martes, 23 de mayo de 2017

I am not your negro

de Raoul Peck. EE.UU., 2016. 93.
23 de mayo de 2017. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.

James Baldwin nos cuenta algo importante sobre la historia de Estados Unidos. Un país en el que ser blanco comporta ser ignorante sobre el mundo de los negros y ser negro implica tener que aceptar el extrañamiento en la propia patria. La voz de Samuel L. Jackson para los textos que Baldwin escribió para el libro Remember This House y las imágenes del escritor en actos públicos y programas de televisión de los años sesenta se van hilvanando con  escenas de películas clásicas en un documental imprescindible para entender la historia de un país tan singular el suyo.

Medgar Evers, Malcolm X y Martin Luther King compartieron destino épico y trágico en los años sesenta. James Baldwin era amigo de los tres y, tras su voluntario exilio en París, decidió volver para no ser ajeno a aquel tiempo singular en el que la lucha por los derechos civiles era también el empeño por reconstruir la historia de un país que pudiera serlo de todos. Treinta años después de su muerte, la voz de James Baldwin nos llega tan lúcida como si todo lo que se dice en esta película fueran reflexiones actuales. I am not your negro es un documental magnífico que, además de ser más que necesario para los americanos, ayuda a reflexionar a cualquier ciudadano de esos países en los que la construcción del nosotros se ha hecho a costa de la exclusión de esos otros (negros, musulmanes, judios, gitanos, kurdos, mapuches...) que siempre siempre son negados y siempre están presentes. Así que Raoul Peck ha creado un documento excepcional que puede ser muy útil para cursos de posgrado y también de secundaria, para disfrute del público cinéfilo o simplemente interesado en comprender mejor el mundo en que vivimos. Seguramente no lo entenderán gentes como ese presidente de pelo rubio que el martes conocía el Museo del Holocausto en Israel y escribía una frase banal en su libro de visitas. I am your negro es una película magnífica que, a un contenido necesario y bien tratado, une una calidad formal en la que no pasa desapercibido el cuidado en las rotulaciones: magníficamente ubicados los subtítulos y siempre en español esas elegantes transiciones en blanco y negro que van jalonando el discurso de esta extraordinaria película.