9 de diciembre de 2012. Cines Verdi, Barcelona. V.O.S.
Unos hechos de la Roma antigua son recreados en una cárcel de la Roma actual. La historia es la de Shakespeare y sobre ella los reclusos preparan una obra de teatro cuyos ensayos conforman la película.
Solo hay color al comienzo y al final, en la representación teatral propiamente dicha y en el regreso de los reclusos (no actores) a sus celdas (no camerinos). En medio, un expresivo blanco y negro para unos ensayos montados como intensa trama cinematográfica del drama teatral de Shakespeare. La cárcel ofrece escenarios perfectos para esta historia sobre la muerte de Julio César. Y los intérpretes dan la mayor verosimilitud a unos personajes atormentados por el crimen, la traición y la culpa. Los primeros planos de unos rostros curtidos por haber vivido lo que los personajes dicen y unos escenarios propicios para las encrucijadas y las emboscadas hacen que esos ensayos se conviertan en una interesante película. No es un documental edificante sobre las virtudes del arte para la reinserción de los reclusos (“desde que conozco el arte, esta celda se ha convertido en una prisión”, dice uno de ellos). Es mucho más que eso. El Oso de Oro del Festival de Berlín no parece inmerecido.
Solo hay color al comienzo y al final, en la representación teatral propiamente dicha y en el regreso de los reclusos (no actores) a sus celdas (no camerinos). En medio, un expresivo blanco y negro para unos ensayos montados como intensa trama cinematográfica del drama teatral de Shakespeare. La cárcel ofrece escenarios perfectos para esta historia sobre la muerte de Julio César. Y los intérpretes dan la mayor verosimilitud a unos personajes atormentados por el crimen, la traición y la culpa. Los primeros planos de unos rostros curtidos por haber vivido lo que los personajes dicen y unos escenarios propicios para las encrucijadas y las emboscadas hacen que esos ensayos se conviertan en una interesante película. No es un documental edificante sobre las virtudes del arte para la reinserción de los reclusos (“desde que conozco el arte, esta celda se ha convertido en una prisión”, dice uno de ellos). Es mucho más que eso. El Oso de Oro del Festival de Berlín no parece inmerecido.