10 de julio de 2016. Cines Verdi, Madrid. V.O.S.
Jake llega al campus universitario por primera vez. Solo faltan tres días para que comiencen las clases. El tiempo justo para conocer a los compañeros del equipo de béisbol, asistir a fiestas diversas e iniciarse en la vida que le espera. Y para conocer a una chica especial.
Linklater vuelve a capturar magníficamente la intensidad infinita del presente. Esta vez en solo tres días. Los que necesita para mostrarnos cómo se integra un joven en la vida universitaria al final del verano de 1980 (justo cuando lo hice yo). Esta historia podría ser la suya, la mía o la de cualquiera que en aquel tiempo (más luminoso en Texas que en Asturias) se supiera comenzando una etapa crucial de su vida. Y eso es lo que nos muestra esta película alegre que, bajo la apariencia de descripción ingenua de una serie de locuras juveniles, contiene un magistral regreso en presente continuo a esos momentos que marcan una vida y que Linklater sabe captar como nadie. El guión es tan desbordante como siempre en su cine y está tan trufado de destellos brillantes que, más allá de ese retrato desenfadado de personalidades y situaciones, la película es una reivindicación deliciosa de esos instantes en los que todo es posible, en los que nada está vedado y en los que el azar y la libertad son todavía completos. "Siempre es ahora mismo". Lo decía el protagonista de Boyhood al final de aquella extraordinaria película. "Las fronteras están donde uno las encuentra". Lo escribe un profesor en la pizarra antes de comenzar esa primera clase que no llegaremos a ver. Son mensajes cristalinos sobre las intenciones de Linklater. Y sobre la invitación a la vida que siempre se hace presente en su cine.