8 de marzo de 2019. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.
Una importante jueza londinense tiene que resolver un caso sobre un joven de diecisiete años gravemente enfermo. El hospital pide autorización para transfundirle sangre y salvarle la vida, pero sus padres y él son testigos de Jehová y se niegan. La decisión de la jueza coincide con un momento en que su matrimonio no va bien.
Parece que la película va a tratar de dilemas de cierto calado ético pero, excepto en la escena de la sala de vistas y en la del hospital, la cosa no da mucho más de si. Tampoco se desarrollan suficientemente los matices del interesante triángulo afectivo en que se sitúa la jueza entre su marido y el adolescente. Así que si no fuera por las estupendas interpretaciones de Emma Thompson y Stanley Tucci y por lo agradable que resulta contemplar las atmósferas y los ademanes propios de la élite judicial inglesa, la película tendría muy poco interés. Eso sí, en el título se observa otra variante de la estupidez local con las películas extranjeras. En este caso no consiste en titularla en inglés, sino en retitularla de modo discutible y poner luego entre paréntesis el título original. En fin...