domingo, 23 de diciembre de 2018

Un asunto de familia

de Hirokazu Kore-Eda. Japón, 2018. 121’.
23 de diciembre de 2018. Cines Los Prados, Oviedo.
5 de febrero de 2019. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.

Una familia japonesa lleva una vida modesta en una pequeña casa rodeada de edificios.  Allí viven el hombre, la mujer, la abuela, una adolescente, un niño y también otra niña más pequeña que encontraron llorando una noche. El hombre enseña al niño a robar en supermercados, la mujer se gana la vida planchando y la chica enseña su cuerpo en un tugurio. Pero todos son felices juntos. Fuera hace más frío.

Otra joya del maestro Kore-Eda. Una nueva reflexión sobre los lazos que unen a las familias verdaderas, esas que no tienen por qué ser verdaderas familias. Su nueva mirada sobre el desvalimiento humano recuerda a la que hizo inolvidable a aquel grupo de hermanos en Nadie sabe. Pero en Un asunto de familia Kore-Eda ha querido que sea multigeneracional este cálido retrato del hogar familiar como único cobijo frente a la intemperie existencial. Los planos individuales y frontales del tramo final de la película y la relevancia de esos cristales tan propicios para las confesiones (en la cárcel, en el autobús) recuerdan un poco ese tono de thriller que en cierto modo tenía El tercer asesinado. Sin embargo, en Un asunto de familia dominan los cuidados planos interiores que tanto recuerdan (como en Still Walking) al cine de Ozú. Y también esas escapadas (algunas literales) de los personajes por una ciudad que (igual que en Nadie sabe o en Milagro) no parece amable con ellos. Una ciudad en la que la protección familiar parece ser excepción asediada, como muestra ese plano cenital en el que los protagonistas apenas consiguen entrever, en medio de los edificios, los fuegos artificiales nocturnos en un cielo que les resulta ajeno y desde el que parece que nosotros los contemplamos. Y es que la caligrafía de Kore-Eda, siempre contenidísima, atiende por igual al conjunto y al detalle, al texto y al encuadre, al grupo y a cada personaje. El suyo es un cine reposado que emociona sin estridencias, que sabe contar grandes historias pequeñas con dispositivos sencillos y transparentes. Por eso es un cine magistral. Propicio para las hermenéuticas delicadas aunque tenga el mayor valor académico.