7 de abril de 2019. Centro Niemeyer, IV Festival de cine LGBTIQ, Avilés. V.O.S.
Pedro se queda solo en el apartamento que compartía con su hermana en Porto Alegre. Está pendiente de una sentencia por algo que hizo tiempo atrás y mientras tanto sobrevive con un canal de Internet en el que exhibe su cuerpo pintado con colores que brillan a la oscuridad. Pedro pasa casi todo el tiempo en su casa solo, pero un día conoce a un bailarín con el que compartirá escenas en la web y con el que también podría compartir su vida. Sin embargo, a su amigo le han dado una beca y se irá lejos de Brasil.
Sencilla y bien contada. Así es esta historia sobre un joven ensimismado cuya vida aún parece más triste con esas pinturas de neón. Su carácter contrasta grandemente con el de su amante y colaborador. Pedro es solitario y reservado, su amigo tiene un entorno en el que todo resulta amable y cordial. Los dos se hacen querer y uno desearía que la vida les tratara bien. Así que Tinta bruta nos cuenta sin grandes ambiciones una historia interesante y bien interpretada. Con películas como esta ni la causa LGTB ni el cine resultan devaluados. Y eso no siempre es así.