de Paul Thomas Anderson. EE.UU., 2025. 94’.
2 de octubre de 2025. Cines Parqueastur, Corvera. V.O.S.
La revolución en Estados Unidos comienza en un lugar de la frontera con México. Dieciséis años después, sus protagonistas más importantes no han vencido, pero tampoco han sido detenidos. Las redes de contacto siguen funcionando y se ponen en marcha para salvar a la hija de uno de ellos.
Son más de dos horas y media que se pasan en un suspiro. El director de Magnolia, Pozos de ambición, The Master o Licorizze Pizza nos ofrece una historia que comparte con otras recientes (como Civil War, Mickey 17 y Eddington) intenciones críticas hacia el trumpismo y el barrunte de tiempos autobélicos en suelo estadounidense. De hecho, la cosa no parece tan distópica en estos días en que Trump despliega al ejercito en algunas ciudades de su país haciendo que los gringos quizá lleguen a vivir en carne propia ese tipo de hazañas bélicas que solían promover a miles de kilómetros de su casa. Leonardo Di Caprio, Sean Penn y Benicio del Toro están magníficos en unos personajes intensos que, junto con los de Teyana Taylor y Chase Infiniti, conforman una historia vibrante y sin tregua. Las imágenes son poderosas (inolvidables esas carreteras con cambios de rasante extremos) y los guiños dan mucho que pensar sobre la vecindad entre el supremacismo MAGA y el nazismo genuino (por ejemplo, el del personaje de Sean Penn gaseado e incinerado por los suyos). No sé si la reacción al trumpismo acabará siendo una rebelión organizada al modo de los movimientos revolucionarios vigesímicos, pero tampoco me extrañaría que la estética de los malos (el ejército y sus sabuesos) resulte cautivadora para muchos trumperos que pudieran disfrutar con esta película creyendo que Paul Thomas Anderson comparte intenciones con ellos. Sería una lástima.