martes, 30 de mayo de 2017

Alcaldesa

de Pau Faus. España, 2016. 85.
30 de mayo de 2017. Casa de la Cultura, XVI Certamen Nacional de Cortometrajes de Avilés.

Un año con Ada Colau. Desde el activismo colaborativo y eficaz en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca hasta la victoria en 2015 con la candidatura de Barcelona en Comú. Vemos de cerca todo el proceso. Los afanes cotidianos de las gentes de Guanyem y las reflexiones de la propia Ada Colau en los diarios filmados que fue haciendo durante ese año. Una película emocionante sobre una victoria que también lo fue.

Todo empieza con un desahucio. Cerca de tu casa también. La película de Pau Faus comparte con la de Eduard Cortés la intención de mostrar que sí se puede. Que es posible unir voluntades para defender el bien común. Ada Colau surgió de ahí. De los movimientos sociales que unieron a las personas frente a los bancos. Aquel éxito hizo pensar que cambiar la ciudad, además de necesario, era posible. Y que ella era quien mejor podía encarnar esa ilusión y esa ambición. La ciudad era la misma, pero la rebelión que anticipaba el drama de Ciutat Morta (el revelador documental de Xavier Artigas y Xapo Ortega que pude ver en Oviedo tres semanas antes de que Ada Colau ganara las elecciones) se transforma en ilusión en Alcaldesa. La otra referencia inexcusable con la que relacionar esta película es Política, manual de instrucciones, el documental sobre la gestación de Podemos y la preparación de las elecciones de diciembre de 2015. Pero la película de León de Aranoa (y también lo que retrata) es más masculina que la de Pau Faus. Hay más frescura, ilusión y sinceridad en esta crónica de aquella gesta política barcelonesa que en el interesante retrato sobre las estrategias madrileñas de los de Podemos. Las dos ciudades me encantan, pero por Barcelona tengo debilidad. Así que ha sido una gozada poder ver esta tarde esta película a la que el público aplaudió muy sinceramente. Por sus valores políticos y también por los cinematográficos. Por lo demás, la tarde ha comenzado con la proyección de nueve cortometrajes: The first time i saw Francis Taylor de Sousa Haz (una elegante historia de amor entre dos fotógrafos, él de cámara lenta y ella de time lapse), Segundito de Roberto Valle (una bonita historia mínima de animación en la que las manecillas de un reloj forman una familia), Quemar pajarracas de Lilith (una cosa rara que no llegué a entender), Recauchutados de Carlos Caro (una bonita demostración de lo que se puede hacer cuando lo grabado se muestra al revés), Paradis de Jaume Quiles (otra rareza en la que me enteré de poco y no me interesó nada), 23 de mayo de David Martín de los Santos (la estupenda evocación de unas vidas a través de los objetos de una casa y unas voces pertinentes -me hizo recordar la estupenda El estado de las cosas de Joaquín Maito y Tatiana Mazú que vi en Buenos Aires hace tres años-), Superyo de José Miguel Rodríguez Rodríguez (una bonita parábola sobre un sordo que quiere suicidarse pero termina liquidando a su superyo),  Burbuja de Juanjo Neris (sobre cementos y albañiles, pero tan corta que casi no llega a ser un corto) y El susurro (otra bonita historia de amor de José Miguel Rodríguez Rodríguez sobre dos sordos que comparten confidencias frente a una puesta de sol). Así que esta jornada del Festival de Cortometrajes ha sido bien interesante. Como lo serán los próximos días en que se proyectan películas tan buenas como Güeros, La próxima piel y El mundo sigue. Solo tienen un defecto: que ya se han visto por aquí.