27 de marzo de 2016. Cines Golem, Madrid. V.O.S.
Hace tiempo que Thierry ha perdido su trabajo. A su edad le cuesta encontrar otro y los problemas económicos crecen en su familia. Finalmente consigue un puesto como vigilante en una gran superficie comercial. Un trabajo desagradable en el que tiene que controlar a clientes y empleados.
La crisis económica en España y en Europa ha motivado varias películas que muestran en primer plano sus consecuencias individuales. Algunas han tenido bastante éxito como Techo y comida de Juan Miguel del Castillo o Dos días, una noche de los hermanos Dardenne. Sin embargo, sobre el mismo tema y también en primera persona se han hecho películas mejores que no han recibido la atención que merecen. Hermosa juventud de Jaime Rosales o esta de Stéphane Brizé son buenos ejemplos de ello. La diferencia entre unas y otras está en los subrayados y en la verosimilitud. Jaime Rosales y Stéphane Brizé repudian los primeros y son maestros en lo segundo. Su mirada deja espacio para que el espectador se haga presente en las historias, para que las viva tan cerca que sienta empatía hacia los personajes. Algo que resulta fácil con actores tan buenos y contenidos como Vincent Lindon. En La ley del mercado me parece asistir a una historia muy cercana a la de la magnífica Quelques heures de printemps, la anterior película de Brizé que también protagonizaba este gran actor y sobre la que también destaqué su vecindad con el hiperrealismo de Rosales. Las cámaras de vigilancia del supermercado me parecen aquí un acierto narrativo tan oportuno como el de aquellas pantallas de móvil que sintetizaban los saltos temporales en Hermosa juventud. Como también lo es la elección del encuadre en esos diálogos que solo vemos reflejados en el rostro de este perdedor flemático. Con interpretaciones como la de Vincent Lindon y miradas como la de Stéphane Brizé es mucho lo que gana el cine francés.