1 de diciembre de 2013. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.
Mahdi Fleifel regresa cada verano a Ein el-Hilweh, el campo de refugiados del sur del Líbano en el que nació. Su padre grababa en video instantes de la vida cotidiana de esta familia de palestinos que emigraron a Dinamarca. Mahdi lo ha seguido haciendo y con las imágenes de cada verano muestra las vidas de familiares y amigos que siguen allí.
Cine fragmentario y autobiográfico. Retales de grabaciones de video para construir una historia personal que es también la de una causa triste. Pero no es cine militante. No pretende otra reivindicación que la del sufrimiento de unas gentes sin futuro. Ein el-Hilwed es un campo de refugiados, pero no de los de tiendas blancas que levanta ACNUR para los dramas transitorios. Es una ciudad ruinosa en la que se hacinan miles de palestinos desde hace sesenta años. Algo de esas vidas es lo que nos muestran las cámaras de Mahdi y de su padre. Imágenes viejas de cuando los familiares y amigos eran más jóvenes. Imágenes nuevas en las que se ve con nitidez la ausencia de futuro ni esperanza. Sobre la vida en las ciudades palestinas es también interesante la edificante ficción que construyó Thierry Binisti con Una botella en el mar de Gaza. Pero la mirada cinematográfica de Mahdi Fliefel bebe de otras fuentes (¿quizá Ross McElwee?) y me recuerda a ese magnífico cine autobiográfico que, con motivos menos dramáticos, están haciendo algunos jóvenes directores aquí (León Siminiani, Daniel Castro...) El español de los subtítulos evidencia que esta interesante película (como tantas otras que vemos en esta sala) nos llega desde Buenos Aires. Es estupendo que el Centro Niemeyer parezca estar tan cerca de la calle Corrientes.