, las consideracianes machadianas...) Otra de ambientes que da gusto mirar (Bardem y sus guepardos, la relación amorosa entre Michael Fassbender y Penélope Cruz, el orgasmo silúrico de Cámeron Díaz en el coche...) Y otra sobre los depredadores que dirigen el gran tráfico de drogas. Sin embargo, la tercera falla. El thriller no es tan poderoso para albergar la fuerza de esa literatura con pretensiones metafísicas y de esas inquietantes atmósteras de frontera.  Todo queda en una historia interesante que no llega a ser la gran película que uno espera.

viernes, 29 de noviembre de 2013

El gran simulador

de Néstor Frenkel. Argentina, 2013. 73. 
28 de noviembre de 2013. Centro Niemeyer, Avilés.

René Lavand tiene mano para las cartas. Mano izquierda, solo mano izquierda. Es un ilusionista manco tan diestro manejando la baraja como cautivador hablando de lo que hace. Imágenes antiguas de sus espectáculos en todo el mundo se combinan con las de la vida cotidiana de este anciano al que da gusto ver y escuchar.

Es clavado a Óscar Niemeyer. Y como a él le encanta la belleza de la simplicidad. La que crea ante nosotros con su mano izquierda y con sus palabras. "No se puede hacer más lento". Nos lo repite una y otra vez para que reparemos en la sintaxis de sus dedos y en la semántica de sus cartas. Pero nos engaña al hacernos creer que sus palabras son solo el acompañamiento de su mano. Es al revés, es su mano la que ilustra sus palabras. El mérito de este hermoso documental está, en gran medida, en el fascinante personaje que lo motiva. Pero también en la habilidad de Néstor Frenkel para hacer con él una historia cautivadora. Una historia en la que la mano derecha (perdida en la infancia, colgada en la puerta como picaporte y esperada en ese envío que nunca llega) está siempre presente como explicación de las habilidades mágicas de este artista. Y la magia del cine hace posible el último truco de René Lavand: que su mano izquierda pugne con esa mano derecha inexistente.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Come, duerme, muere

de Gabriela Pichler. Suecia, 2012. 103’. 
27 de noviembre de 2013. Centro Cultural Valey, Piedras Blancas. V.O.S.

Raša pierde su empleo en la empresa de envasado de verduras en la que trabaja. Su padre es un emigrante montenegrino que no puede trabajar por sus dolores de espalda. A pesar de su tenacidad, a Raša no le es fácil encontrar un nuevo trabajo. 

En el norte también sufren la crisis. Sobre todo los más débiles, los de fuera, los que no tienen formación. De eso va una película que podría tener algo que ver con Los lunes al sol. Pero la cámara que sigue permanentemente a Raša tiene una frialdad nórdica bien distante de la emotividad con que León de Aranoa reivindicaba la dignidad de aquellos perdedores maduros.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Una familia de Tokio

de Yôji Yamada. Japón, 2013. 146’. 
26 de noviembre de 2013. Cines los Prados, Oviedo.

Una pareja de ancianos viajan a Tokio para pasar unos días con sus hijos. El contacto con ellos será también una despedida porque cuando van a regresar a su isla la madre muere.

Han pasado sesenta años entre los Cuentos de Tokio de Yasujiro Ozu y esta historia que pretende recrearla hoy. Y la diferencia es abismal. El guión es en gran medida el mismo con pequeños cambios en algunos personajes (el hijo que vivía en otra ciudad en la historia de Ozú vive en Tokio en la de Yamada, su novia viene a ser aquella inolvidable nuera viuda y los nietos radicalmente rebeldes hace sesenta años son ahora mucho más moderados). Pero el resultado es muy diferente. Cuentos de Tokio perfilaba mucho más y mucho mejor el carácter de todos los personajes y hacía importantes todos los momentos y todas las conversaciones, mientras que Una familia en Tokio convierte en impostadas (incluso ñoñas) las partes en que pretende ser más fiel al original. Vana empresa la de intentar actualizar un relato que se ha hecho intemporal. Pero es que además Una familia en Tokio se olvida de que el original de Ozú no solo es mayúsculo por la historia que cuenta, sino también por la belleza formal con que lo hace. Cada plano y cada secuencia de Cuentos de Tokio es una lección de inspiración en la composición de los encuadres, en la geometría con que se colocan y se mueven los personajes, en la cadencia con que se suceden las imágenes. Nada hay de eso en Una familia en Tokio. Así que no se entiende el motivo de un sucedáneo que lo único que aporta es el posibe interés que pueda despertar por ver el original. Quizá sea a Ozu al que ha querido premiar de forma transitiva (e innecesaria) el festival de Valladolid concediendo una Espiga de Oro a esta copia que realmente no la merece.

martes, 26 de noviembre de 2013

Blue Jasmine

de Woody Allen. EE.UU., 2013. 98’.
25 de noviembre de 2013. Parqueastur, Corvera.

Jasmine está arruinada. No le queda otro remedio que irse a San Francisco a vivir con su hermana Ginger. Las dos son muy distintas. Jasmine era la mujer de un poderoso especulador financiero que se ha suicidado en la cárcel. Ginger trabaja en un supermercado y lleva una vida humilde con sus dos hijos y su nuevo novio. Es una convivencia obligada en la que esta inestable Jasmine intenta rehacer su vida. Y complica bastante la de los demás.

