15 de octubre de 2017. Cines Ocimax, Gijón.
Jean-Luc Godard según Anne Wiazemsky. Obsesionado con hacer la revolución (no solo en el cine) vemos el mal genio de un tipo egoista que no trataba nada bien a la joven y bella actriz con la que se casó en los años sesenta.
A veces pienso que Godard es al cine lo que Calatrava a la arquitectura: un artista (o quizá no) con el que está bien visto meterse. Y eso es lo que hace sin ningún reparo Michel Hazanavicius a partir del libro en que la actriz relata su relación con el famoso director intempestivo. Cineastas excéntricos han sido retratados en películas muy diversas. Algunas muy convencionales como Hitchcock de Sacha Gervasi. Otras muy interesantes como Hitchcock/Truffaut de Kent Jones o Pasolini de Abel Ferrara. Y otras muy sugerentes como Qué extraño llamarse Federico (sobre Fellini) de Ettore Scola o Eisenstein en Guanajuato de Peter Greenaway. El director de The artist se une, así, a la lista de buenos directores que han contado historias sobre otros directores. Pero lo hace casi en la forma de un ajuste de cuentas. El resultado será seguramente muy grato para los que no soportan a Godard, pero no les dirá nada a quienes no les suene ese nombre. Algunos guiños cinéfilos, algunas bromas en los subtextos y una ambientación bastante cuidada es lo más destacable de una película que, además de burlarse de Godard, se apunta a esa costumbre, tan de moda últimamente, de renegar de aquellos tiempos en que las utopías tomaban las calles.