20 de marzo de 2013. Cines Marta, Avilés.

“Chile, la alegría ya viene” fue el lema que derribó a Pinochet hace veinticinco años. El personaje que interpreta Gael García Bernal consigue centrar el mensaje por el no en clave netamente optimista y descentrar la confianza de la dictadura en mantenerse (con alguna legitimidad) en el poder. Esa pugna televisiva conforma casi un thriller que, aún sabiendo que acaba bien, se sigue con interés. La textura de las imágenes es deliberadamente vieja y televisiva para que las secuencias reales de aquella campaña encajen perfectamente con las de esta ficción. En política no basta con tener razón, hay que tener también habilidad. El reciente Lincoln de Spielberg lo ponía de manifiesto mostrando cómo se manejan los resortes del poder. Este No de Larraín analiza esa periferia de la política en la que un buen diseño de los mensajes en los medios puede ser crucial para convencer y vencer. Y en el caso de aquel Chile, para acabar con el mal.