Woody Allen ha vuelto a América. Esta vez a la Costa Oeste (Nueva York solo aparece en los flash back). La estupenda interpretación de Cate Blanchet de ese personaje poliédrico (un regalo para cualquier actriz) ya hace que merezca la pena ver esta película. Pero hay mucho más. Es una historia bien contada en la que Woody Allen vuelve a contraponer a quienes se mueven como peces en el agua en una vida regalada y a los torpes que hacen siempre el ridículo en esos entornos. Mira Sorbino en Poderosa Afrodita creo que fue la primera que me encantó en ese registro. Luego han sido muchos (entre ellos Javier Bardem y Penélope Cruz) los que han dado vida a esos seres toscos y sin hipocresía. Reconozco que el doblaje de esos personajes cutres me resulta incómodo al principio. Pero luego me olvido y disfruto del contraste entre esa aparente gentuza que en realidad es buena gente y esa gente bien que en realidad es bien mala. De Blue Jasmine me gusta el ritmo de la historia. Me gusta la organización de un relato que combina dos tiempos y dos espacios. Y también me gusta la intención de regodeo en la humillación de esos burbujeros (Alec Baldwin como trasunto de Madoff) que tanto mal (nos) han hecho. No soy de los insatisfechos que cada año comparan la última película de Allen con alguna supuesta obra maestra anterior (¿cuál sería? ¿no lo es el conjunto de su obra?). Soy de los que se alegran de poder disfrutar de un regalo suyo cada año y de encontrar en él sorpresas y momentos de encantamiento. Me sucede cuando sus películas me parecen perfectas. Pero también cuando las encuentro deliciosamente imperfectas. Jasmine es muy imperfecta, pero Blue Jasmine es deliciosa.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Ida

de Pawel Pawlikowski. Polonia, 2013. 80’. B/N
24 de noviembre de 2013. Teatro Jovellanos, 51º Festival de Cine de Gijón (sección oficial). V.O.S. 

Ida es una novicia huérfana que está a punto de tomar los votos. Antes de hacerlo la superiora del convento le recomienda ir a conocer a su tía, su única familia. Con ella indaga sobre lo que les sucedió a sus padres. Y descubre que eran judios y que fueron asesinados y enterrados en un bosque al final de la guerra. El encuentro será iniciático para Ida y catártico para su tía, que ajusta cuentas pendientes con su pasado y un día salta desde una ventana. Tras su muerte la futura monja experimenta las cosas con las que disfrutaba su tía y a las que renunciará para siempre cuando regrese al convento.

No es extraño que Patrice Leconte, el presidente del jurado, declarara su pasión por esta película que se ha llevado cuatro premios (mejor película, mejor actriz, mejor guión y mejor dirección artística). Es una sucesión de planos fijos, casi cuadrados, en un blanco y negro bellísimo y con una composición tan hermosa que el ojo queda cautivado por su equilibrio y por su capacidad para sugerir atmósferas. La Polonia de los primeros sesenta es el contexto desde el que las protagonistas de esta triste y bella historia bucean en un pasado oscuro que condicionó sus vidas dos décadas atrás. La película parece que hubiera nacido de una serie de fotografías que evocan situaciones y sentimientos más perfilados que subrayados. A cada una de esas impresionantes estampas Pawlikowski le da el tiempo necesario para que la historia avance a un ritmo perfecto. Pero también el que necesita el espectador para poder disfrutar de la belleza de cada plano y cada escena. Tan fascinantes son las imágenes que incluso los subtítulos en inglés se niegan a estar siempre abajo y buscan a veces otro lugar en el que hagan menos daño al encuadre. Y así hasta la última escena, la que contiene el único plano en el que la cámara deja de ser fija y se vuelve subjetiva para acompañar a esta Ida que regresa a ese tiempo detenido que le espera en el convento. Como un Erice polaco me ha parecido este director que ha vuelto a ser galardonado con todo merecimiento en el festival de Gijón. Por lo demás, me alegro de que el premio de la crítica haya ido para Henri, la magnífica historia que vi la segunda mañana del festival y también me alegro de que el premio especial del jurado se lo lleve la emotiva y arriesgada historia de Los insólitos peces gato. Solo lamento que Le passé se vaya sin premio (podría haberse llevado, al menos, el de mejor guión). Aunque reconozco que las premiadas encajan mejor en el tono indie (pero no ridículo, como el año pasado) al que quiere seguir siendo fiel un festival que tanto me hace disfrutar cada año.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Our Sunhi

de Hong Sang-soo. Corea del Sur, 2013. 88’. 
23 de noviembre de 2013. Cines Centro, 51º Festival de Cine de Gijón (sección: Hong Sang-soo). V.O.S.

Sunhi se ha graduado en dirección de cine y quiere ir a Estados Unidos para estudiar un postgrado. Por eso le pide una carta de recomendación a un profesor de su universidad. Esa visita le deparará encuentros con un antiguo novio, con ese profesor y también con otro, al que ambos le cuentan sus conversaciones con ella y que acabará interesado por Sunhi.

Esta es la última película que ha hecho Sang-soo, la que cerrará el festival en la gala de clausura. Es una lástima que el director coreano finalmente no haya podido venir a Gijón. Habría estado bien escucharle hablar de su cine. Y del cine. He visto Our Sunhi en el pase de prensa de la mañana y me ha gustado. Me ha devuelto las sensaciones de En otro país. Allí había tres historias sucesivas que eran realmente tres guiones posibles con los mismos personajes. Aquí hay tres personajes masculinos que comparten parte de un guión basado en la descripción que de Sunhi podría hacerse en esa carta de recomendación. Hay reflexión sobre el cine, sobre la diferencia entre hacerlo y enseñarlo. Hay también muchas mesas con conversaciones bi o trilaterales. Hay encuentros en bancos y paseos por parques. Hay reiteraciones, azares y no poca ironía. Hay botellas verdes de Soju que parecen competir con las de cerveza para saciar a unos personajes que viven cuando beben. Hay diálogos largos con planos fijos solo corregidos por leves acercamientos o barridos. Hay encuadres aparentemente casuales pero bastante cuidados. En las posiciones de los personajes. En lo que pasa entre ellos. Y en la vida cotidiana que casi siempre se ve más allá. Es un cine perfectamente identificable que gana cuando coloca al personaje femenino en un papel central. Eso me recuerda a Rohmer. Y eso me gusta.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Nobody’s Daughter Haewon

de Hong Sang-soo. Corea del Sur, 2013. 90’. 
22 de noviembre de 2013. Cines Centro, 51º Festival de Cine de Gijón (sección: Hong Sang-soo). V.O.S.

La madre de Haewon se va a vivir a Canadá y han quedado para verse en un restaurante. Haewon registra en su diario ese encuentro, el paseo posterior con ella, las conversaciones con un profesor casado con el que tiene una relación que quisiera terminar y las que tiene con una amiga que también tiene como amante a un hombre casado. Pero se queda dormida esperando a su madre. Mucho de lo que vemos quizá solo sean sus sueños.

