30 de abril de 2017. Centro Niemeyer, II Festival de cine LGBTIQ, Avilés.
Martín deambula por la noche porteña. Busca sexo, cocaína, cerveza y quizá también amistad. Sus querencias eróticas son homosexuales y eso es lo que vemos durante casi toda La noche. También hay tiempo para el afecto con una amiga travesti con la que comparte algunos momentos del día.
No apta para todos los públicos. Mejor dicho, apta para muy pocos. De hecho, fueron muchos los espectadores que abandonaron la sala durante la proyección. Sexo muy explícito, sonido muy sucio y duración desmesurada para una historia que casi no lo es. Así es muy difícil soportar una película en la que la cámara se mueve mucho pero no perturba nada la vida íntima de unos personajes que quizá tampoco lo sean. Para algunos La noche puede resultar una película pornográfica. Para otros puede ser un recorrido antropológico (o soporífero) por esas intimidades de la noche que fascinan (o espantan) según lo noctámbulo (o amigo de lo sórdido) que sea cada cual. Yo lo soy poco, así que me quedo con esa escena final en la que, tras el tedio de las muchas de sexo y drogas, vemos a Martín y a su querida travesti compartiendo amistad.