martes, 18 de enero de 2022

Jinetes de la justicia

de Anders Thomas Jensen. Dinamarca, 2020. 116.
18 de enero de 2022. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.

La mujer de un soldado danés muere en el metro mientras viajaba con su hija. El hombre que le acababa de ceder el asiento cree que no fue un accidente. Y, con ayuda de unos amigos obsesionados con los algoritmos y los datos, consigue informaciones que convencen al militar viudo de que debe hacer algo. Así que compondrán una singular cuadrilla que se enfrentará con los mafiosos que habrían preparado el atentado. 

Quizá solo la madre fallecida y la hija que tanto la echa de menos entran en esa categoría, habitualmente sospechosa, de las personas normales. El resto son seres extraños, dañados y hasta un tanto desquiciados pero también muy curiosos y bastante tiernos. De hecho, uno se hace partidario de todos ellos y casi comprende la violencia de ese padre que interpreta un Mads Mikkelsen tan contenido como suele pero también explosivo en los momentos en que lo requiere su fornido personaje. Jinetes de la Justicia es divertida, matizada y hasta entrañable sin dejar de ser por ello una historia de violencia. Es una locura danesa que nos propone pensar sobre la incertidumbre y las probabilidades, sobre los azares y las necesidades y sobre esa sutil combinatoria entre las razones y los hechos cuando se trata de verdades. De modo que las certezas matemáticas son el motor de la historia y, a la vez, las que confunden a estos devotos de los algoritmos. Jinetes de justicia es una película magnífica que tiene algo que ver con Parásitos. En las dos hay violencia y personajes extraños. Pero si en la sobrevalorada película coreana aquella era excesiva y gratuita y ellos resultaban estúpidos e inquietantes, en la película de Anders Thomas Jensen lo central son esas sutilezas que tratan al espectador como un ser lúcido y no como mero consumidor de truculencia. Me temo que, a diferencia de los Parásitos, estos Jinetes de la justicia no serán embridados en la noche de los Oscar. Por fortuna (que no por azar)  tienen pura sangre europea y demasiada calidad para eso.