Las primeras escenas son femeninas. Y me gustan mucho. El delicioso encuentro soñado con Jane Birkin parece confirmar mi hipótesis de lo bien que le sienta al cine de Sang-soo algún contrapunto occidental. Luego, los diálogos con la madre también me resultan interesantes. Así que los encuentros con los personajes masculinos llegan cuando ya estoy dentro del mundo Sang-soo. O fuera porque, según uno de los personajes, pasear es tan bueno como comer y esta película tiene bastantes diálogos en bancos, parques y senderos alejados de las mesas con comida y alcohol. Enmarcados estos encuentros en ese posible diario soñado, la historia gana en posibilidades interpretativas sin generar por ello perplejidad. Y eso me gusta.

Floating Skyscripers

de Tomasz Wasilewski. Polonia, 2013. 93’. 
22 de noviembre de 2013. Cines Centro, 51º Festival de Cine de Gijón (sección oficial). V.O.S.

Kuba es un nadador con futuro. Su relación con su novia es buena, pero cuando aparece Michal descubre pulsiones amorosas que no conocía.

La fría homosexualidad polaca. Este podría ser también el título de una película que quizá pretenda romper algún tabú (allá donde lo haya) y que quizá por eso se protege con encuadres pretenciosos y demoras esteticistas. La historia parece centrarse en el drama bisexual de este silencioso Kuba, pero también presta alguna atención a la salida del armario de Michal, lo que desequilibra un relato que acaba por no ser ni una historia sobre Kuba, ni tampoco sobre los dos. La terrible agresión homófoba a Michal y su abandono por un Kuba pusilánime cierra de manera pesimista una película que aparenta más de lo que ofrece.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Le tableau

de Jean-François Laguionie. Francia, 2011. 76’. 
21 de noviembre de 2013. Casa de la Cultura, Avilés. 51º Festival de Cine de Gijón (sección: Jean-François Laguionie). V.O.S.

El pintor ha dejado el cuadro inacabado. Por eso hay personajes de tres clases: los yalistos, los amedias y los bosquejos. Los yalistos viven felices en el castillo despreciando a los otros. Pero un yalisto se enamora de una amedias y así comienza la aventura de tres personajes que deciden salir del cuadro en busca del pintor. Quieren pedirle que los acabe. Que termine con la desigualdad. En su periplo descubrirán que fuera hay otros mundos en otros cuadros. Y que todos están conectados. Al final encuentran al pintor, pero ya no lo necesitan para liberarse.

El cine de animación no me atrae demasiado, pero debo decir que esta película me ha encantado. Por sus bellas imágenes, por sus evocaciones pictóricas (Modigliani, Picasso, Escher, Renoir...) y hasta por sus intenciones sociopolíticas. Es una historia sencilla, apta para todos los públicos (también para los niños), que propone un delicioso repaso a la relación entre el artista y su obra, planteando bonitos interrogantes sobre las diversas dimensiones de la realidad. Cine bello y edificante el de esta tarde en Avilés. Estas extensiones del festival de Gijón han traído a mi ciudad películas bien diversas: tras la sorprendente El triste olor de la carne del lunes, el martes hubo sesión de cortometrajes (de los que me han hablado muy bien mis alumnos) y mañana se proyectará Història de la meva mort, de Albert Serra. Estas proyecciones de la tarde se suman a las cuatro películas proyectadas en el Niemeyer de la sección Enfants terribles el lunes y el martes (esta semana no hemos dejado de hablar en clase de Baby Blues, tras el impacto que causó la película en la mayoría de los alumnos). Esta apertura del festival a Avilés ha sido un acierto. Gijón no pierde por ello espectadores como yo, pero el festival gana al hacerse más tentador para otros públicos.

El verano de los peces voladores

de Marcela Said. Chile, 2013. 87’.
21 de noviembre de 2013. Cines Centro, 51º Festival de Cine de Gijón (sección: rellumes).

El propietario de las tierras pone vallas en el bosque y provoca explosiones en el lago para matar carpas. La vida cotidiana de su privilegiada familia se enmarca en unos bellísimos paisajes del sur. Allí es donde más contrasta ese Chile reaccionario con los pueblos originarios.

Hasta ahora Marcela Said solo había hecho documentales. Y se nota (para bien) en esta perturbadora película. Su mirada no está preocupada por contar una historia que comience y termine, sino por hacernos asistir a instantes  casi casuales (y por ello reveladores) de está familia con un padre seguro de su poder y una hija capaz de percibir el conflicto soterrado. La película muestra un fragmento de una historia que no empezó con la independencia de Chile ni ha terminado con la dictadura. Gregory Cohen, el actor que interpreta a ese padre reaccionario, recordó en el coloquio que al pueblo mapuche se le considera heroico por su resistencia frente a los conquistadores, pero se le menosprecia cuando el conflicto es con los (¿demás?) chilenos. Esta tensión histórica enmarca una película que evoca mucho más de lo que muestra. Con escenas poderosas Marcela Said consigue que esos paisajes inquietantes confronten con unos personajes que entienden la vida con el sarcasmo de los arrogantes. Esos cuyo desprecio al otro les hace tan peligrosos.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Los insólitos peces gato

de Claudia Sainte-Luce. México, 2013. 95’. 
20 de noviembre de 2013. Teatro Jovellanos, 51º Festival de Cine de Gijón (sección oficial).

Claudia tiene una vida triste. Vive en un cuarto destartalado y trabaja promocionando productos en un supermercado. Una apendicitis la hace coincidir en el hospital con Martha, una mujer con sida y muchos hijos. Las dos salen el mismo día del hospital y Martha invita a Claudia a su casa. Primero a comer, luego a ir compartiendo la vida con esta familia entrañable.

