19 de mayo de 2020. Festival DocsBarcelona. Filmin, Avilés. V.O.S.
Una familia de Oregón encuentra una carta manuscrita en inglés y en chino dentro de una caja con artículos de decoración que ha comprado. Es la llamada de auxilio de un preso político chino recluido en un campo de trabajos forzados. La noticia aparece en los medios y él también la conoce desde China dos años después de estar libre. Había sido detenido por difundir el Falun Gong, una práctica entre mística y ética especialmente perseguida por el Partido Comunista. Tras conocerse en todo el mundo el contenido de su carta, con la ayuda del director decide hacer un documental de denuncia sobre todo aquello.
Comenzamos esta edición virtual del Festival DocsBarcelona con este documental que parte de aquel mensaje en una botella que llegó a una familia americana y dejó fatal al gobierno chino. La película se ve con agrado y tiene algunas animaciones que recrean los momentos más duros que vivió su protagonista. Sin embargo, formalmente no sorprende y tampoco añade mucho a lo ya sabido sobre los límites de la libertad en esa parte tan grande de la humanidad que es China. En todo caso, sí me sorprende la facilidad con que el protagonista dice saltarse a diario el cortafuegos totalitario de su país para acceder sin problema a los medios de información del resto del mundo (así supo que su mensaje había llegado a Estados Unidos). También me llama la atención, aunque me sorprende menos, contemplar en esta película y en tantas otras las formas de vida actuales de un país (casi un continente) que tenía tanta identidad y estuvo tan aislado durante milenios y que en el siglo XX tuvo en el comunismo otra seña de identidad absolutamente diferencial. Parece que en las dos últimas décadas hubiera decidido borrar por completo en su urbanismo, en su idea del progreso y en sus formas de consumo cualquier posible diferencia con ese paradigma dominante y alienante que, de la mano de la globalización anglosajona, se ha extendido por el mundo en el último medio siglo. Es como si esa parte de la humanidad hubiera renunciado a cualquier propuesta de una vía china hacia el futuro que no sea convertirse en el primero de la clase en esta escuela de negocios miserable en que parece haberse convertido el mundo. Si Mao (o el último emperador) levantara la cabeza...