8 de febrero de 2017. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.
Con dieciséis años Jesse llega a Los Ángeles para hacerse supermodelo. Es una joven cuya belleza virginal impresiona a todos. También a sus competidoras. De hecho, quieren comérsela. Literalmente.
Pretenciosa banalidad. La de esas modelos plastiqueras. La de esa música sintética. La de esos encuadres engolados. La de esa cámara lenta propia de un videoclip. The Neon Demon hipostasia el valor de la dirección artística para dar sentido a una película. Y del postureo como modo de entender el trabajo actoral. La sangre de la apertura y el estilo casi gore de las escenas finales pretenden ensanchar el género de una película que parece inspirada en la publicidad de Dolce y Gabbana o en los anuncios de Martini. Por desgracia no tiene una de sus mejores virtudes: que solo duran veinte segundos.