La felicidad está en los cuidados cotidianos. Eso siente Claudia cuando entra en ese mundo familiar lleno de vida. Cuidar de Martha e integrarse en esa familia (como una hermana más o como una madre que la sustituirá cuando falte) le hace sentir que su vida tiene sentido, que puede salir del naufragio. Es una historia sencilla y parsimoniosa pero que consigue lo que nos dijo su joven directora en la presentación: transmitir sentimientos. La coincidencia en el nombre no debe ser la única clave autobiográfica de esta historia modesta que fue premiada en el festival de Toronto y que habla de lo que ganan los seres humanos cuando aprenden a cuidar de los demás.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Hahaha

de Hong Sang-soo. Corea del Sur, 2010. 116’.
19 de noviembre de 2013. Cines Centro, 51º Festival de Cine de Gijón (sección: Hong Sang-soo). V.O.S.


Antes de irse a Canadá un director de cine queda con un amigo para charlar y beber. Las fotos en blanco y negro de ese encuentro y las voces en off de sus brindis se intercalan con los relatos, que cada uno cuenta sucesivamente, de los momentos agradables de una estancia reciente en una ciudad costera. Los dos estuvieron en los mismos lugares, con las mismas personas y en el mismo tiempo. Pero (casi) no coincidieron.

Mesas con comida y alcohol como escenario y motivo. Conversaciones fluidas o truncadas. Irrupciones de lo banal y lo metadiscursivo en el relato. Escenas aparentemente descuidadas unas veces y con segundos planos relevantes otras (la chica tras el cristal del restaurante, el mendigo en el puerto...) Un zoom que de pronto nos acerca a los personajes. Música amable de piano al final de algunas escenas. Recurrencias de objetos (gorras rojas, paraguas iguales...) sin aparente significado.   Momentos surrealistas (el mendigo con el cuchillo, la ruptura a caballito...) u oníricos (el almirante medieval que recomienda tener una mirada propia). La reflexión filosófica y la estupidez en la misma mesa. Hasta aquí algunas de las cosas que he visto en una película que me ha parecido más inteligible y mejor estructurada que Woman is the future of man pero que no me ha interesado tanto como En otro país. Esos elementos, y seguramente muchos otros, permitirían elaborar un discurso teórico bastante solvente sobre esta película (y sobre el cine de Hong Sang-soo). Con sus guiños y extrañezas hasta podría relacionarse con el de Buñuel. Pero solo si se diseccionan las imágenes, si se deconstruye el relato (¿realmente hay relato?). Disfruté bastante viendo En otro país sin necesidad de analizar lo que estaba viendo. El fluir de la historia (¿había historia?)  me interesaba, me sorprendía y me agradaba. Pero con estas nuevas películas de Hong Sang-soo (anteriores en su filmografía) debo esforzarme para buscar (y en gran medida no encontrar) el interés. Tengo curiosidad por ver las dos últimas películas (las que ha hecho después de En otro país) de este director canonizado por tantos críticos. Y por comprobar si me gusta más el Hong Sang-soo más reciente que el que encumbraron los festivales. Si al final solo me quedo con la primera de las que he visto, ya tengo una hipótesis sobre los motivos de aquella excepción: la presencia de la francesa En otro país me metía en un tipo de historia que me resulta bastante ajeno.

Le passé

de Asghar Farhadi. Francia-Irán, 2013. 130’.
19 de noviembre de 2013. Cines Centro, 51º Festival de Cine de Gijón (sección oficial). V.O.S.


Ahmad vuelve a París desde Irán para divorciarse de Marie. Llevan cuatro años separados y ella está iniciando ahora una nueva relación con Samir. La llegada de Ahmad desvela los motivos por los que Lucie, la hija mayor de Marie, se lleva tan mal con su madre. Y las razones por las que la mujer de Samir intentó suicidarse.

Una historia cautivadora sobre los hilos que tejen las relaciones familiares. Los que están a la vista y los que permanecen ocultos. La llegada de alguien del pasado revela la trama del presente. Siempre que haya una buena urdimbre y un buen bastidor para tejerla. Y eso lo pone como nadie Asghar Farhadi en este tapiz familiar de colores cálidos y atmósferas invernales. La película avanza delicadamente. Contando poco al principio. Dejando intuir solamente la temperatura de las relaciones y el sentido de los recelos. Para ir componiendo después una historia en la que nada falta y nada sobra. A media hora del final (cuando el amigo de Ahmad le dice que corte su relación con Marie, que la vida sigue adelante sin nosotros) ya hemos visto una película magnífica. Pero Asghar Farhadi la continúa y nos muestra nuevos hilos que llevan al drama de Samir, cerrando de manera impecable una historia de sentimientos contenidos llena de encrucijadas. Como las que viven unos personajes, que en varias escenas parecen irse, pero luego dudan y finalmente vuelven. Como las de la propia historia, que tiene sus claves en un pasado del que Farhadi nos va desvelando información al ritmo perfecto para que podamos sentir en presente continuo lo mucho que estamos disfrutando con esta magnífica película. Quiero más pasado. Quiero saber más de lo qué ha hecho antes este gran director del que ya tengo claro que Nadir y Simin, una separación no fue flor de un día. Ya está tardando una retrospectiva del cine de Farhadi.

martes, 19 de noviembre de 2013

El triste olor de la carne

de Cristóbal Arteaga Rozas. España, 2013. 87’.
18 de noviembre de 2013. Casa de la Cultura, Avilés. 51º Festival de Cine de Gijón (sección: límites).


Hora y media siguiendo a Arturo Barrera por Vigo. Es una mañana especial para este hombre trajeado que recorre la ciudad haciendo gestiones para conseguir efectivo. Aunque sabe que no podrá evitar el embargo de su casa, del que su mujer no sabe nada.

Hiperrealismo cinematográfico. Una película filmada en un único plano secuencia que dura hora y media con una factura sorprendente e impecable. Le seguimos en su coche, en el autobús, caminando por la ciudad, en el taxi, con su hija. El discurso de Rajoy en el debate del estado de la nación que se oye en las radios es el contrapunto perfecto para un drama actual que tiene bien merecido el premio "Resistencias" que le ha concedido este fin de semana el festival de Sevilla. El agónico periplo por Vigo de este hombre sin futuro me ha recordado al que filmó hace veinte años Amir Naderi en aquel Manhattan by numbers que también nos hablaba de otra crisis desahuciadora y que  me cautivó el año pasado en este mismo festival. Un festival que se abre a la región y que, además de las de Enfants terribles, trae cada tarde a Avilés una película de otras secciones. La de hoy ha sido más que recomendable.

