15 de junio de 2017. Teatro Filarmónica, Oviedo. V.O.S.
Tres jóvenes amigos quieren hacerse ricos en Lodz. Son un polaco, un judío y un alemán. Los tres están empeñados en levantar una fábrica y en especular con el algodón. Son tiempos en los que las nuevas máquinas están revolucionando las formas de producción textil y cambiando la ciudad. Haciendo más ricos a los nuevos ricos, llevando a la quiebra a las empresas tradicionales y depauperando aún más a los trabajadores.
Casi tres horas de cine grandioso. El relato de una ambición desmesurada y el retrato historicista de una sociedad cambiante en la Polonia de finales del XIX. Wajda retrata a la aristocracia rural en declive y a las clases emergentes de aquel capitalismo radical que también era en parte financiero. Los peripecias de los protagonistas me interesan menos que la intrahistoria que nos muestra este clásico cuyas imágenes han envejecido muy poco. Con una ambientación espectacular (en los entornos aristocráticos, en los inmensos espacios fabriles y en los no lugares proletarios de esa ciudad paleotécnica), unos encuadres magníficos, una fotografía primorosa y un montaje muchas veces trepidante, La tierra prometida se disfruta por sus poderosas imágenes y por lo actuales que resultan algunas de las críticas a ese capitalismo burbujero que Wajda retrata en aquella Polonia decimonónica y que, en su variante inmobiliaria, ha hipotecado a muchos países hoy. Así que hay que felicitar a los responsables de este ciclo Radar que programan excelentes películas en el Filarmónica de Oviedo y han tenido el acierto de incorporar estas obras maestras del cine polaco seleccionadas por Martin Scorsese.