27 de septiembre de 2016. Cines Los Prados, Oviedo. V.O.S.
Blanka sobrevive pidiendo y robando en las calles de Manila. Es una niña huérfana que solo encuentra amparo en un anciano ciego que toca la guitarra. Ella quisiera tener una madre, así que intenta comprarse una.
Del cine filipino solo conozco las películas de Brillante Mendoza (del que me declaro fiel seguidor). Así que no podía dejar pasar la oportunidad de volver a Manila siguiendo a esta niña callejera y de oír hablar tagalo a los personajes de esta película (solo un día a la semana y solo una sesión en versión original en los Yelmo de Oviedo, pero algo es algo). Y es una delicia comprobar que en esa lengua tan sonora se conservan restos del español en palabras como blanco o azul. O también basura y milagro, los términos que precisamente podrían enmarcar esta historia de supervivencia en un mundo terrible. En eso Blanka tendría algunas coincidencias con el magnífico cine de Brillante Mendoza. Sin embargo, lo que en ese gran director es hiperrealismo áspero y honesto, en Kohki Hasei se convierte en blandura casi naif. Así que Blanka se queda simplemente en una historia bonita que pretende ser apta y amable para cualquier público. Algo que quizá pueda explicarse por el apoyo que la Bienal de Venecia ha prestado a la producción de esta película.