26 de agosto de 2015. Cines Van Dyck, Salamanca. V.O.S.
Ettore recuerda a Federico. Los inicios en blanco y negro en la revista Marc'Aurelio donde primero empezó Fellini y luego estuvo Scola. Las conversaciones en el coche durante sus paseos nocturnos por Roma. La devoción de los dos por el gran Marcello Mastroianni. Los escenarios excesivos para sus películas en Cinecittà. Es el hermoso homenaje crepuscular de un gran cineasta italiano a un amigo tan genial que convirtió en adjetivo su apellido.
No es un documental, aunque hay muchas imágenes originales. No es una ficción, aunque hay escenas como las de la redacción en la revista Marc'Aurelio que podrían estar en una magnífica historia. No es un relato, aunque tiene un estupendo narrador que nos va describiendo y subrayando lo que vemos. Es cine sobre el cine. Y del bueno. Ettore Scola no solo comparte sus recuerdos (y muchos dibujos) en esta película sobre el amigo. Además de homenajear su figura (que nos muestra de frente cuando es joven y de espaldas en la madurez) pone en la pantalla también su estilo con unos hermosos decorados de los que no oculta la tramoya y con una preciosa fotografía que es la más apropiada para evocar al maestro. Y también con esas imágenes finales de las películas de Fellini que están pidiendo a gritos que la de Scola sea la de apertura (o la de cierre) de un ciclo en el que podamos ver de nuevo en pantalla grande las de su admirado Federico. Esta es la segunda película que se estrena este año en España sobre un gran director italiano. En la de Abel Ferrara, Willem Dafoe clavó (eso sí, en inglés) a Pasolini. Los dos creadores motivaron también dos magníficas exposiciones que pude ver en el CaixaForum de Madrid en 2010 (Federico Fellini. El circo de las ilusiones) y en el CCCB de Barcelona en 2013 (Pasolini Roma). A veces siento nostalgia del futuro y pienso que un lugar tan bello como la cúpula del Niemeyer podría servir para albergar exposiciones así. Y que en su magnífico cine podrían ser cotidianos ciclos como esos.