de Marco Berger. Argentina, 2022. 102’.
24 de abril de 2023. Centro Niemeyer, VIII Festival de cine LGTBI, Avilés.
Un grupo de veinteañeros celebran el fin de año en una lujosa casa de un country fuera de Buenos Aires. Allí pasan la mayor parte del tiempo jugando o dormitando. Suelen ir en pantalón corto y hacen muchas payasadas. Casi todas son parodias (con móviles y risas) de actitudes homosexuales. Como no se consideran putos juegan al postureo de simularlo con la distancia que les dan sus códigos compartidos. Su masculinidad orgullosa no ceja cuando llegan a la casa algunas amigas. Pero las cosas se complican cuando se pone de manifiesto que no todos viven del mismo modo esos juegos testosterónicos.
Hace siete años vi en la sala Gaumont de Buenos Aires Taekwondo, otra película muy singular de Marco Berger. En ella también había un grupo de efebos diletantes en la aparente sintonía propia de la galbana en una lujosa casa con campo de tenis y piscina. Así que las dos películas comparten tono e intenciones. El tono de unas escenas encadenadas en las que los encuadres y los gestos dicen más que las palabras. Las intenciones de retratar sutilmente los juegos de la edad temprana de estos cachorros de las élites porteñas. Lo que muestran es muy diferente, pero encuentro cierta vecindad entre la perspicacia y sutileza de cámara del argentino Marco Berger y la del austriaco Ulrich Seidl. No se si se conocen, pero creo que acertaría plenamente el festival que se atreviera a programar hibridaciones y maridajes como las que depararían unas retrospectivas paralelas de estos dos magníficos cineastas. Propongo un título: De sótanos y piletas.