7 de marzo de 2013. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.
El “Camino del calvario” de Brueghel muestra un momento de la pasión de Cristo en un paisaje de Flandes. La película retrata la vida cotidiana de algunos de los personajes del cuadro durante la jornada en que el pintor estructura la obra.
Los cuadros de Brueghel invitan a mirar detenidamente a cada uno de sus personajes e imaginar cómo serían sus vidas. Eso hace esta película, casi muda, a través de una sucesión de estampas cautivadoras que van desde el amanecer del día de la escena a la mañana del día siguiente. Es, por tanto, una hermosa obra sobre la intrahistoria de ese lugar en ese momento. Y también un oportuno retrato sobre la vida en ese tiempo de la historia de la técnica que Ortega llamó del artesano y Mumford eotécnica. Pero Majewski quiere incluir muchas más cosas en su película: las reflexiones del pintor mientras esboza el cuadro, la represión española en el contexto de las pugnas religiosas del siglo XVI y hasta la propia muerte de Jesucristo. Y es una lástima, porque la película habría estado muy bien si terminara cuando la cámara asciende hasta ese molinero cuasidivino capaz de detener el tiempo para que el pintor fije el instante en su cuadro. Lamentablemente el director decide que el tiempo continúe y nos muestra escenas tan innecesarias como la crucifixión de Cristo, el suicidio de Judas o lo malísimos que eran aquellos españoles a los que pone voces americanas extrañamente impostadas. Curiosamente es desde la muy católica Polonia desde nos llega esta película a la que perjudica notablemente su intención de reproche histórico.
Los cuadros de Brueghel invitan a mirar detenidamente a cada uno de sus personajes e imaginar cómo serían sus vidas. Eso hace esta película, casi muda, a través de una sucesión de estampas cautivadoras que van desde el amanecer del día de la escena a la mañana del día siguiente. Es, por tanto, una hermosa obra sobre la intrahistoria de ese lugar en ese momento. Y también un oportuno retrato sobre la vida en ese tiempo de la historia de la técnica que Ortega llamó del artesano y Mumford eotécnica. Pero Majewski quiere incluir muchas más cosas en su película: las reflexiones del pintor mientras esboza el cuadro, la represión española en el contexto de las pugnas religiosas del siglo XVI y hasta la propia muerte de Jesucristo. Y es una lástima, porque la película habría estado muy bien si terminara cuando la cámara asciende hasta ese molinero cuasidivino capaz de detener el tiempo para que el pintor fije el instante en su cuadro. Lamentablemente el director decide que el tiempo continúe y nos muestra escenas tan innecesarias como la crucifixión de Cristo, el suicidio de Judas o lo malísimos que eran aquellos españoles a los que pone voces americanas extrañamente impostadas. Curiosamente es desde la muy católica Polonia desde nos llega esta película a la que perjudica notablemente su intención de reproche histórico.