miércoles, 8 de julio de 2015

Manglehorn

de David Gordon Green. EE.UU., 2014. 97.
8 de julio de 2015. Teatro Campoamor, Oviedo. III Festival Internacional de Cine y Arquitectura. V.O.S.

Lo vemos trabajando como cerrajero, cuidando de su gata, discutiendo con su hijo, conversando cada viernes con la cajera de su banco, estropeándolo todo en una cita con ella... Es Manglehorn, un hombre sensible y huraño que escribe cartas a Clara, aquel amor perfecto que perdió para siempre.

En su tercera edición el Ficarq deja Avilés (el lugar natural para el maridaje entre cine y arquitectura) y se traslada a Oviedo. La programación sigue siendo extraña y, aunque mañana veremos documentales sobre arquitectura, hay que buscar con atención para evitar esas malas películas que se preestrenan en este festival pero no tienen nada que ver con ella. Hoy hemos tenido suerte y, aunque la cerrajería no sea un oficio básico en la arquitectura, hemos podido disfrutar de otro recital interpretativo de Al Pacino. Su personaje en Manglehorn tiene mucha relación con el de La sombra del actor de Barry Levinson. Los dos son perdedores que viven una cotidianidad extraña (o extrañada) y sienten que su felicidad estaría en un amor perdido (Manglehorn) o posible (La sombra del actor). En las dos Al Pacino llena la pantalla con una presencia total que nos hace entender también lo que no se nos muestra de esos personajes heridos (la relación con Clara en esta película, el pasado de ese actor declinante en la de Levinson). Son seres que viven con intensidad y distanciamiento esa singular cotidianidad de quienes se sienten en busca de un tiempo perdido. Aunque la fama se la dieron personajes más jóvenes y activos creo que este Al Pacino maduro y parsimonioso es aún mejor.