6 de marzo de 2019. Centro Cultural Valey, Piedras Blancas.
Mónica trabaja en el mundo de la danza en Buenos Aires. Hace muchos años que dejó España, pero ahora vuelve a su pueblo burgalés porque ha muerto su padre. Allí pasará varios meses con su madre hasta que se venda la casa. Es un regreso a los orígenes y una oportunidad para que cicatricen las heridas de la relación con su hermana.
A Meritxell Colell la conocí cuando estaba terminando esta película durante un taller que dirigió con su hermana en Gijón, en el marco de esa magnífica iniciativa que es CinEd. Fue una jornada intensa e interesante en la que tuvimos ocasión de analizar con cierto detalle esa joya titulada El espíritu de la colmena. Así que no me extraña nada la radical contención, el protagonismo del viento invernal en un pueblo de la España interior y la presunción de intensidad en los sentimientos de unos personajes que hablan poco pero de los que intuimos mucho. Es un tipo de cine que seguramente repele a aquellos que no consiguen ver lo que pasa cuando no pasa nada. A la proyección de la película asistió Mónica García que es de Salinas e, igual que su personaje, se dedica profesionalmente a la danza. Además de comentarios muy oportunos sobre la película (y sobre el extraordinario trabajo de Concha Canal, esa actriz nonagenaria y no profesional que interpreta a la madre de su personaje), nos dijo que Meritxell está ahora en el norte de Argentina buscando localizaciones para una nueva película sobre ese mismo personaje tras este tiempo detenido. A mi, que me cautivan con cierta facilidad la contención interpretativa, la demora en el relato y la verdad con que se filman los entornos rurales (seguramente porque soy de los afortunados que tienen pueblo), no tendrá difícil conquistarme si en su nueva película prolonga la mirada con que ha filmado Con el viento y la traslada a un lugar tan querido como el corazón de América.