1 de septiembre de 2015. Cines Los Prados, Oviedo.
A sus treinta y nueve años Perrine se dedica a (des)animar fiestas infantiles y seniles. Yendo a una de ellas empuja sin querer a un hombre que entra en coma tras la caída. Ella se siente culpable y se hace pasar por una prima para poder visitarlo cada día en el hospital. También se ocupa de su perro, de su trabajo y de su hijo. Hasta que la culpa se va transformando en otro sentimiento y él sale del coma.
Nada me molesta, pero tampoco nada me atrae especialmente de esta película francesa de contenido blando y duración contenida.