de Vadim Perelman. Rusia,
2020. 127’.
30 de marzo de 2021. Casa de la Cultura, Avilés.
Un francés se salva de morir fusilado por los nazis diciendo que él no es judío sino persa. El jefe de cocina del campo de concentración al que le llevan quiere aprender esa lengua, así que el prisionero conservará su vida mientras le enseñe palabras de una lengua que él tampoco conoce.
La historia se presenta como inspirada en hechos reales, aunque no se dice hasta qué punto. De hecho, parte de lo que se muestra no parece verosímil y muchas de las situaciones tienen más que ver con los clichés de los retratos cinematográficos del nazismo que con un relato original. En la escena final, el protagonista consigue facilitar los nombres de más de dos mil personas que pasaron por el campo porque los había memorizado para inventar palabras en sus clases de persa. Pero ni siquiera ese momento emotivo consigue compensar una película que se hace larga y, sobre todo, innecesaria.