24 de abril de 2013. Centro Cultural Valey, Piedras Blancas.
Dos días sin salir de un hotel en el que se celebra una feria para comerciales. Vendedores de diversas edades que intercambian abrazos y tarjetas pugnan por colocar sus productos. Entre ellos Salva, un comercial nato que está pasando malos momentos. No solo en su vida personal, también en ese oficio duro en el que los más jóvenes amenazan con desplazar a los de su generación. Vender sus productos a Battleworth, un norteamericano poderoso, puede ser su última oportunidad. Inés, una joven azafata de congresos que le recuerda a su hija, le ayudará a conseguirlo. Pero a un alto precio.
Vender a puerta fría es el destino más triste de un vendedor. El que ya tiene Carmelo, el amigo de Salva que comparte con él la sensación de pertenecer a un tiempo que se acaba. La relación entre ambos hace que esta magnífica película recuerde a Glengarry Glen Ross. Pero A puerta fría es mucho más. El naufragio en la vida de Salva y su relación circunstancial con Inés tienen el magnetismo de aquellas otras vidas varadas en un hotel japonés en Lost in translation. Y nos ofrece un espejo en el que mirar un mundo laboral despiadado en el que es difícil saber qué generación lo tiene peor. Es verdad que las apariciones de Nick Nolte en esta historia son impresionantes. Pero solo porque están al nivel de interpretaciones tan espléndidas como las de esos geniales maduros que son Antonio Dechent, Héctor Colomé y José Ángel Egido. O la de una deliciosa María Valverde que hace que duela ver a esa joven Inés convertida en regalo para el depredador norteamericano que interpreta Nick Nolte. No se merece Xavi Puebla que su película se haya estrenado en España con solo trece copias. El buen cine español como este no debería quedar relegado a los centros culturales. Si Xavi Puebla fuera francés su película se habría visto en toda Europa. Y si fuera estadounidense llegaría a los cines de toda España.