miércoles, 20 de agosto de 2014

Gabrielle

de Louise Archambault. Canadá, 2013. 104’.
20 de agosto de 2014. Cines Los Prados, Oviedo.

Con veintidós años Gabrielle no tiene más autonomía que una niña. En el coro de discapacitados psíquicos del que forma parte tiene una relación especial con Martin, un joven que también está despertando al amor y al sexo. Pero la madre de Martin no lo entiende de la misma manera que la hermana de Gabrielle.

En noviembre pasado Gabrielle estuvo en la sección oficial del Festival de Gijón pero no llegué a verla. Aunque Alexandre Landry obtuvo el premio al mejor actor, la verdadera estrella es Gabrielle Marion-Rivard, la canadiense que parece interpretarse a si misma en esta película. Su estructura es la de una historia de ficción, pero la forma en que está filmada (cámara en mano) y la naturalidad de la protagonista (también su dulzura) le dan cierto aire de documental destinado a promover un debate sobre los límites de la dependencia de las personas no independientes. Un debate bien planteado en una película que a la vez muestra cuánto puede condicionar ese dilema la vida de sus familiares. En todo caso, da gusto ver un contexto social que las atiende e integra tan bien que sus problemas son solo los que deben ser: cómo conseguir ser más libres y más felices. Por lo demás, el coro de discapacitados y los estupendos profesionales que trabajan con ellos le dan mil vueltas a esa estrella del pop con la que el coro canta en la última escena.