18 de agosto de 2015. Cines Renoir Plaza de España, Madrid. V.O.S.
Delante de una casa una mujer y su hijo despiden a un hombre que se va por una semana. Tres años después el hombre no ha vuelto y los dos dejan la casa para pasar a la otra Alemania. En la frontera oriental a ella la interrogan y humillan. Algo no muy distinto a lo que le espera en el centro de acogida de la Alemania Federal. La sospecha de que el marido ruso no ha muerto, como ella cree, y de que se dedicó a labores de espionaje hace que los servicios secretos la presionen y dificulten su salida del centro.
La excelente interpretación de Jördis Triebel en el papel de esa mujer que busca una nueva vida, el matizado contrapunto que el niño pone a la historia y la relación que los dos tienen con algunos de los compañeros de ese centro de acogida, que casi parece de concentración, hacen muy recomendable una película que, además, tiene pinceladas que la emparentan con las de espías de los tiempos de la (tardía) Guerra Fría. Al otro lado del muro nos recuerda que las masas de emigrantes y refugiados que intentan cruzar las fronteras están compuestas por personas concretas que viven dramas tremendos y que solo pretenden tener una vida como la de quienes nacieron al otro lado. Y eso era igual en las fronteras interiores de la Alemania de los setenta que en las que ahora endurece Europa para los que huyen de las guerras.