1 de agosto de 2020. Atlàntida Film Fest. Filmin, Palma de Mallorca. V.O.S.
La crisis de los refugiados sirios en el verano de 2015 vista desde la posición de Angela Merkel. Las tensiones dentro de su gobierno, con los Länder, con el gobierno húngaro... Y la resistencia decente de una mujer que consiguió que Alemania no cometiera otro error inmenso.
La película empieza donde acaba Comportarse como adultos, aquel magnífico retrato intrahistórico sobre la crisis griega desde el punto de vista de Varoufakis. Aunque la película de Costa-Gavras es mucho mejor que esta, este diario sobre Angela Merkel en un verano tan complicado como el de 2015 también resulta fascinante. Como en general lo es ese género emergente del seguimiento inmediato de políticos (por citar otros ejemplos que casi compondrían un buen ciclo sobre el tema, son también estupendas películas como Los consejos de Alice de Nicolas Pariser sobre un alcalde socialista de Lyon, Alcaldesa de Pau Faus sobre Ada Colau o Política, manual de instrucciones de Fernando León de Aranoa sobre Podemos entre su primer Vistalegre y sus primeras elecciones generales). Cabe pensar si la integridad moral y la excepcional decencia de Angela Merkel en aquella agudización de la crisis de los refugiados durante el verano de 2015 (sobre todo por el comportamiento canalla del gobierno húngaro y la inmoralidad de los restantes socios europeos -Rajoy incluido- que obviaban la importancia de esa catástrofe para la conservación de los valores europeos) no estaría psicológicamente motivada por una suerte de compensación moral a la dureza con que promovió aquel austericidio al que se sometió a Grecia en aquella primavera. De hecho, esta hipótesis pendular se confirmaría en la manera en que el tema de los refugiados sirios quedó zanjado (que no resuelto) pocos meses después. Esto ya no se muestra en la película, pero también fue Angela Merkel quien promovió y consiguió a comienzos de 2016 esa actuación indecente por la que la Unión Europea paga desde entonces a Turquía para que se convierta en nuestro patio trasero donde quedan retenidos los refugiados que quieren venir a Europa. RE-FU-GIA-DOS: gentes que huyen de una guerra y que, por tanto, tienen derecho al asilo, no a un hacinamiento lejano.