Blockbuster

de Tirso Calero. España, 2013. 103’.
18 de noviembre de 2013. Cines Centro, 51º Festival de Cine de Gijón (sección oficial)



Un actor veterano va a protagonizar el primer cortometraje de un joven director. Es el fin de su carrera para uno y el comienzo para el otro.

Mala con avaricia. Eso habría dicho de esta película si me tropezara con ella en la tele (justo antes de saltar a otro canal). Pero me la encuentro en la sección oficial del festival de Gijón. Recuperar a actores veteranos para hacer una película en la que varios actores veteranos son recuperados para una película parecía una buena idea. Pero la obviedad y los lugares comunes del guión son tan extremos que uno llega a dudar si pretenderá ser una autoparodia. Hace apenas diez días en el comentario de La ilusión relacionaba la película de Daniel Castro con otras tres recientes sobre gente que hace cine en España: Mapa, de León Siminiani, Los ilusos, de Jonás Trueba, y El tiempo de Plácido Meana, de Kike Narcea. Cualquiera de esas cuatro magníficas películas prestigiaría al festival que la premiara. Pero que este patético Blockbuster se haya colado en su sección oficial le hace daño al festival de Gijón y solo sirve para despistar a algún espectador desprevenido. Como yo.

Baby blues

de Katarzyna Roslaniec. Polonia, 2012. 100’.
18 de noviembre de 2013. Centro Niemeyer (Auditorio), Avilés. 51º Festival de Cine de Gijón (sección: Enfants terribles). V.O.S.


Natalia tiene un bebé.  Su madre se va de la ciudad y a partir de ahora ella deberá cuidarlo con Kuba, el padre del niño. Son dos adolescentes a los que esa responsabilidad les queda grande. Peligrosamente grande.

Ética versus estética. La película parece plantear ese conflicto, pero esta pareja de adolescentes apenas lo sienten. El monopatín (para él) y las pintas (para ella) son lo más importante. Pretende ser cine edificante que lleva al límite el problema de la responsabilidad, pero en esta historia el bebé tiene más interés por su contraste estético con estos jóvenes alocados que por las dificultades morales que les plantea. La directora quizá quiera emular al cine de Ken Loach pero le ha salido algo más parecido a (lo mejor de) Almodovar: vida y color. La proyección fue bastante especial. Por primera vez la sección Enfants terribles del Festival de Gijón viene a Avilés. Las casi mil butacas del auditorio del Niemeyer se han  llenado hoy (y seguramente se llenarán mañana) con alumnos de los institutos de la comarca. Ver una película poco convencional, escucharla en polaco mientras se leen los subtítulos en castellano (o en inglés), asistir al coloquio con la actriz tras la proyección y participar en la decisión de los premios dando una puntuación a la película a la salida, es aprender a vivir la experiencia de un festival internacional de cine. Y creo que les ha encantado. Algunos nos hemos empeñado en que esto sea posible también en Avilés. Y que lo de este año sea solo un precedente.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Like father, like son

de Hirokazu Kore-Eda. Japón, 2013. 120’.
16 de noviembre de 2013. Cines Centro, 51º Festival de Cine de Gijón (sección: gran angular). V.O.S.


Un arquitecto tenaz y ambicioso intenta educar así a su hijo. Hasta que el hospital les comunica que hubo un error entre dos niños que nacieron el mismo día. Las pruebas confirman que otros padres también tienen un hijo equivocado. Las dos familias son muy distintas. Sobre todo en la forma de afrontar el dilema y de entender la convivencia con los hijos.

Kore-Eda vuelve a la familia. A los hijos. A la separación. Pero ahora con una historia que podría parecer de sobremesa dominical televisiva, pero que él convierte en otra cosa. Like father, like son es un interesante juego de espejos entre dos maneras de ver las prioridades de la vida. Es fácil encontrar en esta película elementos que recuerdan a otras: la visita al abuelo, como en Still walking, los viajes y las huidas, como en Milagro, aunque sin la dureza y la desazón de la inolvidable Nadie sabe. Like father, like son es un relato bien construido que, como en el resto de su cine, da mucho que pensar y bastante que sentir. A diferencia de otros, Koré-Eda no hace trampa con las imágenes de niños. Solo las usa para contar buenas historias.

Pelo malo

de Mariana Rondón. Venezuela, 2013. 93’.
16 de noviembre de 2013. Cines Centro, 51º Festival de Cine de Gijón (sección: gran angular)


Junior está empeñado en alisar su pelo malo para ser como los cantantes. Pero su madre no le deja. Ni le toca. Ni parece quererle. Al contrario que al bebé. Quizá los dos hermanos no sean del mismo padre. Quizá por eso la abuela se ofrece a quedarse con Junior. Para hacerle cantante. Para que no le maten.

Hay algo oculto que debería explicar los temores de esa madre. Los motivos por los que perdió su trabajo de vigilante que ahora quiere recuperar. Las razones por las que trata de forma tan diferente a sus dos hijos. Las circunstancias de la muerte del padre de Junior. Pero ese misterio queda en un tiempo anterior que no se desvela. Eso añade cierto enigma a una historia que es deliciosa cuando sigue a Junior y a su pequeña amiga, que es turbadora cuando muestra la relación con su madre y que es casi un documental cuando enmarca la vida de esta familia en el tiempo de la enfermedad de Chávez y en el espacio de las colmenas caraqueñas (precioso el cartel de la película y preciosa la escena en que Junior y su amiga juegan casi a La ventana indiscreta desde su balcón). Pelo malo es, por tanto, una interesante mirada a una parte de la intrahistoria reciente de Latinoamérica. Una película grande sobre cosas aparentemente pequeñas.

Henri

de Yolande Moreau. Francia-Bélgica, 2013. 107’.
16 de noviembre de 2013. Cines Centro, 51º Festival de Cine de Gijón (sección oficial). V.O.S.


Henri se ha quedado viudo. Con su mujer llevaba un humilde restaurante, pero solo no sabe cómo hacerlo. Su hija le anima a contratar a una "mariposa blanca", una de las jóvenes que vive en una residencia para discapacitados psíquicos próxima al restaurante. El alcohol y la afición a las palomas llenan la triste vida de Henri, hasta que la relación con Rosette, la joven que le ayuda en el restaurante, le hace huir con ella de su duelo y de su vida anterior. 

