11 de febrero de 2014. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.
Termina la guerra. Los padres de Lore forman parte de la élite nazi. Por eso huyen. Y la dejan a cargo de sus cuatro hermanos. Con ellos atravesará una Alemania dominada por americanos, británicos y rusos. Van hacia el norte. A casa de su abuela. En el viaje solo contarán con la ayuda de un joven solitario. Y judío.
El punto de vista se hace extraño. Es el de los hijos de las bestias. Un bebé, dos niños y dos adolescentes cruzan un país que descubre, y no acaba de creer, el horror causado. No cabe más dramatismo. Por eso sorprende la belleza de los planos cortos. Y la elegancia, casi malickiana, de los movimientos de una cámara atenta a una naturaleza bella y hostil. La recelosa atracción entre Lore y el joven judío hace pensar en la intención metafórica de la historia. Y también su gesto final ante una abuela protectora que parece salida de La cinta blanca.