25 de marzo de 2016. Cines Los Prados, Oviedo.
Frente a la casa de un panadero de un pueblo de Normandía se instala una pareja inglesa. Son Charles y Gemma Bovery. Ella atrae especialmente su atención por su belleza y por su apellido. Y también por unas relaciones adulteras que le recuerdan a las del personaje de Flaubert.
Con la lectura retrospectiva del diario de Gemma, Anne Fontaine nos coloca en la perspectiva del lector de la vida que es ese panadero cotilla y en la del autor de una historia tan clásica como Madame Bovary. La cámara subraya la mirada voyeur de él, desde la que percibimos y casi intervenimos en la historia. Y también la sensualidad primaveral de ella que, nunca mejor dicho, está como un pan. Aunque al principio la irónica voz en off del panadero maduro me hacía presagiar lo peor, poco a poco las cuitas eróticas de ella y el elegante retrato de la cotidianidad rural normanda me fueron haciendo más grata una historia que termina con un oportuno final triplicado y un divertido epílogo invernal que bromea con estos divertimentos metaliterarios.