22 de abril de 2013. Cines Marta, Avilés.
Un extraño virus provoca un pánico mortal a los espacios abiertos. Marc lleva semanas sin poder salir de su empresa y sin saber nada de Julia, su novia embarazada. Con Enrique, un tiburón de los recursos humanos que le iba a despedir, recorre alcantarillas y túneles del metro de Barcelona hasta que consigue dar con ella.
Un barcelonófilo como yo no podía perderse una película sobre agorafobia en esa ciudad. Si nadie quiere salir a las calles de Barcelona es que las cosas están muy mal. Con una idea casi tan llamativa como la de El incidente, Alex y David Pastor desarrollan una historia que se deja ver por la fuerza de algunas escenas. Ciertos diálogos pueden resultar, siendo benévolos, poco originales (sobre todo cuando Quim Gutiérrez y José Coronado se paran y sus personajes comentan sus vidas). Pero las imágenes oníricas de Marta Etura en un paraíso verde que es contrapunto y motivación para ese periplo subterráneo o las de una Barcelona vacía y muerta en un apocalipsis actual, hacen que la película interese. De todas formas, la posible metáfora o cuento moral sobre nuestro mundo no es lo que me ha parecido más inquietante. En la antepenúltima escena José Coronado muere en el patio de butacas de una sala de cine vacía y en espera de reformas. Anoche yo también estaba solo en el cine y hoy El País recoge los desoladores datos de asistencia a las salas tras las medidas de un gobierno que trata mejor a los que han especulado con nuestro futuro que a quienes siguen queriendo vincularlo con la ciencia y la cultura. No sé si estaré, como en esta película, en los últimos días de poder hacer algo tan maravilloso como cruzar una calle subir otra y en cinco minutos estar viendo una película en un palacio (eso son, y no solo metafóricamente, los Cines Marta). Pero no quiero tener que reprocharme no haber hecho lo suficiente por conservar un hábito tan natural como ver cine en su lugar natural. Coda optimista: tras la muerte de Enrique, y a pesar del pánico, Marc cruza la calle, se encuentra con Julia y llega a vivir un tiempo nuevo en el que su hijo saldrá a las calles sin miedo para recorrer con sus amigos una Barcelona vegetal que parece un paraíso. Quizá vayan juntos a un cine.
Un barcelonófilo como yo no podía perderse una película sobre agorafobia en esa ciudad. Si nadie quiere salir a las calles de Barcelona es que las cosas están muy mal. Con una idea casi tan llamativa como la de El incidente, Alex y David Pastor desarrollan una historia que se deja ver por la fuerza de algunas escenas. Ciertos diálogos pueden resultar, siendo benévolos, poco originales (sobre todo cuando Quim Gutiérrez y José Coronado se paran y sus personajes comentan sus vidas). Pero las imágenes oníricas de Marta Etura en un paraíso verde que es contrapunto y motivación para ese periplo subterráneo o las de una Barcelona vacía y muerta en un apocalipsis actual, hacen que la película interese. De todas formas, la posible metáfora o cuento moral sobre nuestro mundo no es lo que me ha parecido más inquietante. En la antepenúltima escena José Coronado muere en el patio de butacas de una sala de cine vacía y en espera de reformas. Anoche yo también estaba solo en el cine y hoy El País recoge los desoladores datos de asistencia a las salas tras las medidas de un gobierno que trata mejor a los que han especulado con nuestro futuro que a quienes siguen queriendo vincularlo con la ciencia y la cultura. No sé si estaré, como en esta película, en los últimos días de poder hacer algo tan maravilloso como cruzar una calle subir otra y en cinco minutos estar viendo una película en un palacio (eso son, y no solo metafóricamente, los Cines Marta). Pero no quiero tener que reprocharme no haber hecho lo suficiente por conservar un hábito tan natural como ver cine en su lugar natural. Coda optimista: tras la muerte de Enrique, y a pesar del pánico, Marc cruza la calle, se encuentra con Julia y llega a vivir un tiempo nuevo en el que su hijo saldrá a las calles sin miedo para recorrer con sus amigos una Barcelona vegetal que parece un paraíso. Quizá vayan juntos a un cine.