martes, 21 de mayo de 2024

La casa

de Álex Montoya. España, 2024. 83.
21 de mayo de 2024. Casa de la Cultura, Avilés.

Un año después de la muerte del padre, tres hermanos vuelven unos días a la casa familiar en la que pasaron tantos veranos y él fue tan feliz. Van para recoger las cosas y a prepararla un poco. Serán días de evocaciones y recuerdos. Y también de dudas sobre si realmente deberían venderla. 

Un refugio contra el olvido que seremos. Un cobijo para lo que fuimos y fueron. Eso es una casa familiar. Y de eso iba la magnífica novela gráfica de Paco Roca en que se basa esta estupenda película. Quienes somos devotos de sus viñetas, de sus gestos, silencios y transiciones, pensamos que sus obras tienen mucho de cinematográfico. Algo que se nota nuevamente en El abismo del olvido, un libro que debería ser de lectura obligada para muchos. Pero Álex Montoya no se ha limitado a traducir en planos y secuencias las imágenes de aquel libro. Con una fotografía y unas atmósferas impecables, consigue que el reencuentro entre hermanos, cuñados y sobrinas destile ese hiperrealismo mediterráneo, español y universal que tanto apreciamos en los trabajos de Paco Roca. Y lo hace creando una película sencilla, tierna y honda que está entre las mejores que ha dado el cine español de los últimos tiempos (y no son pocas). Unas interpretaciones llenas de verdad y sentimiento consiguen que en la pantalla se entrevere lo que pasa con lo que pasó, lo que se vive con lo que se evoca, y siempre con esa continuidad con que la realidad y los recuerdos tienden a intercalarse en nuestra mente. Uno de los muchos aciertos de Álex Montoya es darle a Miguel Rellán el papel del vecino, ese cómplice y testigo del padre fallecido que, con el regreso de los hijos a la casa, añadirá recuerdos demorando un poco el inevitable olvido que todos seremos. Así que ver La casa con mi familia en la Casa de Cultura (hoy llena de un público emocionado) ha sido una experiencia memorable.