"Quiero amar, quiero vivir, a pesar del vacío de todo el tiempo pasado, de todo el tiempo vivido, de todo el tiempo perdido". Lo dice Petula Clark en La nuit n'en finit plus, la canción que, en clave optimista, cierra esta hermosa película. Una historia que es mucho más que la superación del duelo de este hombre maduro. La suya era una vida triste desde antes de quedarse solo. Y será la tierna ingenuidad de Rosetta el espejo en que el podrá ver su propio pasmo vital y le dará el valor para fugarse de él con ella. Los dos quieren ser felices queriendo. Aunque ninguno parece saber cómo hacerlo. Hasta que llegan a ese apartamento enfrente de una playa de Middlekerke que me recuerda el inolvidable ambiente invernal del balneario de Punta del Este en el que también buscaban la felicidad los protagonistas de Whisky (aquella estupenda película de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll). La de Henri es, por tanto, una historia sencilla que parece contar poco, pero que sugiere muchísimo gracias a unos actores magníficos y a la capacidad de Yolande Moreau para crear atmósferas llenas de significado en tantas escenas perfectas (la noche sobre la montaña de vidrios, la suelta de las palomas, la cena de los discapacitados, los dos en la playa, la mesa con el gran oso de peluche de Rosetta, el regreso de Henri al restaurante, la composición de El angelus de Jean-François Millet...) Es la primera película que veo de la sección oficial a concurso pero si ganara algún premio el festival no perdería.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Woman is the future of man

de Hong Sang-soo. Corea del sur, 2004. 88’.
15 de noviembre de 2013. Cines Centro, 51º Festival de Cine de Gijón (sección: Hong Sang-soo). V.O.S.


Dos amigos se reencuentran en un día de invierno. Uno vuelve de estudiar cine en Estados Unidos, el otro es profesor de arte en la universidad. Los dos comen juntos en un restaurante y recuerdan la relación que mantuvieron con una misma joven. Tras la comida deciden ir a verla. Finalmente pasarán la noche en su casa.

Este verano había visto en Madrid En otro país. Aquella película me dejó la mejor impresión del cine de Hong Sang-soo. Así que he recibido con mucho agrado el ciclo que le dedica estos días el festival de Gijón. Sin embargo, esta película no me ha interesado tanto. El desaliño que no me resultaba molesto en la anterior me confunde en esta historia triangular. Los saltos temporales me parecen abruptos y extraños. No entiendo la tensión con que se rompen algunas conversaciones, ni me resulta próximo el carácter de los personajes. Supongo que de eso se trata, de mostrar lo depredador (y patético) de cierta masculinidad poco recomendable. Pero no me parece suficiente para que la película me agrade. De momento me quedo con escenas como la del restaurante en que vemos perpendicularmente una conversación interrumpida por las propuestas simétricas de los dos amigos a la camarera, o esas mesas llenas de comida en las que el exceso (también de alcohol) parece ser el motor de algunas acciones. Singularidades de un director que hace hablar (mucho) a sus (pocos) personajes pero que hoy no me ha recordado a Rohmer. Confío en que las próximas películas me devuelvan las sensaciones que tuve con En otro país y me despejen la perplejidad con que he visto esta película tan aclamada.

A promise

de Patrice Leconte. Francia, 2013. 95’.
15 de noviembre de 2013. Cines Centro, 51º Festival de Cine de Gijón (sección oficial -fuera de concurso-). V.O.S.


Friederich es un joven y brillante ingeniero que en 1912 entra en una empresa siderúrgica. Su propietario es Karl Hoffmeister que en pocos meses lo convierte en su secretario personal y lo lleva a vivir a su mansión. Allí va creciendo su complicidad con Charlotte, la joven esposa de Hoffmeister, hasta que éste le pide que se traslade a México para dirigir una mina durante dos años. La guerra prolongará una separación que pondrá a prueba la promesa que los dos se habían hecho de retomar su amor al regreso.

Patrice Leconte preside este año el jurado del festival de Gijón. Por eso la inauguración se hace con esta última película suya que he podido ver en el pase previo. La historia está basada en Viaje al pasado, la novela de Stefan Zweig que Leconte lleva a la pantalla con un guión donde lo tácito es tan importante como lo dicho y lo que se dice evoca a veces lo implícito. Las imágenes del cine de Leconte tienen la fuerza de un 3D de los sentimientos (El marido de la peluquera, Monsieur Hire...). Aquí también es así. La película es un preciosista y sutil relato de un triángulo amoroso de época. Pero Leconte se permite romper esa estética con unos curiosos movimientos de cámara, a modo de pequeños reencuadres de las planos, que hacen algo más subjetiva la mirada y nos acercan a aquel mundo burgués de hace un siglo en Alemania.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Bernadette + Make it new John

de Duncan Campbell. Reino Unido, 2009 y 2010. 37 + 55’. 
14 de noviembre de 2013. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.

Dos mediometrajes que comparten un tiempo (los años setenta) y un lugar (Irlanda del Norte). Bernadette Devlin, una joven activista republicana, y John DeLorean, un visionario que fracasa en la producción masiva de un coche fantástico, son los ejes de estas dos singulares historias.

¿Historias? En cierto sentido sí, porque las dos están hechas a partir de retales de (y para) la historia. Son como puzzles de imágenes de archivo con intenciones de experimentación formal y de comprensión de un tiempo convulso en Irlanda del Norte. Un tipo de cine que entonces se llamaba de arte y ensayo. Muy propicio para la hermenéutica (y para el bostezo).

jueves, 14 de noviembre de 2013

El vendedor

de Sebastien Pilote. Canadá, 2011. 105’
13 de noviembre de 2013. Centro Cultural Valey, Piedras Blancas. V.O.S.

El vendedor es Marcel Lévesque, un hombre que vive enfrente del concesionario de coches en el que trabaja. A sus sesenta y siete años no piensa jubilarse. Su éxito como vendedor y el cariño de su hija y su nieto llenan su vida. Hasta que un accidente le quita lo que más quiere.

