martes, 10 de marzo de 2020

El huevo del dinosaurio

de Wang Quan'an. Mongolia, 2019. 100’.
10 de marzo de 2020. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.

Unos policías de Mongolia encuentran el cadáver desnudo de una mujer en medio de la estepa. El más joven queda encargado de custodiarlo. Con la ayuda de una pastora que le da calor (y algo más) consigue sobrevivir a la gelidez de la noche. La pastora queda embarazada pero él no lo sabrá. Será una buena noticia para ella y para el hombre que la ronda y le regala un huevo de dinosaurio. Es un fósil pero también una metáfora.

El huevo del dinosaurio prometía bastante tras recibir La Espiga de Oro en la última Seminci (no la vimos en Valladolid porque no se proyectó el domingo con las películas ganadoras). De hecho, tiene un comienzo que recuerda el motivo y el arranque de Érase una vez en Anatolia, la película de Nuri Bilge Ceylan. La desolación de los espacios esteparios y la soledad de esa mujer también me recuerdan a Ága, aquella joya del búlgaro Miko Lazarov que vimos en la Seminci de 2018 y que aún no se estrenado en España. Pero esas primeras impresiones fueron solo un espejismo. La historia evoluciona dejando de lado ese singular arranque (sabremos poco de la mujer asesinada y perderemos de vista al joven policía) y, aunque su vocación poética es evidente y la insistencia en los paisajes crepusculares mongoles la hacen atractiva, las confusiones en el manejo de la luz (no tiene pretensiones surrealistas pero en una misma escena puede haber planos filmados con la luz del mediodía y otros en los que está anocheciendo) hacen que parezca un tanto descuidada. Por lo demás, la parsimonia del relato no sería un problema si lo que cuenta la hiciera necesaria. Pero no es el caso.