28 de diciembre de 2012. Cines Renoir Plaza de España, Madrid. V.O.S.
Alina regresa a Rumanía desde Alemania en busca de Voichita, su antigua compañera del orfanato con la que espera superar su soledad. Ella vive ahora en un opresivo convento ortodoxo del que no quiere irse. Alina intentará convencerla conviviendo con ella.
Como en 4 meses, 3 semanas y 2 días, Mungiu nos cuenta la dureza de unas vidas femeninas en trances difíciles. Lo que narra podría ocupar precisamente ese tiempo en el que muestra como unas monjas delegan toda su voluntad en un sacerdote al que Viochita llama papá. Ella recuerda a aquella Martha Marcy May Marlene (la magnífica película que presentó Sean Durkin en el Niemeyer el año pasado). Ambas son seres desvalidos que han aceptado la obediencia como medio de felicidad. En las dos películas hay alguien (la hermana de Martha, la amiga de Viochita) que intenta su liberación. Aunque los contextos son bien distintos, hay algo en común entre ese convento rumano y aquella secta norteamericana: los dos son lugares de destrucción de la individualidad. A pesar de su aparente neutralidad naturalista la metáfora más evidente (y lo mejor) de esta dura y larga película es la pasión que sufre Alina tras intentar la redención de su amiga. Saber que Mungiu se inspiró en unos hechos reales hace más inquietante lo que cuenta sobre el final de esa triste cuaresma rumana.
Como en 4 meses, 3 semanas y 2 días, Mungiu nos cuenta la dureza de unas vidas femeninas en trances difíciles. Lo que narra podría ocupar precisamente ese tiempo en el que muestra como unas monjas delegan toda su voluntad en un sacerdote al que Viochita llama papá. Ella recuerda a aquella Martha Marcy May Marlene (la magnífica película que presentó Sean Durkin en el Niemeyer el año pasado). Ambas son seres desvalidos que han aceptado la obediencia como medio de felicidad. En las dos películas hay alguien (la hermana de Martha, la amiga de Viochita) que intenta su liberación. Aunque los contextos son bien distintos, hay algo en común entre ese convento rumano y aquella secta norteamericana: los dos son lugares de destrucción de la individualidad. A pesar de su aparente neutralidad naturalista la metáfora más evidente (y lo mejor) de esta dura y larga película es la pasión que sufre Alina tras intentar la redención de su amiga. Saber que Mungiu se inspiró en unos hechos reales hace más inquietante lo que cuenta sobre el final de esa triste cuaresma rumana.