de Alexis Bloom. EE.UU., 2024. 113’.
4 de enero de 2025. Filmin. V.O.S.
Imágenes originales de los interrogatorios de Benjamin Netanyahu por sus actividades ilícitas. Él responde malamente (y de mala manera) a lo que le preguntan. También son interrogados su mujer y su hijo, a cuál más radical y engreído. Las imágenes se van intercalando con declaraciones de periodistas y analistas que muestran la catadura moral y política del personaje y la forma en que utiliza la guerra para escapar de sus procesos penales por corrupción. También vemos instantes de aquel terrible 7 de octubre. Y de los muchos sietes de octubre que desde entonces el ejército de Israel está perpetrando en Gaza. El contrapunto a las acciones de ese gobernante y ese Estado genocida lo ponen los familiares de las secuestrados israelíes en Gaza, a quienes también vemos encararse a algunos sionistas borrachos de barbarie. Y también lo pone la sensatez de esa chica israelí de veinte años que habla sosegadamente a la cámara recordando el horror de aquel día en que perdió a noventa vecinos, pero también la masacre y el horror que están sufriendo desde entonces sus otros vecinos. Los de Gaza.
Benjamin Netanyahu investigado en Israel. Pero no detenido por sus crímenes de guerra y lesa humanidad, como ha ordenado la Corte Penal Internacional, sino interrogado por diversos actos de corrupción. Que las imágenes de esos interrogatorios hayan sido grabadas por las propias instancias policiales o judiciales hace más impresionante contemplar la soberbia y chulería de una familia que, en su forma de entender el poder, poca diferencia tendrá con sus análogos de Corea del Norte. Mientras se ve el documental, las vienen constantemente a la mente simetrías con otros belicismos totalitarios y parecen muy lejanos los tiempos en que el Likud era un partido peligroso, pero aún minoritario. Una de los momentos más obscenos y reveladores de este documental es el del discurso de Netanyahu ante los congresistas norteamericanos y la forma en que sus soflamas más salvajes se ven acompañadas por los encendidos aplausos de unos parlamentarios puestos inmediatamente en pie. Son imágenes casi idénticas a aquellas otras en blanco y negro en las que los uniformados respondían con idénticos resortes a las furias belicistas de Hitler. Así que da mucho asco presenciar las maneras de ese tipo tan peligroso en la sala de interrogatorios y en sus actos públicos. Por contra, alivia escuchar las declaraciones sinceras y sosegadas de esa chica israelí que vivió aquel 7 de octubre en su kibutz y habla con tanta lucidez de Netanyahu y de la situación en Gaza. Pensar que en Israel aún hay gente así aviva un poco la esperanza.