de Luis (Soto) Muñoz y Alfredo Picazo. España, 2023. 83’.
12 de diciembre de 2024. Cines Embajadores-Foncalada, Oviedo.
La Pascua de 2023 la pasamos por tierras cordobesas. Disfrutando con las procesiones y el ambiente de Lucena, Cabra y Puente Genil. También nos acercamos a Zuheros (el pueblo de Remedios Zafra), a Priego de Córdoba y paseamos por la vía verde del aceite. Entonces nos quedamos con ganas de ir a Baena y el fin de semana pasado esta película estaba en el Zumzeig de Barcelona, pero el horario no nos iba bien. Así que ha sido un gusto poder verla ahora en los Embajadores-Foncalada y, aún más con el encuentro con Alfredo Picazo que siguió a la proyección. El blanco y negro de las imágenes tiene bellos claroscuros a la manera de Caravaggio y una textura tan porosa que recuerda a las pinturas matéricas de Tapies. O a las que aquí vemos en color de Paco Ariza, el pintor baenense que, en cierto modo, protagoniza esta hermosa historia de aliento poético y fotografía primorosa. Hay voluntad de esculpir el tiempo a partir de esa suspensión que en él parece provocar la Semana Santa en las periferias andaluzas. Y de mostrar su cadencia encadenada con la relación entre el niño y el pintor anciano que me ha recordado la correspondencia entre Erice y Kiarostami años después de El sol del membrillo. Y no puedo dejar de resaltar la feliz coincidencia entre el homenaje a las manos que se hace en la película y lo que relata Jesús Carrasco en El elogio de las manos, su último y magnífico libro.