20 de agosto de 2015. Cines Renoir Plaza de España, Madrid. V.O.S.
Un ciclista tiene un accidente en una noche de invierno. El coche que lo ha sacado de la carretera no se ha detenido a socorrerlo. Podría conducirlo el hijo de un tiburón financiero. O quizá su novia, la hija del dueño de un agencia inmobiliaria que quiere aprovechar esa relación para acceder a inversiones que le quedan muy grandes.
Los mismos hechos contados como capítulos sucesivos desde los puntos de vista de tres de los personajes. Y luego un capítulo final que confirma lo que se viene intuyendo: que los canallas están en todos los ámbitos. Desde el sector inmobiliario hasta la cultura, desde los altos especuladores hasta los que trapichean al por menor. La referencia obvia del detonante de esta italianísima historia es Muerte de un ciclista de Juan Antonio Bardem. Pero El capital humano tiene también parentelas con otras magníficas películas en las que alguien huye tras haber causado un accidente en la carretera y se busca la forma de evitar las consecuencias. Por ejemplo, con La propuesta, el penúltimo de los Relatos salvajes de Damián Szifrón. O con Madre e hijo de Calin Peter Netzer. O con Tres monos, del gran Nuri Bilge Ceylan. El capital humano está a la altura de cualquiera de esas películas. Así que ya digo bastante.