martes, 3 de mayo de 2022

Alcarràs

de Carla Simón. España, 2021. 120.
3 de mayo de 2022. Cines Ocimax, Gijón. V.O.S.

La familia Solé vive de su plantación de melocotones. Los cultivan desde hace muchos años pero la tierra no es suya. Su propietario se la cedió al abuelo en agradecimiento por esconder a su familia durante la guerra civil. Pero aquella vieja amistad ya no sirve porque el heredero ha decidido dedicar esos terrenos a la instalación  de paneles solares. Así que este será el último verano en que la familia Solé cosechará melocotones en Alcarràs.

Carla Simón sabe dónde poner la cámara para hacernos sentir que formamos parte de esa familia, que siempre hemos estado con ellos y que nos interesa tanto la ira del padre, como la paciencia de la madre,  la pena del abuelo, los silencios de los hijos mayores y, por supuesto, los juegos de las niñas. Alcarràs consigue un delicado equilibrio entre la inmersión en esa intrahistoria familiar y los leves apuntes contextuales que aportan a la historia matices de denuncia. Y lo logra evitando por igual las posibles nostalgias neorrancias y los lugares comunes propios del discurso de la España (o Cataluña) supuestamente vaciada. Carla Simón pertenece a ese tipo de directoras que saben mostrar la cotidianidad de la vidas en familia haciéndonos sentir que no hay ni cámaras ni pantallas. Me refiero a cineastas españolas tan notables como Neus Ballús, Mar Coll, Isabel de Ayguavives o Clara Roquet, argentinas como Lucrecia Martel, Ana Katz, Paula Hernández o Milagros Mumenthaler o chilenas como Marcela Said o Dominga Sotomayor. Carla Simón forma parte de ese magnífico grupo y hasta ahora solo ha hecho dos películas: Estiu 93 y Alcarràs. Nada menos.