6 de mayo de 2017. Centro Niemeyer (auditorio), Festival de cine LGBTIQ, Avilés.
Mabel vuelve a su pueblo tras el asesinato de su amiga Daniela. Hace tiempo que se fugó con un hombre y no ha vuelto a verla. Ahora quiere averiguar cuáles han sido los motivos de su muerte.
Un entorno mexicano que, sorprendentemente, no parece tener muchos prejuicios (las dos amigas travestis se han casado con hombres). De eso parece ir esta parsimoniosa historia con cierto aire de thriller y mucha voluntad de crear atmósferas y aparentar calidad. El ritmo es tan lento y lo que acaba contando es tan poco que uno mira con frecuencia el reloj con ganas de que la cosa acabe. Así que ha sido un cierre coherente para esta muestra de cine LGBTIQ que ha brillado muy poco por su calidad. Tan escasa como el criterio de un jurado que ha decidido que la mejor película ha sido precisamente Girls lost, para mi la peor de las diez proyectadas. Como esperaba, el público se decantó por Strike a pose, el documental de la inauguración que también me ha parecido el menos interesante de los tres que se han visto en esta segunda edición de la muestra. Así que sigo lamentando que esta temática (nada excepcional en la programación de las salas que frecuentamos) haya sustituido a la del FICARQ, que tras el inexplicable (e inexplicado) desencuentro avilesino se trasladó primero a Oviedo y después a Santander. Con sus defectos, aquel era un festival que se centraba en la arquitectura, un tema más pertinente en un lugar como el Centro Niemeyer. En él podíamos ver películas mucho menos habituales para cualquier cinéfilo y que trataban temas menos proclives a esos tópicos y lugares comunes de los que pocas veces se libran los activismos edificantes como la causa LGBTIQ.