sábado, 31 de agosto de 2013

Lobos de Arga

de Juan Martínez Moreno. España, 2011. 104’.
29 de agosto de 2013. Centro Niemeyer, Avilés.


La maldición centenaria de los Mariño cae sobre Tomás, el último descendiente que regresa a Arga para un supuesto homenaje. Licantropía casposa en un pueblo gallego. Actores intentando defender una historia boba que quiere provocar muchas risas y muchos sustos. El cartel lo decía todo, pero uno no espera encontrar en un lugar como este una película que parece elegida con (mala) intención en un outlet de serie B.

Lo importante es lo que está pasando estos días en Avilés con el anuncio del cierre de los Cines Marta. Ayer la concentración en su defensa estuvo bastante animada. Hoy lo recoge la prensa. Además de recuerdos, intercambiamos ideas para conseguir que en Avilés (y en España) el cine se siga pudiendo ver en el cine. Las ganas de hacer algo predominaban sobre la resignación de una despedida (que será, en todo caso, en la última sesión del lunes para la que también hay convocatoria). No parece que ese bello palacio deba (ni pueda) tener mejor destino que albergar salas de cine. En este caso la crisis económica tiene una ventaja: no parece haber alternativas de especulación inmobilaria como las que desalojaron en el pasado tantas salas españolas del centro de las ciudades. Si se consiguen pensar maneras de superar este rubicón de la digitalización y las salas de los Cines Marta no se desmontan, este anuncio de cierre podría ser un aldabonazo para despertar a quienes no saben que parte de alma de las ciudades se pierde cuando de ellas desaparecen sus cines. Aún se puede hacer mucho por conservarlos. En las salas más pequeñas se podrían experimentar otros modelos de exhibición (el año pasado comprobamos en los Cines Monumental de Buenos Aires lo pequeña que puede llegar a ser una buena sala de cine). En algunas salas (o días) se podrían plantear ofertas a la carta para pequeños grupos de espectadores que se autoprograman sus películas (el modelo cinéfilo del Xcèntric del CCCB sirve de ejemplo). Lo importante es que el cine palomitero siga estando al lado del otro, que el abuelo pueda ir con la nieta al cine infantil y que el adolescente que va con sus amigos al último megaestreno pueda encontrarse con sus padres que salen de ver la película coreana que se proyecta en la sala de al lado. Desde los centros educativos podemos hacer mucho contagiando y promoviendo el gusto por ir al cine. Pero no (solo) el cine  edificante en horario escolar, sino el cine que tanto nos hace disfrutar en su horario habitual. No es otra cosa que lo que ya hicimos hace veinte años en Avilés con el teatro. Entonces nuestros alumnos se apuntaban en sus centros y les llevábamos las entradas con precio reducido si contagiaban entre ellos el interés por asistir e iban juntos. En el Palacio Valdés compartían butaca con los adultos y aprendían a ser público teatral (aunque algunos espectadores "de toda la vida" no entendían la importancia de esa promiscuidad de edades). Hoy las sorprendidas y agradecidas caras de los actores al final de las obras viendo nuestro teatro lleno demuestran que lo que se hizo en Avilés hace tiempo por fomentarlo entre los jóvenes ha fidelizado a un público que permite que tengamos una programación enviadiable (y también unas magníficas jornadas anuales de teatro escolar en las que desde hace casi veinte años los alumnos de nuestros institutos se suben cada primavera al escenario). Eso mismo querríamos hacer ahora algunos profesores con el cine: anunciar con antelación la programación del fin de semana, comentarla, contagiarla en las aulas y en las redes sociales, conveniar reducciones de precios para jóvenes que anticipan la compra de varias entradas. En casa hace años que los Reyes traen el 6 de enero varias cajitas con entradas de los Cines Marta para usar durante el año. Ángela también ha hecho muchas veces ese regalo de cumpleaños a sus amigos. De hecho, ella las reserva como un pequeño rito para los estrenos especiales que más le gustan. Es un ejemplo familiar de como contagiar el aprecio por ver el cine en el cine. Además de quejarnos de la (anti)política cultural de este gobierno destroyer, desde el ámbito escolar (y también desde la gestión cultural municipal y regional) se puede hacer mucho más de lo que se ha hecho hasta ahora. Ojalá que sea así. Ojalá que la actitud heróica que ha tenido siempre la empresa propietaria de los Cines Marta haga un esfuerzo más y nos permita echarle una mano. Si superamos este bache quizá tuviera sentido reponer cuanto antes en los Cines Marta la película de Tavernier y hacer cierto su título: Hoy empieza todo (otra vez).