La poderosa imagen de un alce muerto que está siendo retirado de una carretera canadiense abre esta película invernal. A continuación nieve, tedio y parsimonia. Un paisaje y un ritmo muy adecuados para mostrar una vida de aburridas esperas  en un concesionario y de encuentros amables con compradores a los que Marcel ha de cautivar. Y sabe hacerlo, incluso en unos tiempos en los que la fábrica de papel que da vida a la región está a punto de cerrar. Como el sentido de su vida cuando entendamos el dramático significado de aquella escena inicial. El tono documental de la primera parte se transforma en tragedia al final de esta historia mínima. El vendedor es, por tanto, una ópera prima sencilla, bien contada y con momentos contenidamente emotivos (las voces grabadas de la hija y el nieto, la rutina del reparto de coca-colas, la reuniones semanales con los compañeros, el otro drama del cliente al que Marcel salva...) Seguramente no gustará a los espectadores impacientes a los que molesta la lentitud del ritmo de unas vidas que son felices mientras no les pasa nada.

martes, 12 de noviembre de 2013

La vida de Adèle

de Abdellatif Kechiche. Francia, 2013. 175’. 
11 de noviembre de 2013. Cines los Prados, Oviedo.

Adèle es una adolescente que despierta al amor. Primero el de un chico, pero no le satisface. Luego el de Emma, la joven del pelo azul con la que descubrirá la pasión, la convivencia y el sufrimiento por el abandono.

"Tu presencia, tu pose, es sublime". Se lo dice (con razón) un amigo de Emma a Adèle. Y eso debe pensar también Kechiche que decide que la cámara no se separará ni medio metro de su rostro durante casi toda la película. Su boca, siempre entreabierta, su bonita mirada y sus cabellos despeinados hacen de la muchacha una tentación indudable para su novia, para la cámara, para el director y hasta para el jurado de Cannes. Pero la vida de Adèle, propiamente dicha, no es tan interesante. El sexo es tórrido y explícito, pero los diálogos con familias y amistades son bastante insulsos y las escenas escolares resultan excesivas. Como las tres horas de una película que usa todos los resortes para ganarse a públicos bien diversos: los masculinos heterosexuales, los femeninos homosexuales y los que piensan que una película francesa es buena si tiene escenas escolares, diálogos culturales y momentos gastronómicos.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Séptimo

de Patxi Amezcua. España, 2013. 88’.
10 de noviembre de 2013. Parqueastur, Corvera.

El juego de cada mañana consiste en que el padre baja por el ascensor y los niños por la escalera. A ver quién llega antes. Pero esta mañana ellos no llegan. Nadie sabe dónde están. Han sido secuestrados. Y solo hay dos horas para pagar el rescate.

No hay peligro. Es un thriller de angustia llevadera. A una pareja como esa las cosas no le pueden salir demasiado mal. Aunque se estén separando. Y, efectivamente, la jornada acaba bien. Al menos para los niños. Por lo demás, siempre es agradable volver a Buenos Aires para ver a Darín haciendo de Darín mientras Belén Rueda consigue que su personaje interprete bien su papel en este secuestro. Lástima que la ciudad solo salga (casi) en vistas aéreas mientras nosotros no salimos (casi) de unas escaleras y un ascensor. Al final solo me queda una duda sobre la historia de esta española y este argentino que parecen compartir tantos reproches como afectos. ¿Pretenderá ser una metáfora de las relaciones entre nuestros países? Si es así que se reconcilien cuanto antes. Aunque solo sea por el bien de los niños.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Ilusión

de Daniel Castro. España, 2013. 70’.
7 de noviembre de 2013. Centro Niemeyer, Avilés.

Los pactos de la Moncloa. Ese es el título del musical que quiere hacer Daniel Castro para devolver la ilusión a la gente. Para él eso es mucho más necesario que el cine de Haneke. Aunque no consigue que nadie produzca su película, no renuncia a su idea de llegar a ser un gran cineasta. Por eso ensaya en su cuarto de baño las canciones del musical y las entrevistas futuras en Cannes.

Estupenda ironía subjetiva sobre el drama de un creador imposible. Una semana en la vida de este tipo ilusionado, jeta, bobo y tierno empeñado en hacer cine en España. ¿Un iluso? Daniel Castro no lo parece. De hecho, consigue hacer una película de ese otro cine español que, con pocos medios y mucho ingenio, tanto nos ha hecho disfrutar este año. Un cine en el que destacan algunas historias que tratan precisamente sobre gente empeñada en hacer películas: Mapa de Leon Siminiani, Los ilusos de Jonás Trueba, El tiempo de Plácido Meana de Kike Narcea o esta Ilusión de Daniel Castro. Son cuatro joyas recientes que, además de esa mirada autorreferencial, comparten su condición de pruebas evidentes de que la crisis del cine español no está en su capacidad de ofrecer trabajos excelentes. Tras la sobredosis Haneke de hace unas semanas, las ironías y el desparpajo de Daniel Castro demuestran que, aunque no reciba tanta atención como el del austriaco, se está haciendo un cine magnífico en España.

jueves, 7 de noviembre de 2013

El último Elvis

de Armando Bo II. Argentina, 2011. 92’.
6 de noviembre de 2013. Centro Cultural Valey, Piedras Blancas.

Carlos es Elvis. Cantando y sintiendo como el de Memphis escapa de su triste vida en Buenos Aires. Su obsesión le hace vivir distanciado de su familia, pero cuando su mujer sufre un accidente se hace cargo de su pequeña hija Lisa Marie. Hasta que ella sale del hospital y él puede dirigirse a Memphis buscando el final.

