23 de septiembre de 2015. Casa de la Cultura, Avilés.
Evelyn fue captada en Perú para trabajar en España. Pero no como limpiadora en una cafetería, como ella pensaba, sino como prostituta en un club de carretera. Con el pasaporte retirado y una deuda pendiente, Evelyn intenta resistirse a lo que los canallas esperan de ella.
La emigración y la prostitución en femenino singular. El punto de vista es siempre el de esa joven peruana que no quería dejar a su familia, que tuvo que buscar trabajo al otro lado del mundo y que se encontró de repente en ese submundo sin derechos a que da lugar la hipocresía de dejar fuera de la ley a la prostitución. Es la otra cara del matrimonio, ese artefacto legal sobreprotegido que genera tantos derechos como trampas. En la prostitución estas son mucho más arteras y aquellos no existen. Y eso es lo que comprobamos acompañando a esta Evelyn que no quiso ser ni emigrante ni puta, pero que conoció en España el lado más oscuro de las dos condiciones. Isabel de Ocampo me encantó con Piratas y libélulas, un documental absolutamente imprescindible que vimos en la Semana de Cine Español de Bejar del año pasado. Aunque el tema de Evelyn me parece especialmente propicio para los trazos gruesos y las ingenuidades morales, ella sabe darle el tono justo para crear una ficción opresiva y dolorosa sobre una de las dimensiones (la más terrible) de la prostitución. Buen cine comprometido el de esta mujer que sabe lo que se hace tanto en el documental como en la ficción.