de Teona Strugar Mitevska. Macedonia, 2019. 100’.
29 de octubre de 2020. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.
De regreso de una entrevista que le ha concertado su madre, Petrunya se encuentra con una fiesta más o menos religiosa en la que decenas de hombres están a punto de lanzarse al río para ver quién es el primero en coger la cruz que va a arrojar un clérigo al agua. Sin saber muy bien por qué, Petrunya también se tira al río y es ella quien la encuentra. Pero ellos no aceptan que la ganadora sea una mujer y Petrunya pasará una noche en la comisaría. Con su cruz.
Sordidez y machismo contemporáneo en las tierras de Alejandro y Aristóteles. De eso va esta película sobre un personaje femenino que comienza sin ningún encanto pero del que al final seremos muy partidarios. La manada masculina y bronca es aquí macedónica pero bien podría ser la de las fiestas salvajes de algunos pueblos o la de esos partidos de fútbol en los que son necesarios muchos más policías que jugadores. Dios es mujer y se llama Petrunya es cine realista y local. Por eso y porque prescinde de cualquier subrayado es también cine aleccionador y universal.