Elvis es el horizonte de Carlos. Lo que da sentido a su vida y lo que la limita cuando está a punto de cumplir cuarenta y dos años. Su pasión le impide ser un buen padre, pero no sentir que debería serlo. Por eso se alegra tanto de que su mujer se recupere y vuelva a ocuparse de la niña. Solo entonces podrá unir su destino con el de su mito. El ambiente y el personaje me han recordado al magnífico cine de Mike Leigh. Estoy pensando en aquel doliente Phil que interpretaba Timothy Spall en All or nothing. Aquí John McInerny está sobresaliente en el papel (también musical) de este Elvis redivivo. Con una fotografía y una ambientación perfectas, Armando Bo ha sabido crear una atmóstera que parece separada del presente y ubicada en un limbo temporal muy adecuado para este personaje que vive anclado  en su propia deriva. Hasta que decide ser coherente con su sueño y llevarlo hasta el final.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Solo Dios perdona

de Nicolas Winding Refn. Francia, 2013. 90’.
de noviembre de 2013. Cines los Prados, Oviedo.

Un norteamericano asesina en Bangkok a una prostituta. Luego el padre de ella lo mata a él. Esos crimenes desencadenan nuevas venganzas que enfrentarán a la madre y al hermano de aquel asesino con un carismático lider de la policia tailandesa.

Tres películas en una. La de unos encuadres perfectos con colores cálidos y personajes parsimoniosos. La de una violencia extrema que parece evocar mitos sangrientos. Y la de unos diálogos bobos que nos sacan de las otras dos. Más hierático que nunca, Ryan Gosling no consigue meternos en esos laberintos existenciales creados por el director que nos lo descubrió en Drive. Desagradable más que vistosa, la película resulta bastante prescindible.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Guerrillero Quintana

Luis Felipe Capellín. España, 2013. 55’.
3 de noviembre de 2013. Centro Niemeyer, Avilés.

Guerrilleros, maquis, bandoleros. Hombres que se echaban al monte por militancia o por necesidad. Como Adolfo Quintana, el fugado cuya persecución y muerte reconstruye este documental con los testimonios de quienes lo conocieron.

Luis Felipe Capellín no es hombre de cine, sino de lucha. Lo dijo él mismo al presentar la película. Su lucha es ahora contra el olvido. Así que la memoria ha llenado esta tarde el cine del Niemeyer. En la pantalla con una biografía trágica. En la sala con un público entregado, como corresponde a familiares, paisanos y camaradas del protagonista. Entre los testimonios del documental destacan los de Gerardo Iglesias que hilvana el recuerdo de las peripecias de Quintana y las de su propio padre con los avatares del partido comunista y del país durante la postguerra. En el coloquio Capellín completó su relato con referencias tan interesantes como la entrevista entre Stalin y Pasionaria que puso fin a aquella lucha y que quizá fue la causa remota de la muerte de Quintana y de otros guerrilleros. O la emotiva evocación de lo que debieron sufrir antes de morir en la cárcel de Oviedo aquellos a los que la tortura convirtió en delatores de sus propios camaradas. Así que es bastante honesta esta lucha contra el olvido de Luis Felipe Capellín. Y necesaria en un país tan dado a la amnesia.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Don Jon

de Joseph Gordon-Levitt. EE.UU, 2013. 88’.
1 de noviembre de 2013. Cines los Prados, Oviedo.

Jon vive feliz con sus amigos, su familia, su buga, su iglesia, sus ligues... Y su porno, que es lo que más le gusta. Hasta que conoce a Bárbara, una chica diez con la que descubre lo que significa tener novia y dejar de consumirlo (porque ella se lo prohibe). Esa abstinencia le hace replantearse las prioridades de su vida.  

No hay comparación. Del Tenorio televisivo en blanco y negro a este Don Jon hedonista hay que ver lo que ha mejorado el día de difuntos. Y yo que lo vea. Porque ha sido un placer poder ver a este tipo genial (como personaje, como actor, como guionista y como director) encontrar primero y renegar luego de esa morbosa petarda que Woody Allen convirtió en la icónica actriz que es Scarlett Johansson. Los actoristas ya tendrían muy buenos motivos para ver esta estupenda película. Yo, que soy más de directores, he disfrutado lo indecible por la forma en que Joseph Gordon-Levitt se ha dirigido a si mismo y ha escrito esta más que irónica historia. Porque, además de ser una mina para la sonrisa durante hora y media, es también un espejo sobre la forma en que vivimos y/o (no entremos en detalles) entendemos la vida sexual (y la sentimental, y la familiar...). Hay también, por tanto, mirada reflexiva en esta película: la de la hermana que solo habla una vez, la de un catolicismo que limpia el alma y ayuda a muscular el cuerpo, la que diferencia a la rubia que quiere formar una familia y la pelirroja que ya no la necesita. Así que, aunque no lo parezca, esta trepidante diversión da bastante que pensar. Y lo mejor: sin dejar de sonreir.

Vivir es fácil con los ojos cerrados

de David Trueba. España, 2013. 108’.
1 de noviembre de 2013. Cines los Prados, Oviedo.

Antonio es un profesor apasionado. Por enseñar inglés y por las canciones de los Beatles. Cuando John Lennon viene a Almería para hacer una película Antonio no lo duda y emprende el viaje para conocerlo. En su ochocientos cincuenta acoge también a Juanjo, un adolescente que huye de su padre, y a Belén, una joven que no quisiera ser madre todavía.

Lo peor y lo mejor de aquel país se dan cita en esta deliciosa película que transmite la bondad de unas gentes y (la aspereza de otras) en aquel tiempo en el que Almería era un lugar en el que los extranjeros hacían películas y Fraga se bañaba. Tras el magnífico regreso a los ochenta con su Madrid 1987, David Trueba nos muestra cómo era España en aquella otra década prodigiosa. Y lo hace con unos personajes que se hacen querer: ese quinto beatle machadiano que encarna magistralmente Javier Cámara, ese catalán lleno de seny interpretado por el magnético Ramón Fontseré, esos jóvenes ingenuos que inspiran esperanza gracias a Francesc Colomer y Natalia de Molina. Pero al mostrarnos aquellos tiempos David Trueba también nos habla del presente. "En este país los jóvenes están desesperados, les han tapiado el futuro". Se lo dice al catalán ese (buen) profesor que sabe que su función es ayudar a los alumnos a derribar esas tapias. "No se puede vivir con miedo". "Nunca os dejéis robar la dignidad". Se lo dice a ellos para que no tengan que sentir nostalgia del futuro. O del pasado, ahora que (otra vez) algunos quieren que las mujeres no decidan sobre su maternidad y la escuela no favorezca la igualdad.