21 de julio de 2020. Cines Los Prados, Oviedo.
Un joven boxeador al que le han diagnosticado erróneamente un tumor cerebral tiene un encuentro imprevisto con una joven que vive secuestrada por una mafia. La intervención del boxeador altera los complejos planes delictivos de varios grupos de chinos y japoneses que compiten por un alijo de drogas y por el dominio de la zona.
Supongo que si Coppola convirtió a las historias sobre la mafia italiana en género de culto y Tarantino consiguió que sonreír ante la violencia más extrema no resulte para muchos un espectáculo vergonzante, los japoneses también tienen derecho a que las matanzas, los mamporros y la sordidez nocturna puedan tener también pedigrí de calidad. Eso han debido pensar algunos festivales y algunos críticos que han puesto por las nubes a una película como esta. Así que he tenido que venir a verla para comprobar, una vez más, que me sigue repugnando este tipo de cine.