domingo, 18 de noviembre de 2012

No quiero dormir sola

de Natalia Beristain. Mexico, 2012. 85’.
17 de noviembre de 2012. Cines Centro, 50º Festival de Cine de Gijón (sección: Rellumes).

Una joven tiene que hacerse cargo de su abuela, una vieja actriz que se debate entre el alcohol y el Alzheimer. Entre otras muchas cosas, las dos comparten su dificultad para pasar las noches en soledad. La aspereza de los primeros momentos va dando paso a la tristeza por reconocer, cada una en la otra, los efectos del paso del tiempo y a la ternura de una relación en la que las dos parecen desearse que les vaya bonito.

Algo tiene en común la joven de esta película con la de aquel mejicanísimo Año bisiesto de Michael Rowe, que combatía su soledad con sexo hiriente. Las dos parecen varadas en sus vidas, aquella Laura por un dolor heredado del pasado, esta Amanda por el temor a un futuro que ve reflejado en su abuela Dolores. A esas dos jóvenes la vecindad con la muerte parece darles una oportunidad de redención. En el ritmo de algunas escenas (la llegada de la nieta a la casa de la abuela) se nota que es una opera prima, pero No quiero dormir sola tiene cierta voluntad de estilo y una notable capacidad para subrayar la simetría de las pieles, los gestos y los cuerpos de esos dos personajes a los que separa el tiempo de casi una vida y a los que une el parecido físico y la calidad de las actrices que los encarnan.